La Universidad de Columbia, epicentro de las protestas en apoyo al pueblo palestino en Estados Unidos, empezó a suspender a los estudiantes que desafiaron el ultimátum dado este lunes por las autoridades del centro para que depongan el campamento en la institución.

En la noche, estudiantes ocuparon un edificio del campus de esta universidad de Nueva York y se atrincheraron en el interior, mientras otros hacían una cadena humana en el exterior, según imágenes de un video en las redes sociales.

«Los miembros de la comunidad de Columbia retomaron el Hall Hamilton después de medianoche», dijo el grupo de estudiantes Columbia University Apartheid Divest en un comunicado.

«Ocupar un edificio es un pequeño riesgo comparado con la resistencia diaria de los palestinos en Gaza», afirmó, añadiendo que el inmueble fue renombrado Hall de Hind en honor a una niña de seis años que murió durante la guerra en el territorio palestino.

La universidad había anunciado que empezaba a suspender a estudiantes que no hayan depuesto la protesta.

«A los estudiantes que aceptaron marcharse y firmaron un documento comprometiéndose a cumplir las políticas de la universidad se les permitirá completar el semestre», recordó Ben Chang, vicepresidente de comunicaciones del centro en un comunicado.

Los estudiantes se habían negado a acatar «estas tácticas repulsivas de miedo (que) no significan nada comparadas con la muerte de más de 34.000 palestinos», anunciaron en una declaración.

«No nos moveremos hasta que Columbia satisfaga nuestras demandas o (…) nos muevan por la fuerza», dijo la líder estudiantil Sueda Polat, en una rueda de prensa.

Tras dar por rotas las negociaciones, la rectora de Columbia, Nemat Shafik, había dado este lunes un ultimátum a los manifestantes para que desalojaran «voluntariamente» el campamento erigido para las 14H00 (18H00 GMT).

También rechazó su principal reivindicación de que la universidad deje de recibir fondos relacionados con Israel o de empresas que se aprovechan de la guerra.

Más de 350 personas han sido detenidas en las universidades de todo el país este fin de semana, entre llamados de la Casa Blanca para que las manifestaciones fueran pacíficas.

Desafío

Las protestas contra el genocidio en Gaza, que ya dejaron más de 34 mil personas asesinadas, han planteado un reto a las autoridades universitarias de todo el país para equilibrar los derechos de libertad de expresión con las quejas de que las concentraciones han derivado en el antisemitismo y el odio.

En Columbia, un poco más allá del recinto que alberga las carpas, decenas de pequeñas banderas de Israel ondeaban sobre la hierba y fotos de los rehenes que siguen en manos del grupo palestino Hamás sin que a nadie pareciera importarle.

«Para muchos de nuestros estudiantes judíos y para otros también, el ambiente se ha vuelto intolerable en las últimas semanas. Muchos han abandonado el campus y eso es una tragedia», dijo la rectora de Columbia.

«El lenguaje y los actos antisemitas son inaceptables y los llamamientos a la violencia son sencillamente aborrecibles», afirmó antes de recordar que el «derecho de un grupo a expresar sus opiniones no puede ir en detrimento del derecho de otro grupo a hablar, enseñar y aprender».

En Virginia Tech, más de 90 personas fueron detenidas a última hora del domingo tras negarse a acatar la orden de la policía del campus de dispersarse, mientras que en la Universidad de Texas, policías estatales con equipos antidisturbios se enfrentaron el lunes a manifestantes que intentaban instalar un campamento no autorizado en el campus.

«Estoy absolutamente asqueada y devastada de lo que está ocurriendo y de que el dinero de los contribuyentes estadounidenses lo esté pagando», dijo a la AFP la abogada judía neoyorquina Samantha Kostmayer, que acudió a las protestas.

«Los horrores que se desarrollan (en Gaza) lo hacen más peligroso para mí, pero no estoy preocupada por mí (…) me preocupa la gente que vive sacando a sus bebés de entre los escombros», lamentó esta exalumna de Columbia.

Desde el 7 de octubre, tras el ataque de Hamás en el sur de Israel, en el que murieron 1.170 personas, la ofensiva israelí ya dejó 34.535 muertos, en su mayoría mujeres y niños.