“¿Para qué tiene que haber literatura narrativa de fútbol? El fútbol se cuenta solo”, confesó la escritora Mariana Enríquez en la previa del primer campeonato femenino de Newell’s Old Boys.

Resulta que hace 51 años ocurrió en el viejo estadio de Arroyito. En aquella oportunidad, los dos grandes equipos de Rosario se enfrentaban para definir al campeón del torneo Metropolitano de 1974. A Newell’s le bastaba con empatar en la cancha de Central para consagrarse campeón por primera vez en el fútbol masculino. Hace 51 años, la Lepra levantó su primera copa luego de que Mario Nicasio Zanabria consiguiera el 2 a 2 (tras ir dos goles abajo) a pocos minutos del final. “En tu cara y en tu cancha”, inmortalizaron los hinchas leprosos su primer torneo.

La semana pasada, el fútbol femenino de Newell’s consiguió su primer campeonato femenino de Primera División. También ocurrió de visitante, frente a su clásico rival. La Lepra necesitaba un triunfo para dar su primera vuelta olímpica y, en esta oportunidad, fue Mariana Larroquette la autora del 1 a 0 final. Un tiro libre preciso, exquisito.

Newell's y el primer título del Interior: un combo de categoría internacional y talento rosarino

Hace diez meses, Newell’s decidió dar un salto y apostar por el fútbol femenino. Ya a mitad del año pasado, en julio de 2024 y a tan sólo siete puntos del descenso, el club rosarino fichó al exentrenador de la UAI Urquiza, Leandro “Toti” Iglesias. Competitivo y con un sistema de juego claro, Iglesias llevó en su primer mercado de pases a tres jugadoras que le dieron un salto de calidad al equipo: Marina Delgado, Agustina Vargas y una de las mejores mediocampistas del fútbol argentino, Daiana Falfán. En su primer semestre, logró posicionarse dentro de los primeros ocho lugares para disputar a principio de año la Copa Federal 2024, una suerte de Copa Argentina masculina, torneo en el que –ya en abril de este año– salieron campeonas.

“El semestre pasado, el último de 2024, fue exitoso. Y en 2025, con el buen mercado de pases que hicimos a principio de año, más la proyección de varias jugadoras, entendíamos que podíamos obtener algún título”, contó Toti luego del campeonato.

En enero, se sumaron varias jugadoras profesionales que abandonaron UAI Urquiza tras su descenso elegido, jugadoras jóvenes de la Selección Argentina como Milagros Martin, de 18 años, y Sofía Domínguez, de 19 años, más la carta goleadora del equipo –proveniente de Estados Unidos–, Larroquette.

“¿Cómo hice para amalgamar a las rosarinas con las nuevas? Muchas charlas. Saber que teníamos el mismo objetivo. Yo me encontré con chicas con las cuales no había trabajado nunca y el talento estaba. Los resultados acompañaron y eso generó un efecto confianza. Después sólo se trató de guiar al equipo”, contó Toti.

Una de las claves del campeón estuvo en la versatilidad del once titular. Si bien en la mayoría de los partidos se mantuvo un mismo sistema táctico, el nombre de las jugadoras fue variando cada fin de semana. El buen pie de sus defensoras, mediocampistas y delanteras fue también una de las claves. Sofía Domínguez, por ejemplo. “Es una jugadora con varias virtudes. La primera, una cabeza superior a la media de la edad. Técnicamente, como casi todas las que salen de River, es diferente”, la definió el DT. Junto con Vargas, Falfán y Magalí Natta le dio esa pausa que muchas veces escasea en el fútbol argentino.

Un Newell’s con figuras

Larroquette volvió al fútbol argentino a principios de año. La sedujo el proyecto leproso. “Somos bastante parecidos con el entrenador. Somos muy competitivos, queremos ganar siempre. Entonces, desde ese lado influyó en la decisión de venir. A mí siempre me gusta ganar y a él también”, dijo Larro –como la llaman– en su regreso al fútbol argentino.

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Su experiencia internacional –jugó en equipos de Portugal, México, Estados Unidos y Noruega– le aportó facetas a su juego ofensivo: puede jugar como centrodelantera, como falsa 9 o como extrema. Por momentos, fija la marca entre las defensoras rivales y espera romper líneas tras el pase de una compañera. Por otros, retrocede y se asocia en el armado de juego.

De la camada del Topo Gigio –plantel femenino de la Selección que protestó por mejoras estructurales en la previa del Mundial de Francia 2019–, Larro volvió también para alzar la voz. Se fue del país en 2020, al año de la semiprofesionalización del fútbol femenino. A principios de 2025, luego de ganar la Copa Federal, dejó un mensaje para el Consejo Federal.

“A los equipos del interior nos han tratado muy mal. No nos han dado alojamiento ni comida ni nada. Se llama Copa Federal pero se juega en el predio de AFA, en Buenos Aires. De Federal me parece que no tiene nada”, protestó.

Una imagen traza puentes entre el pasado y el presente, escribe la periodista y escritora Nadia Fink. Hincha leprosa, se detienen en la repercusión que tuvo el campeonato femenino en las infancias del club. “Un niño que ataja en las inferiores espera a las campeonas en las puertas del predio Griffa. Allí se juntaron, en el bar, un puñado de infancias que hacen deportes y que son muy hinchas de Newell’s. Querían ganar el clásico rosarino. Querían ver a su equipo campeón. Y las pibas les dieron todos los gustos”, cuenta en «Lástima a nadie, maestro«.

El pibe que ataja en las inferiores, dice Fink, celebra junto a sus amigos lo que no pudieron con el fútbol masculino. Tienen nueve, diez, once años. Ahora, pueden cantar más alto y más fuerte lo que entonan todos los fines de semana en el estadio Marcelo Bielsa: «Somos el equipo más grande de todo el interior» y “En tu cara y en tu cancha”.

El proyecto leproso abre camino a un nuevo capítulo del fútbol femenino, aprovechándose además de un bajón de Boca, el más campeón de los últimos años. Previamente, lo había hecho Rosario Central al ser el primer equipo del interior en competir en AFA. Hoy son cinco clubes los que apuestan por su fútbol femenino profesional en Primera División: los dos grandes de Rosario, Talleres, Belgrano y San Luis FC.

El próximo desafío para Newell’s es la clasificación a la Copa Libertadores 2026: sería la primera participación de un equipo de las provincias. Para eso, debe salir campeón del torneo del segundo semestre o ganar la final contra dicho campeón. Mientras tanto, las leprosas festejan su primer título frente a su clásico rival, el primer título femenino de un equipo del interior. Su campeonato se cuenta solo.