Con diez años de trayectoria, Sónico se transformó en una agrupación especializada en rescatar la obra de Rovira y traerla al presente, con una mirada actual pero absolutamente apegada a las partituras del compositor de quien, este año, se cumplió el centenario de su nacimiento.
Integrado por Eberstein en contrabajo, Lysandre Donoso (Francia/Chile): bandoneón; Stephen Meyer (EE.UU./Bélgica): violín; Alejandro Schwarz (Argentina/Francia): guitarra eléctrica e Ivo De Greef (Bélgica): piano, Sónico grabó este nuevo álbum en su visita a Buenos Aires en abril de este año, dentro del marco de la gira que incluyó presentaciones en Chile y Argentina, cerrando la misma con un concierto en el Salón Dorado del Teatro Colón.
En este diálogo con Tiempo, Eberstein se refiere a este nuevo disco que se publica a partir de hoy en las diversas plataformas y en formato físico (distribuido por el sello Naxos) y de los próximos pasos que tiene proyectados la agrupación que lidera.

Rovira, una recreación
–Sónico y Que lo paren son dos discos fundamentales en la obra de Rovira por ser los últimos que grabó pero, además, por las diferentes características que tenían: uno fue registrado por un trío (bandoneón, guitarra eléctrica y bajo) y el otro en formato de cuarteto (bandoneón, piano, violín y contrabajo). Además es tal vez el pináculo de su creatividad como compositor ¿De qué manera encararon la recreación de ambos álbumes?
-Hacía tiempo que queríamos reconstruir estos dos discos icónicos. Nuestro primer álbum, La otra vanguardia (2018), fue hecho un poco a los chapuzones. Está dirigido y producido en gran medida por mí, en un momento en el que no tenía experiencia de gestión. Si bien hacía muchos años que era músico profesional, autogestionar un proyecto naciente es otra cosa e implica otro tipo de compromisos. Me parece que en nuestro primer disco, y creo que le debe pasar a muchos artistas, lo lleva a uno a tomar las decisiones que no tendría que haber tomado.
La elección de repertorio fue una de esas. Intentamos presentar lo más representativo de la música de Rovira. Pero a partir de nuestro segundo trabajo, Inédito e inconcluso (2020), empezamos a encarar una búsqueda más concreta.

En Rovira 100 queríamos mostrar esos dos mundos sonoros tan diferentes con los que trabajó Rovira en los que fueron sus últimos dos discos publicados. En el caso de Sónico, que está interpretado por un trío de bandoneón, guitarra y contrabajo, y de Que lo paren, grabado por bandoneón, piano, violín y contrabajo, hicimos dos mezclas diferentes porque son dos discos diferentes. Si bien los presentamos en un mismo paquete, no queríamos mostrarlos como un una unidad porque no lo son. Y eso es lo interesante y lo rico de la obra de Rovira: la utilización de diferentes formatos para poder expresar sus ideas musicales de vanguardia.
-Tal vez la diferencia entre el Sónico de ustedes y el disco original sea que en su caso no utilizaron un bajo eléctrico.
-Puede ser que lo haya usado en la grabación. Pero de cualquier manera yo no estoy totalmente seguro si Rovira se presentaba en vivo con bajo eléctrico. La verdad es que no lo recuerdo, pero sí estoy seguro de que en el primer disco con trío que es el EP A Roberto Arlt, es Fernando Romano quien toca el contrabajo, con Rodolfo Alchourrón en guitarra.

-¿Cómo fue el tratamiento sonoro de los dos discos, teniendo en cuenta la conformación tímbrica de ambos: uno es un trío con guitarra eléctrica y efectos y el otro un cuarteto enteramente acústico?
-El tratamiento de sonido para los dos discos es clave porque evita esa continuidad porque son búsquedas completamente diferentes, más allá de que uno sea un trío y el otro un cuarteto.
Sónico tiene toda esa especie de “psicodelia” detrás, mientras que Que lo paren es una búsqueda muy camarística. Por esto pensamos que tratar a los dos discos con una misma paleta sonora hubiera sido totalmente desacertado. Me parece que hubiera sido un crimen auditivo.
Además en Sónico tenemos el criterio de forzar límites, pero solo hasta un cierto punto.

-¿Cómo trabajaron el tema de los pedales de efectos que usó Rovira en Sónico?
-Sobre Rovira hay más leyendas que verdades porque, lamentablemente, no tuvo la exposición que tuvo Piazzolla. Hay mucha información que es muy difícil de cotejar como la cuestión del uso de pedal de efectos en el bandoneón. No tenemos la certeza sobre qué es que lo se hizo técnicamente en su momento. Hace un tiempo yo me crucé en Madrid con Claudio Gabis, el guitarrista de Manal. Y él me contó cómo en su momento había agarrado una radio, no sé si era una Spica u de otro tipo, y la utilizó para conectarla a un amplificador y así crear por primera vez un tipo de distorsión para su guitarra.
En el caso Rovira la verdad es que no tenemos certeza de cómo logró el efecto para su bandoneón en el disco Sónico. Para nosotros fue una búsqueda interesante emular ese sonido que él consiguió en ese momento. Finalmente utilizamos un flanger, pero fue aprovechando los recursos que nos ofrece una tecnología que en su momento, en 1968, cuando grabó el disco, no existía.
-Por el contario, Que lo paren ofrece el costado más camarístico en su estilo de composición. Por ejemplo “Taplala” es prácticamente una pequeña suite de seis minutos. Si se lo hubiera propuesto, con cada parte este tema podría haber desarrollado en una suite extensa.
-“Taplala”, por ejemplo, es una obra que tiene todo lo que corresponde a un trabajo camarístico. Empieza con un tango contemporáneo, pasa por Bach, música folklórica, romanticismo, y después termina nuevamente con un tango contemporáneo. Todo esto ocurre en cinco minutos. Es algo muy usual que encontramos en muchas de sus composiciones.
Muchas veces tengo que intentar explicar de alguna manera de qué se trata la música de Rovira. Y siempre utilizo la palabra que, me parece, describe su música de mejor manera, que es “collage”. Es un collage de elementos que él manejaba muy bien: cambios de dinámica, contrapuntos, mezcla de elementos estilísticos que van de Stravinsky a Bach, constantes saltos sorpresivos. Creo que la sorpresa es la marca registrada de su música.
-¿Cómo seguirá la conmemoración del centenario de Rovira?
-Acá en Bélgica lo presentamos con un espectáculo audiovisual. Tenemos una pantalla de 10 metros que está enfrente de nosotros y se van proyectando imágenes. El espectáculo se llama El futuro era hoy y se compone de tres partes, todas relacionadas con Rovira. Empieza en el pasado, con imágenes de una especie de televisión antigua. Después viene el momento donde Rovira vivió y desarrolló su trayectoria musical, es decir los años sesenta. Y finalmente saltamos a una especie de retrofuturismo, que es lo que Rovira pensaba que iba a ser el futuro. En este caso hay toda una estética brutalista de imágenes que tomamos en nuestra última visita en Buenos Aires. Por ejemplo, hay un video que empieza dentro del Cementerio de Chacarita.
Y después aparece el descubrimiento de esa supuesta ciudad en el futuro con toda esa arquitectura brutalista, que concluye en el día de hoy con una especie de road movie durante la gira de Sónico en abril 2025.
En marzo cerraríamos el año Rovira 100 en una presentación con la Orquesta Filarmónica de Bruselas en la sala principal de Bélgica que se llama Bozar, que tiene capacidad para 2000 espectadores.
-¿Qué hay del proyecto de empezar a rescatar otros compositores contemporáneos de Rovira?
-En los sesenta había muchos creadores que se identificaban con el tango contemporáneo. En algún momento, se nos va a agotar el rescate de la música de Rovira que estamos haciendo. Así que estamos empezando a indagar en otros creadores de vanguardia, como Osvaldo Berlingieri, Alberto Caracciolo, Omar Luppi y Omar Valente, entre otros, de quienes interpretamos algunas de sus piezas en nuestras presentaciones en Buenos Aires.
Creo que estamos preparados para nuevos desafíos. El grupo ha cambiado y ha madurado mucho. Si bien Stephen, Lisandre y yo estamos desde el principio, Ivo y Alejandro le sumaron muchísima madurez también al proyecto. Además ya tenemos diez años de experiencia detrás, y confiamos en que vamos a seguir por este camino de búsqueda que nos propusimos.