Desde que Javier Milei se impuso en la segunda vuelta presidencial el 19 de noviembre y le ganó a Sergio Massa, el gobierno de los Estados Unidos comenzó a reorientar sus objetivos en el país. La administración de Joe Biden había apostado por el candidato de Unión por la Patria y caracterizaba a su competidor de ultraderecha como una versión argentina de Donald Trump o una expresión similar al expresidente ultraderechista de Brasil, Jair Mesías Bolsonaro. El veredicto de las urnas en Argentina rompió los pronósticos políticos de la Casa Blanca y obligó a toda su burocracia a recalcular. Desde ese momento comenzaron a multiplicarse los viajes de funcionarios norteamericanos hacia Buenos Aires, en respuesta a los empeños del flamante presidente argentino por demostrar que Estados Unidos es su aliado estratégico más importante junto al Estado de Israel.

Con ese impulso político, en 100 días el nuevo gobierno recibió a una decena de funcionarios norteamericanos de distinto rango. La lista incluyó al secretario de Estado Anthony Blinken, a su segundo para el hemisferio occidental Brian Nichols, al jefe de la CIA William Burns, a la jefa del Comando Sur del Pentágono, Laura Jane Richardson, a la subsecretaria de Comercio Internacional, Marisa Lago y al subsecretario de Estado adjunto para el Cono Sur, Kevin Sullivan.

Un viejo conocido de Cristina

Hace más de diez años fue encargado de Negocios de la embajada en Buenos Aires y quedó al frente de la representación diplomática cuando la embajadora y exjueza Vilma Martínez terminó su misión el 6 de julio de 2013. Desde entonces hasta diciembre de 2014, Sullivan fue el embajador interino.

Sullivan, cuando era el encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos en la Argentina.

Fueron momentos claves del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, en una etapa de agudización de los tironeos con la administración de Barack Obama. La tensión escaló en septiembre de 2014, cuando le concedió una entrevista al diario Clarín y consideró que era «importante que Argentina salga del default lo antes posible para poder retornar a la senda de crecimiento económico sustentable y atraer la inversión que necesita”. Además aseguró que su país no apoyaba la política de CFK de enfrentar a los fondos buitre en la ONU para sortear el fallo del juez neoyorkino Thomas Griesa, que obligó a la Argentina a pagar 1.500 millones de dólares por la cesación de los pagos posteriores a la crisis de 2001. Las declaraciones originaron una dura respuesta del entonces canciller, Héctor Timmerman. Le advirtió sobre una posible expulsión en caso «de repetirse este tipo de intromisiones en los asuntos internos de Argentina».

Dos días de lobby sin acusaciones de intromisión

Han pasado casi 10 años de ese pico de tensión diplomática. Ahora Sullivan ocupa un alto cargo en la burocracia del Departamento de Estado. En esta oportunidad sólo estuvo 48 horas en Buenos Aires y partió de regreso a Washington este miércoles. Antes de salir para el aeropuerto de Ezeiza, protagonizó una rueda de prensa de la que participó Tiempo Argentino.

Sullivan arribó a la Argentina una semana después del acto que Milei protagonizó en Ushuaia, ante Richardson, para anunciar la instalación de una base integrada con Estados Unidos. Aunque el presidente se mostró junto a una alta funcionaria del Pentágono, el funcionario ahora le bajó el precio al emplazamiento naval y, sin entrar en detalles, buscó relativizar la dimensión militar de la iniciativa, pero con notables dificultades argumentales. Tras la dura advertencia de hace una década, Sullivan sabe que, aunque las cometa, ni Milei ni la canciller Diana Mondino lo acusarán de realizar injerencias indebidas en la política doméstica argentina.

Su anfitrión, el embajador Marc Stanley, aseguró hace dos semanas que habían militares chinos en la estación espacial que el gigante asiático instaló en la localidad neuquina de Bajada del Agrio. Sin embargo el subsecretario hizo lo mismo que Richardson: no confirmó la sospecha y sólo pidió transparencia.

Al menos por ahora, y a pesar de las expectativas que tiene la administración demócrata, no hay fecha para una cumbre bilateral entre Milei y Biden. Quizás no la haya, porque el mandatario demócrata dentro de siete meses competirá por su reelección con el republicano Donald Trump, a quien Milei le deseó un pronto regreso a la Casa Blanca que ocupó entre 2017 y 2021. Pero esos cintureos no le impidieron a Sullivan respaldar el profundo ajuste fiscal que lleva adelante el mandatario argentino y seguir en detalle las negociaciones en el Congreso sobre el futuro de la nueva versión de la Ley Ómnibus.

«Podemos hacer aún más para ayudar a que Argentina alcance su potencial»

«Vemos con buenos ojos los esfuerzos del gobierno para dar respuestas a los desafíos más difíciles en la economía argentina. Está tratando de bajar la inflación y también vemos la importancia de mantener un enfoque para proteger a los más vulnerables mientras trate de hacer un ajuste que, en este caso, es necesario», defendió el funcionario. «He escuchado que el gobierno del presidente Millei comparte esa preocupación por mantener la red de protección social. Sé que también han estado en el gobierno hablando sobre esos temas con el FMI y creo que es un proceso que sigue en curso», opinó.

A pesar de las duras dificultades que el gobierno tiene para tejer acuerdos en el Congreso, Sullivan habló de consensos. «Siento que a partir de la serie de conversaciones que he tenido, tanto con líderes del gobierno como con líderes de la sociedad civil, hay un consenso bastante amplio sobre la necesidad de un cambio. Soy optimista de que puede haber consenso con la agenda que Millei está liderando para lograr una mayor estabilidad económica y un mayor crecimiento. Queremos apoyarlo y promoverlo a través de nuestra cooperación. Podemos hacer aún más para ayudar a que Argentina alcance su potencial y crear empleo y riqueza», sostuvo para reflejar que la Casa Blanca está dispuesta a profundizar su respaldo si prosperan en el Congreso los proyectos que, hasta ahora, han naufragado por la falta de acuerdos con la oposición.

Sullivan aseguró que existe «el deseo de ambos gobiernos para tener una relación muy estrecha. Hay mucho por hacer. Creo que fue muy importante que en los primeros tres meses del gobierno el secretario Blinken viniera aquí de visita. No fue una coincidencia, no fue un accidente. Fue una decisión de nuestra parte que reflejó el potencial que vemos en esta relación y el nivel de trabajo que queremos hacer para maximizar ese potencial».

El diplomático destacó esa visita, pero no pudo asegurar que habrá una cumbre de ambos mandatarios. «Me imagino que en algún momento habría una oportunidad para que los presidentes se reúnan. Aún no tenemos una fecha aproximada, pero sería coherente, por el grado de cooperación que estamos desarrollando día a día», sostuvo.

De Neuquén a Tierra del Fuego

¿El gobierno de EE.UU. tiene información de militares chinos operando en la estación espacial ubicada en Neuquén?

– Stanley ya se ha pronunciado sobre este tema. Lo único que añadiría es que la transparencia es importante para que los argentinos puedan conocer en detalle las actividades que aquí se realizan con China en estas instalaciones. La transparencia siempre ayuda a dar tranquilidad y quitar inquietudes que puedan existir. Y entiendo que esto es algo que el gobierno del presidente Milei también quiere.

– ¿Qué tipo de participación real quiere Estados Unidos en la base naval integrada que Milei anunció en Ushuaia? ¿Inversiones militares, civiles?

– Los temas que estamos trabajando en Ushuaia son potenciar la investigación científica en la Antártida y en esa zona, que es muy importante en muchos sentidos. También para asegurar que la logística disponible en esa zona sea la adecuada, sobre todo teniendo en cuenta el volumen de turismo que estamos viendo en Ushuaia y Tierra del Fuego.

Con esa evaluación, Sullivan intentó relativizar que la base naval implicará la presencia militar de Estados Unidos en la entrada de la Antártida, sobre el Estrecho de Magallanes y a 670 kilómetros de las Islas Malvinas, ocupadas ilegalmente por Inglaterra, un aliado estratégico de Washington. «Entiendo que por año llegan más de 100.000 personas a una zona que no tiene mucha infraestructura y que a veces tiene condiciones extremas. Queremos tener la logística y la capacidad para responder a cualquier situación que pueda surgir en esa zona. También para intercambiar ideas sobre navegación en aquellas áreas que son importantes para el movimiento comercial en el mundo», aseguró. Sin mencionarlo directamente, Sullivan apuntó al rol que podría tener la base en el control del Estrecho de Magallanes ante la clausura del Canal de Panamá.

Malvinas, entre el planteo de Hillary y la base de Ushuaia

– Richardson arribó a Buenos Aires en la noche del 2 de abril, fecha de un nuevo aniversario del intento de recuperación de las Islas Malvinas. Hace 14 años, cuando Ud estaba como encargado de Negocios, le tocó acompañar a la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, que visitó Uruguay y Argentina. En ese viaje la entonces canciller dijo que esperaba que en algún momento Inglaterra se siente a dialogar con Argentina para cumplir con las resoluciones del Comité de Descolonización de la ONU respecto a Malvinas. ¿Existe la posibilidad de que la administración Biden retome ese hilo que había dejado Clinton? ¿Qué impacto tendrá la instalación de la base con participación norteamericana en el conflicto por Malvinas?

– No hay ningún cambio en nuestra política hacia las islas. Seguimos teniendo una posición neutral ante la disputa entre dos amigos, como son Argentina y el Reino Unido. Nada de la visita de la generala Richardson cambia eso. Y también, como digo, pensando en las actividades que estamos desarrollando en la zona de Tierra del Fuego, es importante pensar en esos enfoques que mencioné: la investigación científica sobre la Antártida, que es algo que nos interesa a todos, por el tema del cambio climático y la conservación. Hay otros aspectos: el creciente turismo y también la capacidad de respuesta ante cualquier situación que se presente. Nada más que eso, de verdad. No es necesario especular demasiado sobre otras cuestiones.

Un ojo puesto en la ley ómnibus

El subsecretario adjunto también mantuvo reuniones con dirigentes de la CGT, pero también estuvo reunido con el ministro del Interior, Guillermo Francos, con el jefe de Gabinete Nicolás Posse y con el presidente de la Cámara de Diputados Martín Menem. «Tuvimos una excelente reunión Francos. Nos interesa saber cómo van los esfuerzos para buscar consenso en torno a la agenda de reformas. Hablamos del esfuerzo del gobierno para dialogar con diferentes sectores y buscar ese consenso, que nos parece muy bueno», insistió el subsecretario para revelar el interés que tiene la Casa Blanca por la relación de Milei con el Congreso, que posiblemente será determinante para el futuro de un economista de ultraderecha que, hasta el año pasado, observaban con la misma desconfianza que le prodigaban a Bolsonaro. La moneda está en el aire.