Convertido en un burócrata político-literario, Vargas Llosa cumplirá uno de sus sueños más acariciados el 9 de febrero próximo, cuando pronuncie su discurso de entrada a la Academia Francesa.

Según declara, el haber vivido en su juventud en una bohardilla de París, ciudad que fue la Meca de muchos intelectuales de su generación, inspiró su deseo de convertirse en miembro de esa institución. En 1994 ingresó a la Real Academia de la Lengua Española  y en 2010 recibió el Premio Nobel  de Literatura, pero no le resulta suficiente y sigue buscando otros galardones que lo certifiquen como el gran escritor de América Latina, aunque quizá sería más propio decir, como el gran escritor de la lengua hispana, ya que América Latina no estaría a la altura de sus aspiraciones de gloria. No por casualidad su primogénito, Álvaro Vargas Llosa, en 1996 escribió el Manual del perfecto boludo latinoamericano. Es cierto que los hijos no pueden ni deben ser juzgados por los padres que tienen. Pero no es menos cierto que, como suele decirse, “el fruto no cae lejos del árbol” y Alvarito ha heredado la misma tendencia a doblar siempre a la derecha de su progenitor.

Una vez conocida la noticia de su ingreso a fines de 2021,  se desató la polémica y un grupo de intelectuales franceses publicó una carta de repudio en el periódico Liberation. El texto, firmado por el profesor universitario César Itier, la directora de investigaciones del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo (IRD) Evelyne Mesclier, la profesora de la Universidad de París Valérie Robin Azevedo, la investigadora Sylvie Taussig y el antropólogo Pablo del Valle destaca, entre otras cosas, que su ingreso a la Academia Francesa «mancilla la imagen de Francia en América Latina, donde sus posturas extremistas son bien conocidas y suscitan un fuerte rechazo» y que «amenaza con legitimar posturas que pisotean los valores de la democracia a los que Francia quiere asociarse, como la libertad de expresión, la aceptación de resultados de sufragios y el derecho a defender causas sin arriesgarse a perder la vida.»

Y siguen los reproches: Vargas Llosa alentó que los crímenes de la dictadura cívico-militar argentina fueron enterrados bajo un manto de olvido, apoyó al presidente colombiano Iván Duque quien terminó con los acuerdos de paz firmados en 2016 entre el gobierno y las Fuerzas Armadas  Revolucionarias de Colombia (Far), apoyó a la derechista Keido Fuimori, hija del exdictador,  en las elecciones peruanas y habría poseído cuentas en paraísos fiscales.

Las polémicas se reavivan a medida que se acerca la fecha de su ingreso a la institución.

Cabe recordar que en Argentina su elección como disertante en la apertura de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires de 2011 también produjo una ola de críticas.

El inolvidable intelectual argentino Horacio González, que en ese momento era director de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, envió dos cartas a la Fundación el Libro, entidad organizadora de la Feria en las que expresó su posición frente a la elección de esa institución con la que, más allá de la posición política del escritor peruano, rompía la tradición de que la Feria fuera inaugurada por un escritor argentino, del mismo modo que rompe una tradición el hecho de que ingrese a la Academia Francesa un escritor que no escribe en francés.  

En ese momento González expresó que consideraba “sumamente inoportuno el lugar que se le ha concedido para inaugurar una Feria, que nunca dejó de ser un termómetro de la política de las corrientes de ideas que abriga la sociedad argentina». Y agregaba otras frases tales : «Su liberalismo lo expresa de una manera tajante y hasta diría que, si me permite la paradoja, autoritaria también» y «La invitación a Vargas Llosa es una ofensa a la cultura argentina». «Es sabido que hay dos Vargas Llosa, el gran escritor que todos festejamos, y el militante que no ceja ni un segundo en atacar a los gobiernos populares de la región con argumentos que, lamentablemente, no sólo deforman muchas realidades, sino que se prestan a justificar las peores experiencias políticas del pasado.”

La entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner le pidió a González que no siguiera adelante con su reclamo que sin duda sería aprovechado con fines políticos. Vargas Llosa expresó en el discurso del escándalo su  «agradecimiento a la presidente Cristina Kirchner, cuya oportuna intervención atajó aquel intento de veto». Y agregó» ojalá esa actitud se contagie a todos sus partidarios y guíe su propia conducta de gobernante». Sin embargo, su defensa de Cristina a “la libertad de expresión” no le impidió declarar en 2019: “el regreso del peronismo es una catástrofe”.

Al parecer, a Vargas Llosa, quien se declara un defensor de la democracia, lo tienen sin cuidado las decisiones populares. Que ciertas instituciones avalen cada día su prestigio literario pocas veces puesto en tela de juicio parece extenderle un permiso de impunidad lingüística para expresarse incluso contra las elecciones políticas de los pueblos de  manera ofensiva.