Los comensales de Libertad Demitrópulos fue reeditada recientemente por Eudeba dentro de la colección “Serie de los dos siglos” dirigida por Sylvia Saítta y José Luis de Diego con prólogo de Jorge Bracamonte.  Tardíamente valorada y rescatada, Libertad Demitrópulos es una de esas escritoras que ha padecido la proscripción fuera y dentro de la literatura.

 Víctima de distintas anacronías editoriales, muchas de sus obras fueron publicadas o leídas a destiempo: La mamacoca, por ejemplo, obra que data de 1994, fue publicada en 2013. Tal vez porque su forma de escribir no respeta los cánones de la narrativa tradicional o porque en sus historias se abordan temáticas relacionadas con una temprana mirada feminista o, quizás, por sus abordajes políticos en relación con ciertos temas. Precisamente, lo más interesante de Demitrópulos está en los personajes, sujetos sociales marginales, aplazados e invisibilizados y, dentro de ellos, las distintas mujeres quienes cobran un relieve a partir de la mirada anticipada con respecto a su época. 

 Libertad Demitrópulos nació en Libertador General San Martín (departamento de Ledesma, provincia de Jujuy) el 21 de agosto de 1922. Murió en Buenos Aires el 19 de julio de 1998. Libertad era su nombre artístico y Eleuteria el que le vino de nacimiento. Hija de madre salteña y padre griego, cursó la primaria y la secundaria como pupila en un colegio de monjas en Salta. Allí fue castigada más de una vez por ir a leer a la biblioteca sin autorización. A sus 20 años, regresó a Ledesma como maestra normal y, tiempo después, cursó la carrera de Letras en la Universidad de Tucumán.

Es Manuel J. Castilla quien le presenta el que luego fuera su marido y padre de sus hijas, Joaquín Gianuzzi. Es también Castilla quien la respalda para publicar su primer libro de poemas, Muerte, animal y perfume. Pero, quizá, lo más interesante comienza en 1945 cuando Demitrópulos se suma a militar en las filas del peronismo y en 1951 cuando comienza a trabajar en el Hogar Escuela Eva Perón de Ezeiza donde conoció a Evita. Gran parte de esta experiencia aparece reflejada en la biografía Eva Perón titulada Eva Perón y publicada en 1984 por el Centro Editor de América Latina. 

Luego del golpe de estado del 55, tanto Demitrópulos como su marido pierden sus empleos y ella queda postergada y desplazada dentro de la escena cultural y literaria nacional. Además del compromiso político, uno de los aspectos más interesantes de su vida está relacionado con la anticipada lucha feminista que  lleva a cabo a partir de 1970 al impulsar la Fundación Feminista Argentina junto a importantes referentes como María luisa Bemberg.

En la narrativa de Demitrópulos conviven diferentes géneros y allí reside una de sus originalidades: poemas, relatos populares o fragmentos del discurso jurídico o periodístico se alternan para sumar a la historia contada. Lo mismo ocurre al narrar fragmentariamente o desde distintos puntos de vista de los diferentes personajes.

Como si se tratara de una Jujuy actual, en Los comensales aparece cuestionada la familia Blaquier, dueños de Ledesma y cómplices fundamentales de la última dictadura cívico militar clerical argentina. De hecho, gran parte de la historia transcurre en un escenario que remite a dicho ingenio. La novela, publicada por primera vez en Buenos Aires, en 1967, por la editorial Testimonio, comienza con un fragmento del Archivo Capitular de Jujuy, texto que brinda un marco histórico a la narración.

En su libro, Quién pudiera llegar a Ma Noa, publicado por Plus ultra en 1981, Demitrópulos afirma: “la verdad no la da únicamente la documentación historiográfica irrefutable, comprobada, sino también la dimensión imaginaria, la fantasía del escritor y de todo hombre que pueda situarse en esa dimensión A esto yo llamo la transhistoria, que es la que crea personajes y hechos ignorados, subyacentes, anónimos que la historia no ha recogido porque se ocupa solamente de héroes y prohombres.” Es así que la ficción en Demitrópulos va en busca de la verdad histórica a través del híbrido de géneros y la recolección de materiales diversos.

En el caso de Los comensales, la historia de Rosario, es mucho más que su propia historia: es la historia de mujeres que padecen abusos, es la historia de un pueblo que sufre a partir de una huelga y es también la historia que desarticula el accionar de hombre y de mujeres víctimas dentro de ese entramado político y social.  La novela no sólo va exponiendo estos vínculos con el entramado en esa provincia, sino que cuestiona y problematiza el lugar de las mujeres que allí son víctimas de la prostitución. En un país conmocionado, previo al ascenso del yrigoyenismo, aparecen expresiones como “Desde los escritorios del ingenio se gobierna la provincia” o “Moralidad, señores, es lo que falta a nuestros gobernantes” en relación a la provincia de Jujuy y resultan dichos tan vigentes como certeros.   

El reconocimiento tardío de figuras como Libertad Demitrópulos constituye un ejemplo de cómo la literatura puede volverse un lugar de resistencia tan incómodo como necesario en el que ser mujer, escritora y peronista tiene su precio.