¿A quién no le gustan los aniversarios? Siempre son una buena oportunidad para recordar, para revivir e incluso muchas veces también para festejar. En el periodismo resultan la excusa perfecta para escribir varios cientos de notas anuales. Aniversarios de nacimiento, de muerte, cumpleaños; aniversarios de estrenos, de publicaciones, de inauguración; aniversarios de un premio, de una victoria, de un encuentro. Todo es bienvenido a la hora de escribir. Con la industria editorial pasa lo mismo. El año 2014, sin ir más lejos, los aniversarios conjuntos del nacimiento de Julio Cortázar (30°) y de la publicación de Rayuela (50°) hicieron que los libros del autor argentino brotaran de las librerías como petróleo en el golfo Pérsico.

En menor escala, pero no menos significativo resultó el hecho de que tres libros dedicados al cineasta y escritor italiano Pier Paolo Pasolini coincidieran en su arribo a las bateas, durante los últimos días del año pasado. La explicación es simple: en 2022 se cumplieron 100 años de su nacimiento y distintos sellos aprovecharon la oportunidad para poner al alcance de los lectores algunos de sus trabajos u otros, dedicados a analizar su obra. Así es el poder de los aniversarios.

Se trata de Porno-Teo-Kolossal (Interzona Editora), una suerte de guion escrito en prosa que el asesinato de Pasolini en 1975 dejó inconcluso. A este se suma la edición de su primera novela, Chavales del arroyo (Nórdica Libros), escrita durante la posguerra y publicada por primera vez en 1955. Por último está Pier Paolo Pasolini y el tercer mundo (Editorial Eduntref), en cuyas páginas se compilan un conjunto de ensayos surgidos de un encuentro dedicado a la obra del italiano, durante el III Coloquio Literatura y Margen, organizado en Buenos Aires por la Universidad de Tres de Febrero y la italiana Universitá degli Studi dell’ Aquila el 2 de noviembre de 2015, en coincidencia con los 40 años de la muerte de Pasolini. Es decir, otro aniversario.

En busca de Pier Paolo Pasolini

Los textos incluidos en este último intentan develar los elementos que signaron la relación del autor de Teorema con aquellos países y regiones que en la década de 1970 (y también después) eran considerados como los márgenes del mundo. En ellos, escritores y ensayistas argentinos e italianos, como Daniel Link, Eduardo Grüner, Ana Amado, Massimo Fusillo, Lucíaa Faienza, Diego Bentivegna, Miguel Rosetti, Gianlugi Simonetti y Luca Zenobi exploran diversas cuestiones, siempre con ese horizonte como objetivo. Por ese camino, todos ofrecen miradas reveladoras sobre un artista que decidió colocar a lo marginal el centro de su obra, tanto en la literatura como en el cine.

Esto también se percibe en los otros dos títulos de su autoría recientemente publicados, que, de forma espontánea y sin proponérselo, permiten observar los primeros pasos del Pasolini escritor y los últimos que dio en su rol de cineasta. Su lectura en paralelo ofrece la posibilidad de establecer la evolución artística que tuvo lugar en esas dos décadas que van de la publicación de Chavales del arroyo, en 1955, a la escritura de Porno-Teo-Kolossal en 1975.

En la primera Pasolini pinta con palabras un fresco de la vida en los arrabales de una Roma arrasada por la guerra. Un paisaje en el que es posible detectar coincidencias notorias con el neorrealismo italiano, que por entonces redefinía la estética cinematográfica de su país. Con su habitual sensibilidad y trazo firme, el por entonces novel autor, que recién comenzaría su carrera cinematográfica cinco años después, en 1961, retrata a un grupo de personas, en su mayoría hombres jóvenes, para brindar un panorama desesperanzador muy cercano a la consigna del No Future que el movimiento punk enarboló recién dos años después de su asesinato.

En el otro extremo, Porno-Teo-Kolossal incorpora el formato de la alegoría religiosa, otra de las obsesiones pasolinianas, para contar una historia igualmente oscura. Tomando como modelo la historia de la Anunciación y los Reyes Magos, crea una alegoría en la que el mundo actual no se diferencia en casi nada de aquel que La Biblia describe al hablar de Sodoma y Gomorra, las ciudades del pecado. Un tema que Pasolini ya había abordado in extenso en películas como El Decamerón (1971) o Saló o los 120 días de Sodoma (1975).