Un salto creativo permite poner en escena el cruce de un clásico del teatro universal con su adaptación por el cine clásico argentino. Esta fusión de géneros es una apuesta difícil y poco común en la escena porteña. La pieza La dama del mar se apropia doblemente del film de Mario Soffici, con Zully Moreno como protagonista, a la vez que da cuenta de la pieza original de Henrik Ibsen. 
La adaptación de Marcelo Pitrola, Diego Lerman y María Merlino traspone a una sensibilidad contemporánea, que interpela al público local, aquello que hace que una obra sea clásica. En el teatro Sarmiento, con creatividad llevan al público al corazón de la trama, al mismo tiempo que exponen un múltiple juego con el tiempo y la ficción.
–Varias de sus obras se enfocan en los años cuarenta y cincuenta…
María Merlino:–En realidad,eso se fue dando. Cuando estábamos investigando para hacer La dama del mar, vimos que Soffici y Zully Moreno habían hecho su versión y no podíamos dejarlo pasar. Además resultó una forma de encarar un clásico como Ibsen.
Marcelo Pitrola: –Sí, se trató de una manera de apropiarnos de la obra y de reflexionar sobre lo que implica adaptar un clásico. Porque a través de la ficción que construimos alrededor de la película de Soffici, también reflexionamos sobre qué significa apropiarse de una obra de otra época y realizarla en nuestra contemporaneidad. ¿Qué nos interpela de esa obra del pasado? 
–Pareciera que el juego de la representación teatral que ustedes proponen busca hacer más accesible el tema de las pasiones y contradicciones humanas.
Diego Lerman: –Sí, más que la trama, hay algo del estado de Elida, la protagonista, que tiñe un poco nuestra puesta. Hay algo contradictorio que también toca a los otros personajes y que tiñe la totalidad. Es un estado relacionado con lo contradictorio y lo innombrable, con aquello que no encuentra palabra y no encuentra cauce y sale disparado a través de diferentes pequeños actos y momentos, que son los que configuran ese estado en su totalidad. La idea era aferrarnos a ese algo que tiene la protagonista.
MM: –En la obra de Ibsen, Elida tendría socialmente todo lo necesario para ser feliz. Pero está en una búsqueda que va más allá, aunque no sabe bien qué es y eso la hace un personaje muy atractivo. Después, está Zully Moreno, intentando hacer de Elida, al mismo tiempo que es una mujer de los años cincuenta. La Zully que representamos en el escenario parece que está tomada por algo del otro personaje que no puede comprender claramente. Son interesantes en la medida en que les sucede algo no definible y misterioso.
DL: –Nosotros trabajamos en esa fusión: la obra de 1888, con Ibsen como gran clásico del teatro moderno, y la película de Mario Soffici, filmada en 1952. Un clásico del cine argentino con una mirada muy particular. Y ahí el objetivo central era hacer una obra producida por un teatro oficial, con otros modos y despliegue de producción pero con ciertas inquietudes del grupo que ya venimos trabajando. En esa coctelera metimos todo.

Esquivar la solemnidad

–La dama del mar incorpora un gesto humorístico y otro didáctico; este, centrado en las biografías de Soffici y Moreno.

DL: –Se necesitaba informar quién era Soffici, qué representaba La dama del mar en su filmografía y quién era Zully Moreno para que nadie quedara fuera del juego de esos mundos que dialogan.

MP: –Hay un personaje (una investigadora) que, de una manera un poco brechtiana, permite tomr ciert distancia, es un juego presente en la obra: una impronta didáctica y lúdica.

DL: –Ese gesto humorístico nos permitió salir del lugar solemne en que se suele poner a los clásicos. Abordar un clásico tiene que ver con apropiárselo y darle una impronta que tenga en cuenta que interpela a otra sociedad, que el espectador es otro, influido por el paso del tiempo, las tecnologías, los conflictos sociales, etc. Pero hay algo de ellos, lo esencial, que se mantiene. Para mí, se trata de ver a «la dama del mar» como una mujer que va contra las convenciones sociales.

El dato

La dama del mar se presenta de jueves a sábados a las 21 y domingos a las 20 en el Teatro Sarmiento, Av. Sarmiento 2715 (Plaza Italia).