“Soy madre de dos niños. Del hecho de ser madre me surgieron un montón de interrogantes. Comencé a trabajar en una ONG de prevención del abuso sexual infantil. Empecé a dar capacitaciones y charlas sobre el tema en escuelas para adultos y, sobre todo, para los niños sobre abuso sexual infantil. Escribí siempre. Tengo escrita una novela y publiqué un libro de poesía. Cuando trabajaba en las aulas con chicas y chicos, sentí que me faltaba a mí un libro para trabajar con ellos. Entonces escribí el libro que me hubiera gustado tener a mí para trabajar con los chicos y las chicas. Me puse a estudiar Psicología y estoy ahora presentando mi tesis.”

De esta forma se presenta Erica Picever, autora de “El día que volvieron los colores”, un cuento y una guía sobre abuso sexual infantil, publicado por editorial Chirimbote, con ilustraciones de Ro Ferrer y prólogo de la escritora y psicoanalista Claudia Masin.

El libro está destinado a niños y adultos por lo que es un cuento protagonizado por Dante, un chico abusado por un amigo de la familia y, a la vez, profesor de circo, y es también guía para padres, maestros y adultos en general a la que se puede acceder a través de un código QR. Una herramienta de trabajo fundamental a la hora de prevenir y detectar problemas de abuso sexual infantil.

-¿Cómo está pensado este libro?

-Como una herramienta de prevención para fomentar el diálogo y que se hable del tema y se pueda trabajar con las infancias desde el lugar de los docentes, en las casas con las familias. El libro tiene un link con una guía destinada a las personas adultas porque entendemos que al sacar a la luz estos temas pueden surgir muchos interrogantes a los que, a veces, los adultos no saben bien cómo responder. La guía apunta a ayudar en ese sentido y también marca qué indicadores puede haber en los chicos que den cuenta de un posible abuso. También tiene números en los que buscar ayuda, si quieren hacer una denuncia. “El día en que volvieron los colores” está compuesto de una parte literaria, más lúdica, destinada a las niñeces y otra que es un acompañamiento para los padres y las madres para que puedan abordar la temática de la mejor manera posible.

El libro habla de un amigo cercano, profesor de habilidades circenses, que es un abusador. Generalmente el abuso se produce dentro del círculo de adultos más cercano a niño. ¿Pero qué pasa cuando es el propio padre o a propia madre quien abusa?

Ésa fue una de las preguntas que me formulé en el momento de escribir el libro, porque la incidencia del abuso intrafamiliar es enorme. La gran mayoría de los abusos se da dentro de las casas por parte de familiares. Me resultaba difícil imaginar a un padre o una madre abusadores leyéndole un cuento a un hijo sobre el tema. Me pareció que hablar de algo muy cercano y de confianza era una manera más amable de abordar el tema para que los chicos entiendan que, a veces, las personas adultas, sean quienes sean, hacen cosas que no están bien. Eso está mal venga de quien venga. En casos como el que planteás, se produce una “tormenta perfecta”. Eso se vio mucho en la pandemia en que hubo chicos que quedaron atrapados con los abusadores.

-¿Dónde pueden pedir ayuda los chicos?

La escuela es el lugar estratégico para pedir ayuda,  si hay cierta capacitación docente, si  hay ESI, si hay maestros amorosos. También están los vecinos. En la comunidad existe la ley de corresponsabilidad. Todes estamos obligados a denunciar si vemos algún caso de violencia, de maltrato, de abuso hacia las infancias. Se espera que si el chico o la chica plantean el problema, la escuela tome cartas en el asunto. Si se trata de niños no escolarizados, puede ser un familiar, un vecino, alguien que pueda darse cuenta de los que está pasando. La idea es que, con la prevención, a los chicos y a las chicas se les encienda una alarma. El libro habla de secretos, de las partes íntimas, en fin, da pautas como para que haya conductas de los adultos que, si les comienzan a parecer raras, piensen a quién pueden pedirle ayuda.

-¿Los chicos se sienten culpables del  abuso que ejerce un adulto?

-Sí, es la culpa es una de las primeras sensaciones que les surge. Sienten sensaciones encontradas porque es, por lo general, quien abusa es alguien conocido y querido: el abuelo, el tío, el primo, el amigo de la familia…Entonces les resulta raro que alguien que quizá por las noches les cuenta un cuento antes de dormir en otro momento abusa de él. Esto es una bomba en el psiquismo de las víctimas. La consecuencia es arrasadora. Es algo que resulta muy difícil de procesar. El libro trata de dar un poquito de luz a este tema tan serio. Hablo en masculino no es que no haya abusadoras mujeres, pero en el 90 por ciento de los casos, son hombres.

En el prólogo del libro, dice que cuando el abuso se puede hablar y procesar, quien lo padeció deja de ser víctima para ser sobreviviente. Se sobrevive a una catástrofe natural, a la muerte de un ser querido, a un choque grave…¿El abuso sexual tiene esa misma impronta? Lo digo porque “sobreviviente” es una palabra muy fuerte.

-Sí, el abuso deja un estrés postraumático muy fuerte. Sobreviviente es aquel que sobrevive a situaciones tan graves como las que decís o como una guerra en la que un compañero vuela en pedazos. El abuso tiene ese efecto y el sobreviviente abraza mucho esa palabra porque la víctima es pasiva, sólo recibe el daño y no puede hacer demasiado.  La palabra sobreviviente tiene otros sentidos, habla de alguien más militante, que puede hablar que, como dice en un momento en el cuento, sabe que no es sólo eso, no es sólo una víctima, es también otras cosas.

-¿Qué consecuencias tiene el abuso sexual en la vida adulta cuando no se puede hablar y procesar?

Las víctimas hablan cuando pueden, esto es así. El trauma funciona muchas veces como una información que, por su fuerte carga emocional, no se guarda bien en el cerebro. Es como ver un tsunami de frente. El psiquismo hace lo que puede y lo guarda fragmentado o de a partes, de a ratos. Por eso, a veces a los sobrevivientes les cuesta mucho recordar, porque sólo recuerdan una parte que puede ser un olor, un ruido…Es un relato al que le faltan partes y entonces a veces no saben si pasó o no pasó. A veces, a partir de una sintomatología, de una terapia pueden comenzar a tirar de un hilito y eso empieza a salir. Hay gente adulta, por ejemplo, que si de chica fue abusada por su abuelo y éste ya murió, no tiene ganas de afrontar las consecuencias de tirar esa bomba en la familia. Si era su abuelo materno, piensa que le va a hacer mal a su mamá. Si no le pasó a otros primos, se puede dudar de ella. Muchas veces se calla por lo que va a traer aparejado contar lo que pasó. En cuanto a lo que me preguntabas, la sintomatología de los que no hablan es mucho peor que la de los que hablan. Cuando las personas no hablan, hablan sus síntomas. En los consutorios se ven personas con trastornos de la conducta alimentaria, con problemas de abusos de sustancias, con intentos suicidas, con diferentes patologías que, cuando cuando el profesional comienza a tratar al paciente ve que hay un trauma de abuso sexual. Hay tratamientos específicos para el trauma que tienen evidencia científica y funcionan maravillosamente bien. No ayuda cualquier tipo de terapia. EMDR es la sigla de un tratamiento específico para este tipo de trauma.

-¿En qué consiste?

-Es una terapia que apunta directamente al evento traumático, no se va al profesional a hablar de la familia o de los conflictos con la madre. Es una técnica específica con evidencia científica avalada por la OMS. La psicóloga estadunidense Francine Shapiro descubrió que quien implementó esta técnica para aliviar el estrés postraumático. A esta terapia la llaman “mover los ojitos”. Ella investigó qué pasaba con los soldados que volvían de la guerra de Vietnam y observó que por la noche, en el sueño, en el movimientos de los ojos( rapid eye movement)  había cierto alivio de la sintomatología. Se preguntó entonces qué se podía hacer para que en la vigilia se produjera ese mismo movimiento bilateral de los ojos para ayudar a procesar el trauma. Así nació esta terapia que hace que aquél trauma, aquél recuerdo que por el monto de emoción quedó mal procesado  en un lugar del cerebro, pueda procesarse mejor y produzca un alivio.  

 

Los datos dicen que hay más hombres abusadoras que mujeres. ¿El abuso sexual de la infancia está relacionado con la sociedad patriarcal?

-Lo que puedo decir es que no se trata de una enfermedad, porque en ese caso también tendría que haber más mujeres que se comportaran de la misma forma. Yo tengo una mirada de género y, desde esa mirada, creo que está relacionada con el patriarcado porque el hombre siempre creyó que los cuerpos le pertenecen. Pero aquí estoy dando una mirada política y personal. La ciencia lo que dice es que las estadísticas muestran que hay más abusadores entre los hombres que entre las mujeres. No explica por qué. Particularmente creo que el abuso sexual es un abuso de poder.