Durante el parate del fútbol argentino, Diego Dabove volvió a mirar 84 partidos, todos los que dirigió entre Godoy Cruz (30) y Argentinos Juniors (54). Algunos hasta los analizó más de una vez, recluido en el encierro forzado en San Manuel, un pueblo de 1126 habitantes al sur de la provincia de Buenos Aires. “Está la familia de mi señora. La pasamos bárbaro, tranquilos, con los perros”. Le sumó entrenamientos por Zoom y charlas telefónicas con otros técnicos, como el Tata Martino y el Tigre Gareca. Entrenador de arqueros en 15 equipos con 12 cuerpos técnicos, Dabove dice que no es de volar alto, aunque clubes grandes ya le pusieron el ojo. En la semana del regreso de los planteles de la Liga Profesional a las prácticas, habla desde su oficina en el renovado predio del Bajo Flores. A los 47 años, se siente seguro como DT después del subcampeonato con Godoy Cruz en 2018 y de clasificar a Argentinos a la Copa Libertadores.

-¿Estás rodeado de papeles?

-La mayor cantidad de papeles que tengo en el escritorio tienen que ver con la actualidad del club. Pero después tengo recordatorios: frases que te ayudan a mantener los pies sobre la tierra, la humildad. El ambiente del fútbol, cuando estás en un buen momento, te eleva a un lugar peligroso.

-¿De dónde viene ese rasgo obsesivo?

-Siempre fui especial con el fútbol, de chiquito. Me gustaba ver a los entrenadores, ir a mirar partidos de rivales, leer qué figuras aparecían en inferiores. Y anotar todo. Tengo anotadas todas las formaciones mías en Lanús desde fútbol infantil hasta Cuarta División, más de 300 partidos. Tengo la carpeta en la casa de mi vieja. Inconscientemente ya tenía el entrenador adentro.

-¿Cómo se gestiona un grupo?

-Lo hago naturalmente. Empecé a dirigir a los 45 años pero con 20 de pasar por vestuarios jodidos, alegres: y descendí, salí campeón, estuve cuatro meses en un club y dos años en otro; pasé por Boca, River, Racing, Independiente. La chance de dirigir me agarró con mucha experiencia. Después, por el lugar de entrenador de arqueros en los cuerpos técnicos, generaba un vínculo distinto con el jugador. Cuando me tocó ser cabeza de grupo, me pregunté: “¿Pongo distancia?”. Seguí igual, con un vínculo muy cercano con el futbolista. La distancia y el respeto aparecen solos.

-¿Cómo es volver a los entrenamientos en los días con más muertes y contagios de coronavirus en Argentina?

-Lo hablamos de entrada con el grupo: transitar esta posibilidad que nos dieron de volver a hacer lo que nos gusta con el respeto que se merece el momento. Es venir a entrenar con los protocolos que nos bajó el sistema sanitario de AFA, y de ahí a casa a seguir con la cuarentena. Es lo que intentamos bajar. El poder salir de casa nuevamente después de tanto tiempo les da a los jugadores unas ganas terribles de estar juntos… Hoy estamos divididos en grupos de seis. Y al grupo que termina lo echamos para que no se quede a charlar con el otro. Tomar mate con el utilero, ir a hincharle las pelotas al que está en la camilla, esa aglomeración de gente, no se puede. Se extraña, pero hay que adaptarse. Ahora hacemos hincapié en el cuidado en los entrenamientos y, sobre todo, en las casas, el personal.

-¿Lo más difícil es llegarle al futbolista y convencerlo?

-Por todas las charlas que tuvimos por Zoom durante estos cuatro meses, por cómo está la sociedad, saqué como conclusión que es importante la metodología, la información y la idea de juego, pero es igual de importante el factor humano: cómo gestionás la mente del grupo, el mensaje. Es igual: 50 y 50. Después, en los distintos momentos de los equipos, hay que hacer hincapié más para un lado que para el otro.

-¿Los clubes tienen estilos de juego?

-Hay clubes que sí, y a otros el estilo de juego se lo impone el entrenador de turno. En Godoy Cruz, el hincha históricamente es de paladar fino. En Argentinos me pasó lo mismo: hay que tener lectura de la situación y de la historia del club. Y, a partir de eso, acomodar la idea de juego propia. El análisis que hice antes de venir fue que en un porcentaje muy alto, el plantel había estado un año con el Gringo Heinze, que hizo un campañón impresionante en la B Nacional, y después con Alfredo Berti. Era un equipo en el que podíamos hacer lo que teníamos pensado.

-¿Hay muchos en el fútbol que se creen que se las saben todas?

-En algún momento dije que cuando te pensás que inventaste algo o te ponés un poquito por arriba del resto, el fútbol te acomodaba en dos minutos: te mete enseguida en el lugar que corresponde, pum, 5-0 contra cualquiera y ya te acomoda. Lo dije porque es real, pero más pensando en mí como entrenador, una autocrítica, y en el mensaje que le bajo al grupo.

-¿Hasta qué punto un entrenador tiene que “venderse”?

-De alguna manera, cada uno se vende. Después, hay que buscar la forma. No dejamos de tener la necesidad de trascender más allá de que te acompañen los resultados. Somos un producto, y a los productos hay que hacerlos visibles, hay que tener una marca registrada. Hay mil formas.

-Dijiste que hay entrenadores a los que se les falta el respeto.

-Quizá porque se los desprecia y olvida. Soy un apasionado del fútbol y conviví con otras camadas. Trabajé en Huracán y Lanús con Chiche Sosa, que era un sabio, y me llevaba a Rond Point y te ibas con la panza llena de fútbol. Con mi cuerpo técnico fuimos a cenar con Mostaza Merlo y el Polaco Daulte y no te querés ir más. Hay que ser respetuoso, escuchar a esa gente, estarle cerca. Tienen mil partidos en el lomo. Pasaron las buenas y las malas. Siempre te dejan algo puntual que te sirve. Tienen esa cosa paternal. Yo voy y los mato a preguntas. La edad tiene que ver con la vigencia, con la experiencia y con reinventarse todo el tiempo, como Miguel Russo. España es la liga con el porcentaje más joven de entrenadores en las principales ligas europeas. Pero salió campeón del mundo con Del Bosque y de Europa con Aragonés.

-¿Un entrenador debe ser docente?

-Hay gente que hace docencia de verdad. Sí intento aconsejarlos y acompañarlos desde la experiencia: que cuiden su vida profesional, que estén atentos a lo que suben a las redes sociales, con quiénes se juntan. Es parte de nuestro trabajo. No dejan de ser jóvenes de 20 años que se encuentran en un mundo que les cambia la vida de un día para el otro. A todos nos costaría enfocarnos. El jugador inteligente hoy saca ventajas.

-¿Cómo es un futbolista inteligente?

-Hay muchos, no creo que escaseen. Y además, con la cantidad de información y herramientas que tenemos desde el cuerpo técnico para darles, hoy generamos jugadores inteligentes. Entienden mucho de táctica, están atentos a los detalles, como las pelotas paradas. Sin mirar tanto fútbol como antes, porque hay otras posibilidades de entretenerse, el jugador creció en el entendimiento del juego. Nosotros tenemos a Hauche y a Matías Caruzzo, dentro de un grupo competitivo e inteligente. Y tuve a otros como el Pato Abbondanzieri, el Pelado Almeyda y Diego Milito, que desde la inteligencia aportaban todo el tiempo.

-¿Qué lugar le das a los datos?

-La información y el análisis de video es fundamental. El tema está en lo práctico que seamos para bajarle la información justa al jugador, lo que creamos necesario, cosas muy puntuales. La línea tiene que ir por el lado del orden y no por el del exceso de información.

-¿Por qué Argentinos tenía que ser un equipo “hijo de puta”?

-Fue una frase, una metáfora que buscábamos para el momento en el que llegamos. Sabíamos que había mucho talento, que el equipo tenía cualidades para salir adelante, pero que había que reacomodar la cabeza, lo anímico, y apuntamos para el lado del carácter. Quedó esa frase registrada.

DIEGO MARADONA Y ALBERTO FERNÁNDEZ

-Como maradoneano, ¿cómo es dirigir en el club del que salió Maradona?

-Es hermoso, más para los de mi generación. Los campeones del mundo del 86 son superhéroes, y ahí vimos lo mejor de Diego. Jugar de local en el estadio que lleva su nombre, verlo a cada rato en las paredes en imágenes y cuadros, es espectacular. Aún no nos cruzamos como técnicos. Ojalá venga ese momento.

-“Es increíble cómo juega Argentinos. Me gusta mucho Dabove, que para mí es el técnico revelación”, dijo Alberto Fernández.

-Son lindos los piropos, sobre todo para el club y el grupo. Clasificamos a la Copa Libertadores y prácticamente no habíamos podido festejar, saludarnos, darnos cuenta de cómo cambió todo en un año y medio. Hoy el club está muy bien, empezamos a entrenarnos en nuestro predio y el equipo logró un nivel muy alto y se ha sostenido ahí. Hay que seguir metiéndole.