Colin Kaepernick se había quedado sentado en el banco mientras sonaba el himno estadounidense en dos partidos de pretemporada de los San Francisco 49ers, su equipo de la National Football League. Nadie le había preguntado por qué. Hasta que el pasado 26 de agosto, después de enfrentar a los Green Bay Packers, el periodista Steve Wyche lo hizo. A Wyche le habían contado que Kaepernick participaba de «Black lives matter» («Las vidas negras importan»), un movimiento de protesta por los abusos policiales contra los negros.

«No me voy a poner de pie para mostrar orgullo por la bandera de un país que oprime a los negros –respondió Kaepernick–. Eso es más importante que el fútbol. Sería egoísta mirar para otro lado. Hay cadáveres en las calles y gente que cobra un sueldo, asesina y se sale con la suya. Cuando la bandera vuelva a representar libertad y justicia para todos, me pararé».

Kaepernick recibió amenazas de muerte. Fanáticos del fútbol americano quemaron camisetas del mariscal de campo de los San Francisco 49ers. «Si algo llega a pasarme, quedará demostrado mi argumento. Todos escucharían fuerte y claro por qué ocurrió, y este movimiento avanzaría a una velocidad mayor de la que ha tenido. Desde ya, no quiero que ocurra, pero me doy cuenta de lo que podría pasar». Kaepernick –y Wyche– son afroamericanos. Desde entonces, el jugador no se cortó el pelo, y en lugar de quedarse sentado, cuando suena el himno apoya una de las rodillas en el suelo, un gesto que se expandió en Estados Unidos entre otros deportistas, en universidades y escuelas.

El fútbol americano es cuna de patriotismo. Aviones de combate sobrevuelan los estadios, banderas estadounidenses cubren toda la cancha y uniformes, en ocasiones, honran a los militares. En 2015, los 25 programas de TV más vistos en Estados Unidos fueron partidos de la NFL. El Super Bowl es el súmmum. En ese mundo apareció Kaepernick. Pero también en un deporte en el que el 70% de los jugadores son negros y el 80% de los hinchas blancos. «Es tan o más importante que el fútbol en Argentina, como Boca y River. ¡Es una religión!», dice a Tiempo Andrei Markovits, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Michigan y estudioso de la cultura deportiva estadounidense. «Kaepernick, para algunos, está violando un ritual. Encima, es como si Marcos Rojo, no Messi ni Mascherano, se pusiera de rodillas durante el himno argentino. Aquí no hay una etnia predominante. Nos unen pocos símbolos pero poderosos. Y uno es la tradición del himno al inicio de todas las competiciones deportivas». Kaepernick es suplente en los 49ers. Sin embargo, en misas que se celebraron para su protección, lo nombran junto a los deportistas que se rebelaron en la historia ante el racismo, desde el beisbolista Jackie Robinson, el boxeador Muhammad Ali y los atletas Tommie Smith y John Carlos, los símbolos del Black Power en los Juegos Olímpicos de México 1968. Harry Edwards, el sociólogo de la Universidad de Berkeley que impulsó a levantar el puño enguantado a Smith y Carlos, dijo que «en cada generación, en un momento, alguien da el paso adelante y carga la responsabilidad».

Kaepernick nació hace 28 años en Turlock, California. Allí viven 601 afroamericanos entre los 70 mil habitantes. Hijo adoptivo de Teresa y Rick, una pareja de blancos ricos, Kaepernick fue acusado de antiestadounidense y antimilitar, y de radicalizarse por su novia musulmana. Decidió donar el dinero de las ventas de su camiseta, la más solicitada en la página web de la NFL, a los grupos que luchan contra la desigualdad y la brutalidad policial. En 2015 fueron asesinados 1134 afroamericanos por la policía en Estados Unidos. Representan el 2% de la población, pero el 15% del total de muertes. «¿Por qué Kaepernick? ¿Por qué ahora? –se preguntó el escritor Tim Keown en The Undefeated–. La historia de su surgimiento como símbolo de la protesta es oportuna en un mundo que se ha disuelto entre la discusión y la discordia. Nos dicen que vivimos en tiempos de polarización, pero no hay ningún polo en debate. Necesitábamos una palabra que describiera la ausencia completa de términos medios». El republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton participarán hoy del segundo debate presidencial. «Son mentirosos probados –sostuvo Kaepernick luego del primero–. Y casi parecía como si intentaran debatir quién es menos racista». En el fútbol americano, la posición de mariscal de campo –quarterback– es tradicionalmente ocupada por un blanco. Los negros, dictan los patriotas de la NFL, son para correr y chocar. Kaepernick, ahora, dirige el juego.