Matilde no se conocía con Rosita, aunque sus sueños parezcan tan cercanos. Nereo nunca creyó que por 10 días no iba a tener que viajar desde José C. Paz hasta el Cenard, en Núñez, para entrenarse. Francisco no se imaginó dejar Neuquén como un gran atleta para ir a Buenos Aires.

Franco desde chico siempre respondió que iba a ser jugador de rugby y ahora por unos días se siente así. Ellos son algunos de los 530 jóvenes de 29 deportes que fueron convocados en el Cenard para vivir durante días días como si estuvieran en una Villa Olímpica y para prepararse para los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018.

Son el futuro. Tienen una cabeza distinta. A los 14 o 16 años dan la sensación de estar un paso adelantado. Saben lo que quieren y con la frescura de sus miradas lo transmiten: son adolescentes que sueñan con representar a la Argentina en unos Juegos Olímpicos.

Delfina Pignatiello es una de los mayores esperanzas de la natación. Oriunda de San Isidro dio el golpe en diciembre pasado: en el Mundial de mayores Indoor de Canadá se metió, con 16 años, en la final de los 800 metros.

Prácticamente nació en una pileta: “Mi mamá es profesora de natación y me llevó desde bebé. Crecí en el agua y sueño con llegar a Tokio 2020”. Delfina estuvo a un paso de competir en Río 2016: “Las marcas B me daban para ser invitada, pero no sucedió, me quedé con las ganas. No veo la hora de llegar a Tokio”.
Mientras estira, cuenta que no descuida los estudios y que es abanderada en el colegio: “Me entreno a las seis de la mañana, voy al colegio. Después hago la tarea, voy al gimnasio y de nuevo al agua. Mi modelo a seguir es Paula Pareto porque pudo competir y terminó sus estudios. Yo quiero hacer lo mismo, quiero estudiar Bioteconología o Nutrición”.

Pareto, medallista de oro en Judo en Río y médica, es un nombre muy escuchado entre los chicos como también lo explica Matilde Márquez: “Quiero hacer las dos cosas, estudiar y competir como Pareto, tengo pensado seguir Ciencias Políticas y Relaciones Iºnternacionales. Mi especialidad es el tiro deportivo. Los chicos en el colegio piensan que mato personas o que cazo, pero lo mío es de precisión, es un deporte que requiere de concentración y de preparación mental y física”.

Matilde vino desde Córdoba, usa anteojos que parecen lupas, es pequeña y muy flaca, pero es capaz de agarrar un arma y darle al blanco a 10 metros de distancia: “Mi papá colecciona armas y a los diez me llevó a un campo de tiro. Me gustó y ahora me siento una deportista”.

María Rosa Mastrolía también es muy chiquita, el arco parece pesarle, pero lo levanta con una facilidad de profesional, apunta concentrada y lanza en el blanco: “Cuando digo que soy arquera se piensan que me dedico al fútbol”. Rosita es de Luján y su pasión por la arquería se la debe a su tío, que lo practicaba: “Me encantó desde chica pero no veo las películas en las que la heroína tiene arco y flecha, porque no es arco deportivo, como el mío”.

Nereo Polanco tiene 15 años. Vive en José C. Paz y todos los días viaja más de dos horas en colectivo para entrenarse en el Cenard. Se dedica al pentatlón moderno, prueba de las más exigentes: el atleta tiene que destacarse en natación, equitación, esgrima, tiro y atletismo. Nereo, que es el campeón mundial sub 15, sale del agua y con una sonrisa cuenta: “No caí cuando gané en Estados Unidos. Siempre digo que tengo ventaja sobre los demás, porque si me aburro de un deporte, tengo otros cuatro para divertirme. Mi favorito es la carrera. Todos los días voy al colegio, como en casa o me compro algo por ahí y vengo en bondi para acá. Me entreno, hago algún deporte, vuelvo a casa, hago la tarea y me voy a dormir. Es lo que elegí, me gusta, aunque me pierdo salir con amigos”, explica antes de volver al agua.

El rugby, que volvió en Río como disciplina olímpica, tendrá su competencia en Buenos Aires 2018. Santiago Etayo juega desde los 5 años en Mar del Plata, es medio scrum y sueña con vestir la camiseta de Los Pumas. “Mi ídolo es mi viejo”, dice. Franco Florio también empezó a los 5 pero en Belgrano. Hoy con 16 es uno de los más rápidos: además de jugar al rugby se entrena en el Cenard en Atletismo en 100 metros. “Juego desde chico, soy wing. Esta experiencia está muy buena, tuvimos una concentración en diciembre con 42 chicos y tras el corte quedamos 24”, cuenta.
Los chicos del canotaje posan como si se tratara de la foto anual del colegio. Son campeones sudamericanos: “Me llamo Valentín Rossi, casi como el motociclista, pero hago canoa. Mi sueño es lograr una plaza para Buenos Aires. Soy triple campeón continental y argentino. Me siento un privilegiado de estar acá”.Francisco Pandolfi es de Neuquén y piensa al contestar sobre sus logros: “Eh, soy campeón argentino de menores, fui el mejor entre 76. Hago slalom y dije wow cuando lo vi por la tele. Mi mamá averiguó y empecé”. Lo acompaña Chiara Gutiérrez, de Rosario, quien también tiene un título: “Desde diciembre que hago esta especialidad, que se hace arrodillada en la canoa. Salí campeona en el sudamericano de Chile y ahora sueño con un podio en los Juegos”. El mismo sueño olímpico lo tiene Joaquín Lukac, de Tigre: “Paseaba de chico en la canoa de mi tía hasta que decidí a meterme en un club. El kayak se practica de más grande, pero me mandé”.

El atletismo también tiene su gran promesa y se llama María Morena Maldonado, de 14 años y de Wheelwright, Santa Fe (10 mil habitantes), y hace apenas siete meses que empezó a competir. En diciembre se consagró campeona sudamericana en lanzamiento de bala. “No tenía idea qué era este deporte, jamás lo había visto. No puedo creer estar entre los más destacados del país. En casa me bancan y por suerte no me llevé materias”, dice mientras juega con la bala, como si se tratara de una pelotita de golf, como si sus sueños –los de todos- estuvieran en la palma de sus manos.

Se busca la excelencia deportiva

Por Sebastián Crismanich Campeón olímpico

Es un Campus histórico para nuestro país, nunca se juntaron tantos chicos de todo el país en un mismo lugar y con un mismo objetivo. Se busca la excelencia y que vivan la mayor experiencia de sus vidas. Tienen que aprovechar esto porque el tiempo no vuelve.

Nosotros, deportistas y ex deportistas, les contamos por lo que están atravesando y lo que significa ser un atleta olímpico, ser un medallista olímpico.

Sin dudas que me hubiese gustado ser parte de un evento como este cuando era más joven y el hecho de tener unos Juegos Olímpicos en casa lo hace todo mucho más interesante, nos da una energía extra. Me tocó pelear de local y la verdad es que te potencia.

Los chicos son muy curiosos, se me acercan para saber qué se siente ser campeón olímpico, quieren saber cómo me cambió la vida, el antes y el después del oro en Londres 2012.

Yo les digo: «Imagínense cumpliendo su sueño». Y los ojos se les abren como el dos de oro, se ríen. «Imaginate convivir con eso todos los días. Hoy puedo decir que tengo mi sueño en el bolsillo que es imposible ser infeliz de esta forma, que quiero contagiar y multiplicar esa sorpresa que me dio la vida.»

Son chicos que vienen con mucha esperanza e ilusión por lo que se viene, que le dedican mucho esfuerzo y que llevan su vida de la mano del deporte. Es una camada que está dispuesta a escuchar. Hay un futuro mejor del presente que tenemos.