Antes de llegar a la caja de un supermercado de Comodoro Rivadavia, un pibe frena a Sebastián Vega. “Te felicito por la carta”, le dice. La carta: una publicación en Twitter en la que, a los 31 años, contó que es gay. Fue el primer basquetbolista argentino en hacerlo. “Sé que no se puede por la cuarentena, pero te quiero dar un abrazo”, agrega el flaco. Unos días antes, una chica le había dicho algo parecido mientras hacía kinesiología. El WhatsApp de su celular también colapsó con mensajes de apoyo y felicitaciones el 10 de marzo, el día que eligió para relatar su historia, cuyo título fue “La verdad nos hace libres”.

-¿Cómo fue la previa antes de dar a conocer la carta?

-Dormía poco. Estaba nervioso. Venía hablando mucho con mi familia para apaciguar todo. Había planificado cómo hacerlo: el 9 de marzo jugábamos con Gimnasia de Comodoro, el 10 la publicaba, tenía una semana sin competencia para acomodarme y ver cómo seguía todo. Ahora con el coronavirus cambió.

-¿Cómo fueron estos primeros días?

-Me sorprendió tanto apoyo y afecto. Estoy muy agradecido. Pensaba que iba a ser una mezcla de cosas buenas y malas. No llegué a leer ni ver ningún comentario malo. Me siento muy liviano, tranquilo, con una paz difícil de describir. Me cambió muchísimo. Tenía tanto miedo… Hoy digo qué bien que ya lo hice, que el miedo no me paralizó.

-¿Te sentís más libre?

-Había situaciones con las que no me sentía cómodo o bien. Por ejemplo, cambiar de equipo y tener que estar tapado u oculto, contando todo de a poco. No quería pasar más por esa situación. El objetivo de la carta era sentirme libre y poder ayudar un poco porque es un tema tabú en el deporte.

-¿Por qué se evita hablar?

-Lo pienso y analizo bastante. Es como si no hubiese gays en el deporte. Hay que empezar a hablar y comunicar pero lo importante como deportista es cómo rindo dentro de la cancha. A mí siempre me trataron muy bien cada vez que lo conté y de eso se trata: todo sigue igual. Aunque para mí cambia un montón: estoy mejor y genero otro vínculo con los compañeros. Muchas veces se elige no contarlo para no exponerse, pero lo mejor es explicarlo con respeto y que cada uno pueda decidir lo que le pasa.

-¿Cómo te llevás con la exposición de la carta?

-Tuvo mucha repercusión. Desde Manu Ginóbili, Fabricio Oberto, Pepe Sánchez hasta un montón de gente que me felicitó. Es muy loco que haya explotado tanto. Fueron días muy lindos, emocionantes, con mucha gente escribiéndome y quería responder cada mensaje sin un “ok, gracias”. Muchos contaron su historia, situaciones similares y me tomé el tiempo para responder porque cada historia es distinta. Me decían que era muy valiente, que están viviendo procesos parecidos, que les doy valor. Muchos se sintieron identificados con mi carta y es una alegría.

-¿Puede marcar un camino para otros?

-Ojalá que pueda ayudar para poder hablarlo y que nadie la pase mal. Tampoco creo que salgan un montón de basquetbolistas a decir algo, pero sí se allana el terreno para que otros sepan que todo sigue igual y no es tan difícil hacerlo. Espero que el proceso sea más liviano para otros.

-¿Cómo impacta en el aspecto físico?

-Cuando no estás bien por completo se te hace difícil y el cuerpo lo manifiesta: te sentís mal, estás más cansado, tenés que ocultar y armar una película para que nadie piense que sos gay. Tuve varias lesiones seguidas y en un momento decidí cambiar. Llegué a pensar que mi vida personal y profesional no iban de la mano. Pero empecé a contar y todo fue cambiando.

-¿Cómo lo fuiste contando?

-Es un proceso que me llevó varios años. Las primeras veces lo decía llorando. Cuando lo comunicás bien y con felicidad, los otros lo celebran y les da alegría. Si lo contás con preocupaciones, se va a notar y te van a preguntar. En mi caso, siempre fue bien recibido y eso hizo que me sintiera más acompañado.

-En el deporte también hay un estereotipo instalado de masculinidad.

-Muchos dicen esa frase de “no se te nota”. Está muy arraigado el tema de la masculinidad, la idea de ser macho y chocarse. Está visto o incorporado que no se puede ser gay y además se lo piensa como afeminado. Pero hay que jugar al básquet y relajarse. Hay que dejar rótulos y etiquetas para ver lo que se hace dentro de una cancha. A mí me contratan como jugador no por lo que hago fuera de la cancha. Sigo siendo la misma persona y tengo el mismo compromiso con cada equipo. Nada de eso tiene que ver mi orientación sexual. Ahora estoy más feliz, más tranquilo y mejor parado para salir a la cancha.

-¿Imaginás ese momento?

-Es uno de los principales miedos. Uno era quedarme sin equipo por mi decisión sexual y otro lo que la hinchada pudiera gritarme. Un poco antes había leído la nota de Nicolás Fernández en la que contaba que se reía cuando le gritaban puto. Eso pasa: tratan de molestarte para bajar tu nivel. Pero ahora si me gritan puto no es una novedad, lo saben todos y no me afecta tanto. Siempre hay gente que te busca lastimar y esto es como ganar de mano. Ya estoy más plantado, seguro y lo que me puedan decir no me afecta tanto. Tampoco hay que volverse loco. Soy relajado y con mis amigos incluso lo tomo con humor. Si el objetivo es lastimarme, no lo van a lograr.

-¿Contarlo también puede mejorar tu juego? 

-A un amigo le dije que tenía miedo de lo que pueda pasar en la cancha, que baje mi nivel o me afecten otras cosas. “Jugaste con una mochila muy pesada durante muchos años. Ahora vas a jugar mejor y más tranquilo”, me contestó. Y es verdad. El cuerpo me pasó factura, fue una carga y ahora lo voy a disfrutar mucho más, de eso no tengo dudas.