El 18 de julio, el presidente Mauricio Macri fue contundente en su respuesta ante la pregunta de Tiempo sobre las retenciones a la soja.

El mandatario  reconoció en esa  conferencia de prensa que no estaba interesado en cumplir con una de las propuestas que le formuló el Fondo Monetario Internacional (FMI): frenar el cronograma de reducción de las retenciones a las exportaciones agrarias.

«No creo que la retención sea un impuesto inteligente y que nos genere futuro, al contrario nos destruye futuro», contestó  ante la consulta.

«El gobierno anterior, para mí en una política muy equivocada, e inédita porque nadie en el mundo lo hace, cobraba impuestos a todos los que exportaban. (…) El único país que castigaba a las exportaciones era la Argentina y por eso claramente no se generó empleo privado en los cuatro años del gobierno anterior y las exportaciones se fueron desmoronando. Por eso le pedimos a los argentinos que tienen capacidad y creatividad que por favor exporten. Por eso sacamos las retenciones, no solo al campo, sino a la minería, a todo», definió el Presidente.

El mensaje estaba dirigido a Christine Lagarde, titular del FMI, pero también a la Mesa de Enlace, cuyos miembros se habían puesto en pie de guerra ante la posibilidad de que el Estado mantenga las retenciones para financiar el déficit.

Un mes después, a contramano de esa respuesta de Macri, el gobierno anunció que por 6 meses frenará la reducción de las retenciones a productos de soja, una medida que tendía a llevar a 0 el costo de exportar productos agrarios.