Yeal Kim llegó a la Argentina en 1976. Se instaló con su familia en lo que hoy se conoce como la Villa 1-11-14, en el bajo Flores, cerca de donde vive una parte de la colectividad coreana de Buenos Aires. En la actualidad es dueño de la textil Amesud, en San Martín.

Como flamante presidente de ProTejer, el empresario prevé «tiempos difíciles» y cuestiona la falta de una política industrial, aunque se define optimista.

–En el primer cuatrimestre, la actividad de la industria textil cayó un 6,5 por ciento. ¿Cómo se revierte ese cuadro?

–Es muy difícil. El problema es el achicamiento del mercado por la caída de la demanda, la gente no está comprando. Hace dos años la industria local tenía el 50% de un mercado de 500 toneladas, pero perdimos un 20 por ciento. Para colmo, está también el avance de los importados, que hacen que nuestra cadena esté trabajando al 50% de su capacidad. Este gobierno cree que somos inviables pero por cada prenda el Estado cobra un 50% en impuestos.

–El poder adquisitivo además se resiente por el tarifazo. ¿Qué concepto tiene de esa política?

–En el negocio se siente que la gente primero come, después paga impuestos y al final se queda sin plata para gastar en ropa. No creo que haya una solución mágica.

–Usted tiene más de 400 empleados asalariados. ¿Qué le dicen ellos sobre los aumentos?

–Se quejan permanentemente. Dicen que antes las tarifas no llegaban a ser el 5% del sueldo y que hoy son hasta un 15% y más también. Yo creo que las tarifas tenían que sincerarse pero también pienso que el gobierno pudo haber sido más gradual. Hoy tiene un conflicto político. Debieron renegociar por una cuestión de previsibilidad. La desconfianza es lo peor que le puede pasar a la economía, afecta a las empresas y al trabajador también.

–¿Cómo tienen que actuar las empresas frente a la falta de soluciones políticas?

–Hay que analizar el negocio propio y al sector en general, hacer el ajuste necesario y modernizar las máquinas para ser más eficientes. Algunas empresas están reduciendo personal, como Alpargatas. Estamos tratando de sobrevivir porque el país está desordenado macroeconómicamente y así es imposible resolver problemas. Hubo una devaluación y la meta inflacionaria quedó desactualizada. 

–¿Está conforme con el dólar a $ 25? Hay sectores industriales que pujan para que suba más.

–Hoy es inviable exportar pero si el dólar sube un poco más, con un marco legal adecuado y si baja el impuesto al trabajo, tenemos mucha potencialidad exportadora. De acá a 20 años China va a ser importador de productos textiles y nosotros podríamos aprovechar eso, pero falta una política industrial. El gobierno tiene que saber que los textiles no somos inviables: a la industria automotriz le cuesta $ 100 mil crear un puesto de trabajo y a nosotros $ 20 mil.

–Pero el foco económico de Cambiemos está en otros sectores de la economía. 

–Es cierto  pero creo que es por desconocimiento. El ministro de Producción (Francisco Cabrera) es muy inteligente, pero en el país el rubro textil siempre fue mirado despectivamente, como si fuera un trabajo marginal.

–El nivel de informalidad es alto en el sector textil.

–Obviamente, especialmente en la confección, que es informal en un 75 por ciento. Pero estamos haciendo hincapié en eso. Son pequeños emprendimientos y también hay talleres clandestinos que logran vender a precios muy competitivos, muy baratos.

–Pero en condiciones sociales indeseables.

–Exacto, nosotros queremos cambiar eso con una ley. Queremos hacer parques industriales para pequeños emprendimientos de confeccionistas. La intención es dar seguridad, abaratar el servicio y rebajar impuestos laborales. También hay que darle escala industrial al trabajo domiciliario. En Argentina hay marcas que venden 10 millones de prendas pero tercerizan todo. Deberían tener sus propios talleres pero con costos razonables, si no va seguir conviniendo enviar la producción a talleres tercerizados.

–¿El proyecto de ley contempla medidas de administración del comercio?

–No, eso va a ser muy difícil. Para eso vamos a ir por el tipo de cambio más lógico.

–Pero después el tipo de cambio se va a los precios y empieza de nuevo el círculo vicioso. 

–Nosotros nos cuidamos mucho para trasladar lo menos posible. Con un dólar razonable la industria trabajaría por lo menos al 70% de su capacidad instalada. Hoy está al 40 por ciento.

–Va a presidir ProTejer los próximos dos años, ¿con qué piensa que se va a encontrar?

–Vienen tiempos difíciles y no hay señales claras, pero soy optimista. Yo personalmente sigo invirtiendo, incluso tengo proyecciones para 2019, pero el panorama sectorial es bastante complicado. «