«Esta noche estamos muy orgullosos de tener un invitado especial de Argentina: Pappo, un grande de todo el mundo. Señoras y señores, un aplauso para Pappo», anunció B.B. King la noche del 10 de agosto de 1993, en el marco del Blues Summit Festival que se llevaba a cabo en el mítico Madison Square Garden y del que también participaban figuras estelares como Buddy Guy y Koko Taylor, entre otros.

El acontecimiento, que en su momento fue prácticamente ignorado por los medios argentinos, fue un hito en la historia del rock local, pues se trató de la única vez en que un artista de este país fue convocado a tocar en la meca del blues, para un público estrictamente estadounidense, en el marco de un encuentro que reunía a muchas de las grandes leyendas que dio el género.

A partir de allí, Norberto «Pappo» Napolitano y B.B. King entablaron una relación de mutuo cariño y respeto, que los reunió varias veces más en el escenario y que incluso tuvo momentos de intimidad familiar, como cuando la leyenda estadounidense fue a la casa del artista argentino en el barrio porteño de La Paternal a comer los famosos fideos que preparaba su madre.

Así lo contó a Télam Peter Deantoni, manager de extensa trayectoria en el rock argentino y road manager de figuras internacionales en su paso por nuestro país, como el caso de Frank Sinatra, por citar apenas un ejemplo.

Precisamente, Deantoni fue testigo del primer contacto entre Pappo y B.B. King, mientras trabajaba en los shows que el blusero dio en Obras en 1980, ofició de enlace entre ambas figuras y acompañó al «Carpo» durante su estadía en Estados Unidos para el show en el Madison Square Garden.



«Yo trabajaba con B.B. King desde su primera visita a Buenos Aires y desde entonces hicimos 13 giras juntos por Latinoamérica y Estados Unidos. Nunca había invitado a tocar a ningún artista local en ningún lugar, así que lo tomé como algo anormal que invitara a Pappo», reveló el histórico manager que en su currículum cuenta con grupos como Vox Dei y Los Abuelos de la Nada, entre tantos.

El primer convite se dio en la última de las tres noches en que la leyenda del blues actuó en Obras en 1993, cuando Pappo ofició de telonero, luego de dos jornadas que habían tenido como números de apertura a JAF y a La Mississippi. Pero en realidad, el contacto inicial entre ambos había ocurrido en 1980, como se mencionó antes, aunque no estrictamente en el plano musical.

B.B. King llegó por primera vez a nuestro país a partir de las gestiones de Carlos «Pirimpimpín» Geniso y Carlos Pan, dos exintegrantes de Avalancha, banda de hard rock de los `70 de la que también eran parte Botafogo, Dicky Campolongo y Liliana Lagardé, responsables de un hit de culto titulado «La Rusa se fue con los basureros».

Radicados en Nueva York, literalmente se empeñaron para contratar al «Rey del Blues» para un concierto en Obras, lo hospedaron en el Hotel Bauen y convocaron a Deantoni como road manager. Por el hotel desfilaron varios músicos del rock local para saludar al astro estadounidense, entre ellos, Pappo, quien curiosamente le llevó como regalo una horma de queso.

«Unos amigos nuestros lo trajeron en 1980 a tocar a Argentina, entonces B. B. King nos conoció a Pappo, los Vox Dei, Rinaldo Rafanelli y los Dulces 16 en el penthouse del hotel Bauen, adonde comimos una fondeau y tomamos vino blanco mientras B.B. tomaba té. Luego nos enteramos de su diabetes. ¡Pappo fue a la habitación del `Rey del Blues´ y le regaló un queso!», recordó a pedido de Télam el guitarrista Gabriel «Conejo» Jolivet, ex-Pappo´s Blues y por entonces miembro de Dulces 16.

El mismo Jolivet reveló que cuando Geniso y Pan volvieron a contratar a B.B. King para los conciertos de 1993 en Obras, ya le habían comentado acerca de Pappo y le habían regalado algunos discos. Sin embargo, según el relato de Deantoni, el estadounidense aparentemente no se percató que este artista argentino que tocaba blues era el mismo hombre que 13 años antes le había regalado un queso.

«En la última noche de los shows en Obras, me acuerdo que diluviaba y llegamos al estadio en la limusina cuando estaba tocando Pappo como telonero. B.B. King me preguntó quién era y yo le dije: `¿Te acordás que la primera vez que viniste a la Argentina te regalaron un queso?´. `Ah, sí, el quesero´ me dijo él, porque pensaba que Pappo tenía una quesería y que era fan del blues, no que era guitarrista», contó el manager.

Y continuó: «Lo acompañé a escuchar desde bambalinas y al ratito de estar escuchando empieza a marcar el ritmo con el puño semicerrado a la altura del corazón y me dice: `Decile que no se vaya que quiero tocar con él».

Promediando el concierto de B.B. King, alguien desde el público gritó «Viva Pappo» y el «Rey del Blues», a modo de guiño, se puso la mano en la oreja como para que lo repita, momento en que todo el estadio comenzó a ovacionar al argentino.

«Botafogo estaba viendo el show y le dije que lo fuera a buscar. Entonces vino Norberto subiéndose desesperado los pantalones de cuero, porque en ese momento se estaba relajando en un jacuzzi que había en los camarines de Obras, y tocaron juntos una versión de 45 minutos de `Cuando los santos vienen marchando´, una vuelta cada uno, con solo incluido», narró Deantoni.

«Cuando terminó el concierto, Pappo fue al camarín a saludarlo, se arrodilló, le besó el anillo, y B.B. King le dijo que lo iba a llevar a tocar al Madison. Así empecé a trabajar con Pappo en Argentina hasta el momento del viaje», continuó.

El periplo de Pappo hasta el «día D» en el famoso reducto de Nueva York comenzó en Los Ángeles, en donde recorrió junto a Deantoni varios clubes para armar una banda con músicos locales, con los cuales estuvo realizando algunos shows.

Allí también, el manager lo convenció para que se comprara en Beverly Hills un saco de seda china negra, zapatos de charol y camisa con chabot, al estilo de los que usaba la banda de B.B. King, para estar a tono con ellos la noche del Madison.

«En esos días, estaba como hay que estar en una ocasión así, un poco apichonado y muy concentrado en lo que iba a hacer. Ni siquiera estaba tomando alcohol», rememoró Deantoni.

Finalmente, el 10 de agosto, una limusina pasó a buscar a Pappo por un hotel neoyorquino y lo llevó hasta el Madison, en donde lo esperaba el lujoso anfitrión.

«Pappo respetó todos los códigos en el escenario. No se puso nunca adelante e B.B. King, ni siquiera cuando lo presentó para que haga su solo. Solamente dio un paso adelante. El público lo recibió de una manera increíble, como a todas las grandes figuras que estaban ahí», destacó Deantoni.

Más allá de alguna vaga reseña o mención, los medios locales no le dieron en su mayoría demasiada relevancia a esta participación de Pappo en un festival de blues en el Madison invitado por B.B. King.

«No se le dio importancia, nos ignoraron completamente salvo Javier Febré que cubrió el evento para Clarín. Pappo adquirió mayor popularidad después de fallecido que en vida. Nunca valoraron lo que tenían acá», lamentó su manager y amigo.

«Yo siempre les contaba a Pirín Geniso y a Carlos Pan de la lucha del ‘Carpo’ por trabajar y trascender. Aquí en un momento los medios no le daban cabida», confirmó por su parte Jolivet.

Y amplió: «Yo tuve la suerte de tocar en 1978 en Pappo’s Blues e hice que Pappo comprara su primer bondi para girar sin apoyo de nadie. En 1993 me vuelve a convocar y terminamos después de hacer gira por todo el sur tocando ocho veces en el Teatro Gran Rex con B.B. King. Hace poco vino Bogaloo, el sobrino de B.B., y todavía nos recordaba a Pappo y a mí».

Justamente, Pappo y B.B. King compartieron escenario cada vez que el «Rey del Blues» regresaba a la Argentina. «No solo es uno de los grandes guitarristas de la Argentina, sino de todo el mundo», solía decir el estadounidense. En su última visita de 2010, cinco años después de la muerte del Carpo, expresó conmovido en una entrevista: «Era un gran hombre y un gran amigo».

* Télam