Cuando se habla del blues y del concepto relativo a “lo pesado” en el Sur de Sudamérica, resulta ineludible o directamente imposible no remitirse a la figura de Norberto “Pappo” Napolitano como guitarrista nuclear del rock de acá. Este año no es uno más dentro de la kilométrica carrera un músico fundamental como “El Carpo”, esencialmente porque se celebran 50 calendarios de uno de los discos fundamentales de su discografía, profundamente influyente en generaciones posteriores y con clásicos que con el tiempo siempre supieron vivir entre su repertorio.

Por eso y para muchos, el Volumen 1 de Pappo´s Blues pica en punta como muy pocos en su tiempo. En el contexto de la Argentina violenta de 1970 encontramos a un jovencísimo guitarrista de sólo 20 años que antes había pasado como “uno más” por la primera formación de Los Abuelos de la Nada, pero que no dudó mucho en dejar de ser el guitarrista oficial de Los Gatos -el supergrupo argentino de Litto Nebbia con quienes había grabado oficialmente- para registrar en un estudio su primera gran experiencia como solista.

Grabado entre diciembre de 1970 y enero de 1971, el sueño de hacerse el responsable de su carrera tomaría forma con la edición formal de Volumen 1 como álbum iniciático. Ahí entonces, construye un sonido que deja lejos al formato de blues tradicional que se conocía en el país, plantando la bandera inaugural del rock duro. Para eso se alió con David Lebón, (un guitarrista en ese entonces de 18 años que llegaba a Buenos Aires desde Estados Unidos pero que al lado de Pappo tocaría… el bajo) y Black Amaya, un baterista acompasado y todo terreno que aporreaba sus parches de manera única por ese entonces.

Con la producción de Billy Bond, el trío grabó los ocho temas de Volumen 1 en los estudios Phonalex, con una consola de sólo cuatro canales. En la rabiosa apertura del álbum con “Algo ha cambiado”, no sólo quedaba claro que el título de la canción no mentía en su enunciado exhibiendo con un Pappo que quería vivir “alucinado”, sino que exponía en primerísimo plano un sonido único, eléctrico y directo donde la distorsión regía cada surco del track. Se volvía patente entonces que ese sonido contrastaba con los estándares de la época en Argentina, pero en mucho se aliaba también con el manto que Jimi Hendrix, Cream o Black Sabbath ya habían desperdigado por el mundo.

También hay muchas de las mejores confesiones de un reciente post adolescente en las letras, algo que jamás pudo haber pasado desapercibido para quienes lo escuchaban en los nacientes setentas. “Dejaré mi vida guardada en un cajón, para que no tenga más desilusión”, canta Pappo en “Gris y amarillo”, donde la velocidad del bajo y las guitarras construyen un edificio pesado, siempre sostenido por la precisión de un metrónomo construida por la batería de Amaya.

Otra de las consecuencias de Volumen 1 en mucho se vincula con el concepto de postemporalidad. Y como sucede con las grandes canciones de los grandes discos, algunos temas del debut de Pappo´s Blues se convirtieron no solamente en clásicos sino que saltaron de categoría. Así, la letra y la instrumentación de “El viejo”, con el paso del tiempo se transformó en lo que el mundo del jazz se define como “standard”, es decir un símbolo aceptado por pares que entró en el ámbito de las composiciones intocables.

En “El viejo”, un Carpo que se mira así mismo con muchos años sobre sus espaldas canta: “Yo soy un hombre bueno, lo que pasa es que me estoy viniendo viejo. Trataré de hacer las cosas a su tiempo, o sino no le daré importancia al cuerpo”, aclara para más tarde reflexionar sobre el peso de la experiencia y las supuestas ganancias de los experimentados.

Y lo mismo sucede con “El hombre suburbano”, un clásico XL del rock de acá, donde Pappo se vuelca por lo observacional, describiendo los pesares de la clase trabajadora con mucho de previsión social en las enunciaciones, mientras mete yeites bluseros antes de la entrada de su voz en el cuerpo principal del tema.

Para el final, otro clásico que retrata el signo de los tiempos institucionales y feroces que se vivían en Argentina en plena dictadura de Onganía. “El otro día me quisieron matar, ametralladora pa-pa-pa-pa. Yo sólo quiero escapar, de toda su locura intelectual”, canta el Carpo en “Adonde está la libertad”, mientras un blues derecho de más de ocho minutos (y que más tarde sería pura psicodelia) se acompaña de un discurso sentido que a medida que avanza se llena de preguntas existencialistas.

Las crónicas cuentan que finalmente Volumen 1 llegó a todas las disquerías en enero de 1971, pero Pappo no estaba en el país. Su espíritu (diletante para algunos, aventurero para otros) lo llevaron a probar suerte en Inglaterra, olvidando que había grabado un muy buen disco en su país. Fue en Europa donde recibió un telegrama que le informaba lo bien que le iba en ventas a ese álbum por él olvidado, pero también lo instaban a que vuelva, sobre todo porque tenía varias fechas agotadas en Buenos Aires. Por eso su regreso fue con gloria y le permitió un nuevo despegue de Pappo´s Blues. A cincuenta años de todo aquello, ese legado de blues pesado, rock y psicodelia continuó por varios discos más, pero nada de lo mucho y bueno que vino más tarde hubiera sido posible sin este Volumen 1.