En los últimos años el cine italiano ha mostrado vitalidad en cuanto a la producción de ideas -muy relacionadas con su pasado-, mas no en su ejecución. Al menos no al nivel de esas ideas, siempre proclives a una mirada más bien de dureza crítica sobre los usos y costumbres sociales que primaban en su territorio, antes que a una condescendiente. En ese sentido se acercaba a la parte más rica de su historia cinematográfica, la del neorrealismo, aunque sin ese marcado tono melancólico que caracterizó a aquel movimiento.

Dentro de esa vitalidad están las comedias, más relacionadas con el período posterior al neorrealismo, cuando la crisis de posguerra comenzaba a alejarse y ya era posible -y más recomendable- darle lugar a la risa. En especial a la que se produce a partir de reírse de uno mismo. Ese cine supo mezclar con acierto la nostalgia por el tiempo ido con un toque de humor sobre sí mismos que lo hacía querible.



A la guerra por amor se inscribe dentro de este último grupo en esta especie de reentré a ese pasado de la cinematografía italiana, una forma actualizada al siglo XXI de verse a sí mismos y su pasado. Y falla como la mayoría. Y la trama es: consciente de su poder dentro de Sicilia, lugar elegido para abrir un segundo frente Aliado en la Europa dominada aún por la Alemania nazi, el gobierno de Estados Unidos busca la colaboración de la mafia italiana neoyorquina para que le provea los datos geográficos y contactos que hagan menos oneroso el desembarco en vidas y materiales. A su vez, un empleado en un restaurante neoyorquino cuyo dueño es miembro de la mafia en la Nueva York de plena Segunda Guerra Mundial, está enamorado de la sobrina del dueño -su padre está en Sicilia-, pero su tío decide darle la mano de sobrina al hijo de otro miembro de la familia. Entonces amada y amante deciden que él se aliste en las Fuerzas Armadas ante el inminente desembarco aliado en la isla, y así contactar al padre de ella, único capaz de detener la boda.

Desde ahí la película zigzaguea entre el humor que surge de la tradición fantástica italiana y el más vulgar, entre las que las fuertes costumbres sicilianas juegan un papel fundamental, pero no consiguen alejarse del estereotipo. Y sin acertar qué tono adoptar, el film genera entusiasmo tanto como decepción. La sensación es que es una película ya vista. Un defecto que guardan varias de estas producciones, que confiando en que el público se renueva -y entonces se le puede dar de nuevo lo mismo-, olvidan que los relatos y narrativas están estrechamente vinculados a la memoria histórica, la que por definición es acumulativa: si la especie volviera a empezar en cada generación, nunca avanzaría.

A la guerra por amor (In guerra per amore. Italia, 2016). Dirección: Pierfrancesco “Pif” Diliberto. Con: Pierfrancesco “Pif” Diliberto, Andrea Di Stefano, Sergio Vespertino, Maurizio Bologna, Miriam Leone, Samuele Segreto, Stella Egitto, Antonello Puglisi, Vincent Riotta, Maurizio Marchetti y Orazio Stracuzzi. Guión: Pierfrancesco “Pif” Diliberto, Michele Astori y Marco Martani. 99 minutos. Apta para mayores de 13 años.