Francisca Gil, más conocida como Chita, celebró hace poco su cumpleaños número 26, pero su historia con la música es bastante anterior, incluso, a esta divina juventud en la que habita hoy. Su voz, tan profunda como suave, precisa y despojada de rebusques a la hora de interpretar estilos como el neosoul o beber de las fuentes del R’n’B y el jazz, se cultivó tanto con educación formal como sentimental.

Por estos días, Chita lanzó “Dwele”, un nuevo adelanto del disco que está produciendo junto a Emme y Benja López Barrios (quien trabajó también con Nicky Nicole, Vicentico e Iván Noble, entre otros). Nacida y criada en General Rodríguez, la infancia de Francisca estuvo marcada por un hogar donde la música era otra presencia vital. “Mi papá era melómano. Escuchaba mucho rock, Led Zeppelin, Pink Floyd y también jazz. Como tocaba el saxo, sonaban Charles Mingus, John Coltrane, Miles Davis. Así descubrí a cantantes como Nancy Wilson o Ella Fitzgerald, entre tantas. Él ponía todos esos discos y a mí me encantaba”, rememora la cantante. “Desde muy chica tenía claro que quería hacer de esto una profesión”.

Y esa claridad fue meridiana. Además de las clases de técnica vocal, a los 19 años un viaje iniciático por Europa la ayudó a dar un paso más allá de ese deseo que la marcó cuando era apenas una nena. “Yo sentía que no pasaban cosas en la industria de acá, como ahora, y para mí era muy frustrante. Fui adolescente en los dos miles, escuchaba a Amy Winehouse, Beyoncé, Rhianna, todas cantantes popstars, y en la Argentina no existía eso. Estaban los grandes de siempre, como el Flaco Spinetta, Charly García, los Babasónicos, pero en la escena indie también eran puras bandas de varones. Y no había explotado la música urbana aún”.

Chita dejó Buenos Aires con una beca para estudiar música en Inglaterra, pero también pasó por España y Alemania: “Estando allá empecé a subirme al escenario y armé mi banda, porque había conocido mucha gente que se formó conmigo en Londres. También empecé a ganar mis primeras libras, cantando”. La experiencia fue decisiva, pero lo suyo, aclara la cantante, estaba definitivamente en el sur. “Volví al país a fines de 2017, y ahí sí vi que empezaron a pasar cosas. El viaje había sido muy enriquecedor, pero me encanta la Argentina. Entonces dije: ‘voy a meterle 100% acá’”.

Hoy, con un EP (Chita, de 2018), un disco (Encanto, de 2019) y varios singles con featurings junto a colegas tan reconocidos de la música urbana como Cazzu, Ca7riel, Lara91k y Neo Pisteo, Chita se asombra de la buena estrella que la acompañó en ese regreso a casa. “Cuando volví pasaron cosas increíbles. Enseguida conocí a mi manager y pude armar una banda. Todo 100% autogestivo. Y en ese tren de cosas, además, me crucé con Guille Salort, que es quien hoy toca la batería conmigo en mi proyecto, y es uno de los mejores bateristas que hay acá. Y él me puso en contacto con Nico Cotton, que era su amigo de la infancia, y así fue que Nico produjo mi primer EP, en el que hizo destacar muchísimo el material”, puntualiza. El dócil e hipnótico tema que abre ese primer registro, “Algo más”, da fe de esas palabras. El álbum que siguió se movió un poco más hacia otras influencias de la música urbana, y es el que incluye “Nada más que hablar”, un feat con Neo Pistea.

Y si bien lo de Chita también es explorar -algo que también lleva al escenario, con su imagen y un despliegue coreográfico-, sin dudas su sensibilidad musical, su esencia, late fuerte con el soul, el R’n’B y todo lo que gravita en ese universo sonoro, una veta que, según anuncia, parece marcar especialmente este disco que está en camino. “Acá, en el país, tenemos una cultura musical muy rica, pero todo es más bien autóctono. Acá fuimos siempre más del rock”, asegura. Sin embargo, el rap o el hip hop, mucho de lo que trajo la música urbana, tampoco son fenómenos vernáculos. Pero Chita tiene una explicación para su idea de “autóctono”: “A lo que me refiero es que, cuando empezó toda la movida de El Quinto Escalón y las batallas de freestyle, se hicieron súper populares, junto con el trap y el Duki, que hoy es como un ídolo nacional. Pero el R’n’B es más sofisticado, es cantado, y además, en general, cantado por mujeres. No creo que se sienta como algo popular en este país, lo cual no quiere decir que en un futuro no pueda llegar a serlo, sino que la gente no se lo tomó de esa manera. Aparte es muy complejo, tiene muchos yeites, en cambio el rap la gente lo grita, el R’n’B es otra cosa”.

Respecto a la cultura del single y los feat, la cantante tiene una teoría propia: “El single es una costumbre bastante argentina, me parece que es el lugar donde más lo explotamos. En Estados Unidos, el lanzamiento del disco sigue siendo algo muy importante, acá siento que tenemos una industria muy rápida, creo que es por el rap y el trap, que son muy protagonistas. Como artista, eso a veces me gusta y a veces no, pero ahora que estoy armando el disco, lanzar singles me quita la ansiedad. Tampoco es una queja, sino una observación. Y sí destaco que los singles permiten los featuring, y eso es bonito, te dan la oportunidad de trabajar con artistas que admirás.”

En ese sentido, Chita está especialmente orgullosa de las colaboraciones que logró hasta ahora. “Todas fueron muy orgánicas –destaca–. Me parece que esa es la mejor forma. Puede pasar que venga una discográfica y te diga que tenés que juntarte a trabajar con determinada persona, y tal vez vos ni la conocés. En mi caso, lo lindo es que siempre conocía de antes a los artistas y realmente quisimos hacer cosas desde la admiración recíproca. Con Cazzu, Neo, Larita (Lara91k) y Cato (Ca7riel) cada historia fue diferente, pero todas fueron hermosas, porque nacían de querer mezclar nuestro arte.» «


¿CUÁNDO?
Chita adelanta temas de su próximo disco el sábado 30 de julio en Vorterix, Av. Federico Lacroze 3455.