No se necesita una disquera, no hace falta pasar por grandes festivales u ofrecerse como teloneros de la banda de turno: talento, voluntad, una compu con un programa piola para hacer música, un buen celular para filmar, cuentas en las llamadas redes sociales mostraron a lo largo de la década del 10 ser más que suficientes para conseguir la difusión que hacía falta para alcanzar lo que la mayoría reconoce como éxito. Si a eso se suma la marea verde, que las empoderó como pocas veces en la historia, la proliferación de rapers y trapers mujeres es una tendencia que hace rato llegó para quedarse.

El aporte de Chita, LAra91k y Dakillah no paran de crecer y suman color y calor en una escena sin descansos.


Chita

Vino a este mundo como Francisca Gil en 1996. Se formó en el jazz y el soul, y a ellos se dedicó en sus primeras canciones, en inglés, porque le daba mucha vergüenza cantar lo que sentía en español, además de las dificultades que los géneros le imponían a la lírica en español. Podría decirse que el viaje a Londres que hizo hace unos años fue su segundo nacimiento: allí fue a estudiar música («demasiado High School Musical», dijo a su vuelta) y también adoptó su nombre: «Nadie podía decir Francisca», rió al contar cómo terminó poniéndose Chita. También el viaje, junto con un taller de escritura con María Gainza que le “desbloqueó la cabeza”, la ayudó a escribir sobre cosas que no sean el amor. Su envolvente voz en una entonación trapera es toda una novedad en la escena. «I Rili Don’t Care» (con CA7RIEL) y «Nada más que hablar» (con Neo Pistea) la definen bien.


Dakillah

La más joven, su promoción es la del 2000. Curtida en las batallas de Red Bull y el Quinto Escalón aunque no pudo participar oficialmente por ser menor de edad, se hizo bien desde abajo a fuerza de su flow y unas llamativas melodías. Y al igual que Chita también puede meterse con el  R&B. Su paso por varios lines up como el de Festival Nuestro, Festival de Trap Argentino, Harlem Festival y Festival Ahora la hicieron concitar muchas de las miradas y oídos de los presentes, como también de los productores, que la llevaron al último Lollapalooza (2019). En su lírica, sus melodías y su flow se reconoce esa formación en el freestyle, que parece no abandonar ni cuando entra al estudio. Imperdibles «Number One» y «Act1tud».


Lara91k

La más experimentada. A ella todos le reconocen ser parte fundante del nuevo sonido urbano del que hoy prácticamente ningún joven citadino de cualquier género deja de escuchar. Aunque incluso viene antes de ese proyecto de Coral Casino al que se considera inaugural del sonido de hoy: Mar, publicado en Bandcamp Lara Claus, corresponde a sus inicios como autora y música indie. «Re emo, re indie», dijo hace un par de años (y ese amor se nota en su trap más actual). Criada en Pinamar, dice que en su casa tenían “toda la data» sobre eso de hacer música: «En mi casa era más importante ser músico que abogado o esos flashes.» En su regreso a Buenos Aires fue que pintó de lleno la música, que en 2015 desembocó en Coral Casino, con Roque Ferrari ( el productor Orodembow), hoy casi de culto aunque ninguno de los dos da por muerto al proyecto. Hoy se la puede descubrir en Marruecos

(con 0-600) y el reggaetón que el mes pasado lanzaron con Cazzu y Chita: «Dándote». Y la rompieron.