Este martes arranca la Segunda Edición de Experiencia Piazzolla, el evento que nació con la idea de dar cuenta de la vasta obra del genial bandoneonista y compositor, algo que, según pasan los años, parece alejarse como el mismísimo horizonte. «Hasta en los jardines de infantes de Rusia suena ‘Libertango’ para ir al recreo», intenta resumir «la importancia de su obra» su nieto Pipi Piazzolla, por primera vez curador del ciclo, que se extenderá hasta el 18 de este mes en el Centro Cultural Konex.

«La mayoría de la gente conoce cinco o seis temas de él, algunos 20, pero tiene más de 1500. Todos los días aparecen cosas nuevas. Y lo que sucede mucho es que aparecen músicos nuevos, de distintas procedencias y estilos que difunden su obra», destaca el baterista y líder de Escalandrum. Acaso él mismo sorprendido de esta novedad permanente vinculada a su abuelo, es lo que llevó a Pipi a extender las participaciones en esta edición de Experiencia Piazzolla hacia artistas que a primera vista parecerían no tener relación con la obra del músico. «En 2016 lo disfruté, y mucho, como espectador. El Konex es el lugar ideal, se pueden apreciar muchos aspectos de la obra de mi abuelo. Ahora, como curador, lo que me interesaba transmitir era su apertura, hasta dónde llegó. Por eso quería abrir la participación no sólo a los que tocan Piazzolla, sino a los músicos en general. Porque yo soy músico profesional, y en mi casa siempre se escuchó de todo. Entonces creo que cualquier músico tiene una relación con Piazzolla. Y eso es lo que quiero transmitir».

Es que, en buena medida, Piazzolla también fue ese cruce de géneros y estilos que marcan a cualquier músico en sus inicios: la diferencia, lo que lo destacó y lo sigue destacando, es haber creado un estilo propio e insuperable. «Disfrutaba mucho con su grupo, tocando o haciendo música. Por eso la idea del festival es que la gente a la que le gusta Piazzolla, los artistas que lo aman, lo puedan tocar a su manera, para disfrutarlo». Y agrega: «Es casi imposible emularlo».

Con esa idea comenzó a contactar con los músicos que creía podían participar, y el 70 por ciento le dio el sí «apenas les comenté la idea de que eligieran una obra de mi abuelo, la que más les gustaba o interesaba, y la hicieran a su modo, como lo sentían, antes que como pensaban que lo haría él o tendría que ser». El 30 por ciento restante no lo hizo «por problemas de fechas». Al ser sólo uno o dos temas a interpretar, las dificultades se achican: «No se trata de hacer un repertorio completo. Por eso Fabiana Cantilo, Julieta Venegas, Hilda Lizarazu, Ligia Piro y Julia Zenko cantan dos o tres temas cada una en una noche: van a estar más relajadas y así lo van a disfrutar más, lo mismo que el público». 

Antes que sostener que su abuelo «cerró» el tango, Pipi prefiere la idea de que su música era «impactante, hipnotizaba. Un poco como lo que les pasó a todos los que vieron ‘Truth, Liberty & Soul’: los que lo vieron después se quisieron hacer bajistas». Nadie tocaría como Jaco Pastorius, pero muchos conseguirían su propio estilo.

Como el que el mismo Pipi consiguió con el grupo de jazz Escalandrum, banda que acaba de terminar de grabar su «Studio 2», en el mítico estudio Abbey Road y lo presentará el próximo 12 de octubre, también en el Konex. «Lo grabamos en un día y medio en vivo. No fue todo de una sola toma, de algunos temas hicimos dos, pero más que nada como back up», dice con alegría. «Porque la improvisación tiene eso: a veces salen cosas lindas y a veces no te bajan las ideas. Pero fue una sensación insuperable tocar ahí».

¿Será Abbey Road tanto como dicen? «Al principio no teníamos expectativas muy altas porque tenemos mucha experiencia y no nos casamos con cualquiera –destaca Pipi–. Pero es muy difícil decir en palabras lo que te pasa. La adrenalina, la felicidad, la alegría. Es adentrarte en la historia. Ahí grabaron los Beatles, Pink Floyd, Steve Wonder y Michael Jackson, entre muchos otros. Lo hacían porque el sonido es mejor. Se hizo la música de Star Wars, Indiana Jones: la lista es infinita. Terminamos todos enloquecidos».

Los hallazgos de la película Los años del tiburón

«La película me pareció espectacular, vi un montón de imágenes que no había visto nunca –cuenta Pipi Piazzolla sobre la recién estrenada Los años del tiburón, la película de Daniel Rosenfeld que rescata momentos inéditos, tanto personales como públicos, de la vida del gran Astor–. Incluso cosas que no conocía, aunque se contaban. Pero uno escucha las versiones y es muy fuerte ver un video de mi papá pescando con mi abuelo después de tantas historias que me contaban de haber ido a pescar a San Blas. Es muy movilizante escuchar a mi abuela cantando. Yo realmente no sabía que cantaba, mi papá me dijo que le cantaba los temas a mi abuelo cuando componía, pero yo pensé que se los tarareaba, y realmente era una cantante de primer nivel. Se podría haber dedicado a eso tranquilamente. Muchas cosas me sorprendieron; el temperamento de mi abuelo, las cosas que dice, la convicción. A pesar de estar combatiendo por lo suyo, lo caballero que era, siempre sin decir un insulto Así que me pareció espectacular. Y la recomiendo mucho.»