El mundo circula en múltiples direcciones. En tramas y subtramas que transcurren en paralelo, a veces se entrecruzan y otras se sacan chispas. Pero sería ingenuo perder de vista que hay corrientes predominantes. De esas que nos direccionan y nos llevan casi sin que nos demos cuenta. Estos tiempos modernos parecen marcados por la fugacidad. Por las sentencias de 280 caracteres, por la gramática de las imágenes moldeadas para ver rápido y sin sonido en el celular, y por el imperio de las fake news como mecanismo instantáneo para justificar creencias previas. En ese marco, los fenómenos del conocimiento y la reflexión no dejan de llamar la atención. Felipe Pigna y Darío Sztajnszrajber hace rato son referentes ineludibles de la divulgación de la historia y la filosofía desde sus libros, los medios y los encuentros públicos. No se trata de éxitos ocasionales o del resultado del posicionamiento eventual de los astros: su despliegue y llegada son también una subtrama del presente y todo indica que tiene cuerda para rato.

Pigna y Sztajnszrajber vienen difundiendo la palabra en forma conjunta desde hace poco más de cuatro años. En el mundo prepandémico, se presentaron en buena parte del país, aunque su centro de operaciones recurrente siempre fue el Centro Cultural Konex. Hoy, con todos los protocolos del caso, volverán a la acción presencial para estrenar el conversatorio Preguntas de la historia y la filosofía: verdad + ídolos + pandemia. «Estas charlas conjuntas nos han dado muchas satisfacciones. Cuando empezamos nos parecía que dos horas podía ser mucho para una presentación de este tipo. Quizás nos preocupaba aquello de que se supone que ahora la gente está acostumbrada a prestar atención por menos tiempo. Sin embargo, en la práctica siempre nos extendemos y no se va nadie. Al contrario: muchos se acercaban cuando terminábamos para seguir charlando sobre algún tema puntual, hacer preguntas y/o pedir más bibliografía. El interés es genuino y el 75 por ciento de quienes nos vienen a ver son jóvenes», puntualiza Pigna. Sztajnszrajber, por su parte, señala que «sería peligroso caer en la truchada de querer imponer al conocimiento la lógica de las redes sociales. Pero sí nos interesa llegar con la información, con la reflexión. Volver a la erotización del saber y que se genere tensión creativa. Creo que los dos trabajamos para lograrlo, circulamos por diferentes espacios y el interés que generan estas charlas también es un signo de los tiempos.»  

Preguntas de la historia y la filosofía: verdad + ídolos + pandemia, entonces, funciona como una plataforma abierta para abordar algunos de los temas que atraviesan a la sociedad hoy y casi siempre. Tanto la experiencia de la historia como el carácter desafiante de la filosofía alimentarán el encuentro en el que los participantes –tanto los presenciales como los que se conecten vía streaming– son invitados a recorrer un camino de información e incertidumbres, y a sacar sus propias conclusiones. Incluso en el disenso.

–Vivimos una pandemia que está generando mucha muerte,  dolor y no sabemos cuándo terminará. ¿La única certeza del Covid es que dejará una huella profunda en todo el mundo?

Darío Sztajnszrajber: –Creo que todo deja huellas en nuestras vidas y mucho más un proceso de esta naturaleza. Básicamente, la pandemia le sacó la careta a muchas desigualdades y simplificaciones. Tamwbién a esa fantasía apoyada en la devoción por los calendarios según la cual con el principio del 2021 llegaría algo nuevo. Obviamente, eso no sucedió. La pandemia no terminó ni veo un final cercano en términos de volver a febrero de 2020. No imagino el final de la pandemia como algo puntual y taxativo, al menos en breve. Pero no lo digo con un sentido apocalíptico. Esto es un proceso que deberemos aprender a sobrellevar.

Felipe Pigna: –Coincido. Es un proceso largo que debemos soportar, en el que el Estado deberá ayudar a quienes no tienen margen para tolerar mucho más. No olvidemos que la Argentina venía de la pandemia del neoliberalismo y, casi sin respiros, le llegó la de Covid-19. Un virus global de este impacto no tiene nada de bueno. Pero si observamos la historia, particularmente los tiempos de la gripe española, podremos observar que se salió con un Estado mucho más presente en cuestiones esenciales como la salud. Inglaterra construyó de la mano del Estado el sistema de salud más eficiente del mundo occidental, y era gratuito y de calidad. Hasta que el thatcherismo lo atacó y debilitó profundamente. El cambio de época se vivió –incluso– en la arquitectura: el trabajo y la influencia de Le Corbusier propiciaron construcciones donde se le daba mayor prioridad al espacio público, a la luz y el aire libre.

–¿Cómo se hace para encontrar el punto para no caer en la verdad única impuesta ni en un relativismo extremo?

F.P.: –Es gracioso porque cuando hicimos el anuncio de esta charla alguno en las redes nos acusó de soberbios y de que nos queríamos arrogar la potestad de la verdad. Justamente, lo que queremos decir es todo lo contrario. Las verdades absolutas disciplinan y ocultan los intereses de los poderosos. Decir que hay una historia verdadera y todas las demás son falsas es un gran acto de soberbia.

D. S.: –Creo que con el asunto de la verdad es donde mejor se ve el laburo conjunto que hacemos. Nos permite cruzar epistemologías en forma muy concreta. Creo que es nuestro deber al menos cuestionar la construcción de ciertas supuestas verdades incontrastables. Eso no significa que no exista la verdad o que la verdad sea igual que la mentira. Pero sí que nadie es por completo dueño de ella. Y que las supuestas verdades absolutas o de sentido común en realidad tienden a soterrar intereses. La mentira también es una cuestión ética: la persona que miente sabe que lo está haciendo.

–¿Las idolatrías son una trampa?

D.S.: –Para alguna gente. Seguramente para vos (risas). Existen diferentes percepciones sobre la idolatría. Para alguna gente son como un faro, una influencia moral, una fuente de energía y/o inspiración para sobrevivir. En esto me gusta apelar a algo tan constitutivo de nuestra cultura como La Biblia. En el Antiguo Testamento se desarrolla la historia de Abrahm y su pelea con su padre. El padre de Abrahm construía dioses de piedra y Abrahm le decía que el verdadero Dios no es figurativo. Un día se cansó y le destruyó todos los muñecos. Hoy avanzamos hacia una cultura post religiosa y es muy importante que revisemos la herencia de nuestras idolatrías. A mí me interesan los ídolos imperfectos, los que tienen manchas, errores, los más humanos. Los que no tiene fallas son el resultado de producciones industriales.

F.P.: –En la Argentina hay muchos ídolos, pero los primeros que me aparecen con dimensiones todoterreno son Maradona y Gardel. Incluso tienen muchas cosas en común. Los dos tuvieron un origen humilde y también mucho orgullo para recordarlo y defenderlo. Los dos tenían un talento increíble: Diego como futbolista y Gardel como cantante y compositor. Pero su figura trascendía también eso. Cuando a alguien se le dice «¡Sos Gardel!» significa que hizo o hace algo muy bien, pero también se asocia a su don de gente. No alcanza con ser muy bueno en una profesión, también hay que ser una buena persona. En el caso de Diego, el adjetivo maradoniano está asociado a alguna gran destreza, pero también a algún tipo de de reivindicación o acto de justicia. Creo que esos valores, que tampoco los hicieron perfectos (se trata de ídolos populares y humanos) les valieron cierto distanciamiento o desprecio de muchas personas de los sectores más acomodados. Lo vimos muy claramente ahora con Diego y pasó en su momento con Gardel.  «

— [20210117 Darío & Felipe 2] not exists. —


¿Cuándo?

Felipe Pigna y Darío Sztajnszrajber presentan Preguntas de la historia y la filosofía: verdad + ídolos + pandemia. Domingo 17 enero a las 19 en el Centro Cultural Konex, Sarmiento 3131. Charla presencial y vía streaming por cckonex.org 


Pantallas del mundo nuevo

La reciente toma del Capitolio por parte de un grupo de partidarios de Donald Trump armados no sólo puso en primer plano una severa crisis política en EE UU. También expresa el brutal avance de una derecha fascista y una profunda grieta en la sociedad estadounidense como legado de uno de sus presidentes más cuestionados. Pero eso no es todo. Que Twitter haya cerrado la cuenta de Trump  –más allá del calibre de sus dichos– impone un escenario inédito: una empresa privada decidiendo en forma determinante sobre la vida social y política.

F.P.: –Creo que lo de la censura es grave, pero lo más grave es que una empresa privada decida el final del Gobierno de Trump. Se trata de un final lastimoso, de un oprobio. Trump se alimentó de las redes para llegar y sostenerse en el Gobierno. Hoy los dueños de las redes decidieron sacarlo directamente de juego. Digo esto más allá de su discurso trucho y mentiroso. Es sorprendente que una empresa privada tenga más poder que el presidente de la primera potencia mundial y lo haga notar de una manera tan explícita. Eso nos habla de un mundo nuevo. Un mundo lleno de peligros que debemos analizar y comprender rápidamente. Me preocupa un poco que el progresismo argentino y de la región llegue tarde a interpretar todo lo que está sucediendo. En cuanto a EE UU, más allá de la inestabilidad política, no imagino un escenario optimista como los que hablan del comienzo de la caída del Imperio.

D. S.–: A mí también me preocupa la tendencia a la grieta de muchas democracias. Pero a una grieta nueva. Ya no hablamos de bipartidismo, de dos sectores moderados que se alternan en el poder con conflictos y turbulencias, pero con cierta lógica y razonabilidad. Ahora vemos una tendencia a dispositivos binarios, antagónicos y más extremistas. ¿Esto empeorará? Particularmente me preocupa el ascenso y protagonismo de una derecha delirante, violenta y llena de odio, como la que vimos en el Capitolio de EE.UU. Hay que correrse de las lógicas binarias. No todos los que votaron a Trump son como esos energúmenos. No todos los que votaron a Macri son iguales de la misma manera que no todos los peronismos son iguales. Creo que, incluso, en la Argentina hay una grieta más profunda que la de peronistas y no peronistas. Se vio claramente en el debate por la Ley del Aborto. Un sector que vota por mas derechos y libertades, y otro conservador y retrogrado.