Llegó la tercera. Una nueva  temporada del ciclo Archivo general de la emoción en la televisión pública, los sábados a la noche, con la conducción de Felipe Pigna. Es una manera amena de estimular algo tan necesario como la memoria: el historiador, a través de las imágenes y los testimonios de archivo que selecciona, trata de hacer una curaduría de lo relevante de la memoria colectiva (y emotiva) de los argentinos, con recuerdos de todo tipo. Desde musicales, artísticos y deportivos, y por supuesto, políticos, que quedaron grabados de alguna u otra manera en nuestro imaginario.

Pero también recordando aquellos que parece haberse olvidado. “Es una idea para aportar al recuerdo de aquello que nos formó. Desde publicidades, películas y libros, a contextos históricos de cada momento. Comenzamos, por ejemplo, con todo lo que pasó en 1960, como la visita a la Argentina del presidente estadounidense Dwight Eisenhower, el séptimo Gran Premio de Fórmula 1 disputado en nuestro país o el adiós al actor Clark Gable, con un recorrido por los 50 para contextualizar. Pero después es aleatorio, no seguimos un criterio cronológico. Es un año por programa, pero variando los momentos históricos. Podemos ir al 90, volver a los 70 y así”, cuenta Felipe Pigna en diálogo con Tiempo..

-¿Cómo es la selección de los momentos para mostrar en esta tercera entrega?

– Las cosas que nos marcaron como pueblo, obviamente son parte. Si hablamos de la década del 90, hay que hablar de cómo se perdió el tren, la desinversión del Estado en rubros como educación y salud, pero también de lo cotidiano, de lo que era la televisión en ese momento, o como nos fue en los mundiales de fútbol, o la música que sonaba.  Yo digo que hacemos una contextualización política, social y cultural del año que elegimos en cada entrega y en cada programa. El eje es pensar lo que nos pasaba, desde la memoria emotiva, pero sin perder la perspectiva histórica de lo que sucedía en cada momento.

-¿El análisis de lo que pasó es fundamental para entendernos?

– Sin dudas, es fundamental. Siempre digo lo mismo: somos lo que fuimos. Claramente el presente es producto de lo que nos fue pasando a lo largo de la historia y en ese sentido, es interesante repasar algunas cuestiones. Podemos entender, o tratar de entender, porque muchas veces vivimos cosas parecidas o que se relacionan. O porque pasan cosas disruptivas o inesperadas. Todo eso, como dice León Gieco, está guardado en la memoria. Nuestro rol es desempolvarla.

-¿Conocer  historia puede cambiar el destino?

-La historia es un elemento preventivo y saludable de usar. No garantiza no volver a cometer errores, pero por lo menos advierte sobre lo que ya pasó, para tratar de no volver a repetir. Esa es una función fundamental, sería importante tomarla en cuenta.

-¿Salir en la TV Pública es una clave para un programa como este?

-Es un formato que tiene cabida solamente en este canal. Es un programa tranquilo, reflexivo, que no está en la línea de lo que habitualmente se ve en la televisión abierta, que va más al impacto, al sensacionalismo, en busca de un exitismo vacío. Esto es otra cosa. Espacios como la TV Pública te permiten apelar a otros recursos, a otra manera de hacer, y eso está genial. Ojalá siga existiendo, debemos luchar por ello. Yo hace casi 20 años que soy parte de este canal, con idas y vueltas, me siento muy cómodo en este lugar, porque lo creo necesario.

-¿Cómo puede ser que  el ejercicio de la memoria sea atacado por distintos sectores? ¿Por qué crees que pasa?

-A las posturas de ultraderecha les parece insoportable el hecho de recordar lo que ha significado el pasado, a lo largo de la historia argentina, porque trabajan desde la intolerancia. El negacionismo o el silenciamiento es una forma de moldear su postura, es un componente fundamental de su discurso. Entonces ahí creo que la historia es imprescindible. La ultraderecha apuesta a exacerbar instintos básicos como el individualismo extremo y el odio.

-¿Cómo se podrá explicar el fenómeno Milei y el avance de sus posturas, con el riesgo que estas implican?

-Es una situación inédita dentro de nuestra democracia. Obvio que la democracia estuvo en riesgo y se rompió en otros momentos, pero este es un fenómeno particular. Creo que tiene que ver con algo que es a nivel mundial: pasa en España, en Italia, en Polonia, Hungría y en la propia Suecia. El auge del neofacismo que apela a la sensiblería, y a recursos lamentables como exacerbar la envidia, el odio y el individualismo extremo, es algo que viene pasando hace un tiempo. Son elementos humanos fáciles de explotar, de hecho ya pasó muchas veces en la historia, con resultados catastróficos, pero que en el contexto  actual está agravado por la penetración de la tecnología y las fuentes de información casi constantes que existen. Hay que estar preocupado y atento. Está en riesgo el futuro de la Argentina, no tengo ninguna duda, con personas como Milei y su candidata a vicepresidenta. Tengo la esperanza que se imponga la sensatez.

Pigna cambió el paradigma de la divulgación en la Argentina.
Foto: Captura de video

-¿Cómo se explica que tenga chances de estar al frente de nuestro país y que demos pasos hacia atrás?

-Hubo muchos errores de los partidos progresistas y tradicionales, de no ocuparse a fondo de cuestiones como la pobreza, la situación de los jóvenes, y demás situaciones que pueden ser notorias para un electorado. Hubo pérdidas de tiempo y energías en temas pasajeros, y hay sectores que requerían una acción y hoy se sienten decepcionados por esa falta de mejoras palpables. Entonces los discursos que se llaman antipolítica aunque no lo son, porque de hecho están participando en el terreno político, lo aprovechan. Es entendible, aunque no justificable, pero la propia política y su falta de acción permitió el surgimiento de estos grupos.  De hecho son parte del sistema y dicen que lo van a destruir: no hay más casta que las del mundo de las finanzas, de la banca privada o los contratistas del estado, todos los que están cerca de Milei. Son los mismos que colaboraron con la dictadura, con el menemismo o al macrismo, sin mirar al pueblo, ni sus intereses o necesidades, en ningún momento. No hay nada nuevo pero así se presentan.  Hay distintas aristas que ver. Pero repito, se puede entender, pero nunca justificar.

-¿Cómo  crees que el futuro trabajara lo histórico, con tanta información circulante?

-La historia siempre tiene futuro. Es algo necesario tener una narrativa de un país, de una sociedad, o de una cultura. Hay una intención de borrarla, de no hablar del pasado con distracciones actuales, y negando o cambiando algunos hechos. Pero es algo necesario contar el porqué de las cosas, cuidando y defendiendo la verdad. Hay que dejar registro, para que la historia siga siendo una ciencia útil. Después los mecanismo los verán los profesionales que vendrán, para organizar su trabajo y tratar de entender la complejidad de fuentes que hay que hoy hay para construir relatos de la actualidad.

-¿Qué la divulgación se adapte a las maneras de consumo es clave?

-Trato de difundir lo que hago, por todos los medios.  Por ejemplo, hice un podcast, que fue uno de los más escuchados durante la pandemia, que se llama Historia de nuestra historia. El rol de los que hacemos un trabajo intelectual es este, divulgar por fuera su ambiente.  Es un acto de egoísmo no intentar compartir los estudios realizados en cualquier campo científico, por así decirlo. El supuesto academicismo cerrado no le hace bien a nadie. Muchas veces sectores critican lo popular o lo no académico, para continuar aquello de que el saber sólo puede estar en pocas manos o un círculo mínimo que se hable y se interpele  a sí mismo. Pero no es mi caso. El objetivo más noble por el cual uno estudia o hace lo que hace, ejerciendo esta profesión, es para que sea en beneficio para la sociedad. Jamás hay que hacer las cosas para el regocijo del ego propio, sino ver que aportamos al conjunto. Así lo veo yo y por eso hacemos Archivo General de la emoción

Archivo General de la Emoción 

Con la conducción de Felipe Pigna. Un recorrido por los hechos relevantes de nuestra historia y por aquellos momentos olvidados. Los sábados a las 20, por la Televisión Pública.