Contar historias, amplificar voces, recorrer los territorios donde se inscriben. Salir de la urgencia que impone la actualidad y en un gesto contracíclico, pelearle a la velocidad de la información descartable. SIC. Periodismo textual, es el nuevo programa de la TV Pública que vuelve a apostar a la crónica audiovisual para profundizar en los procesos históricos que nos atraviesan, desde el nuevo gobierno de Chile hasta la identificación de soldados muertos en Malvinas. Con la conducción de Luciano Galende y Florencia Alcaraz, todos los viernes a las 21 el envío se sumerge en diversas problemáticas de nuestro país y el continente.  

“A mí me gusta mucho la crónica periodística como género”, cuenta Galende en charla con Tiempo. “Es un momento en el que este tipo de propuestas no es muy común. Se trata de un mundo sensible, de percepciones, sensaciones, que está muy lejos del lenguaje que se maneja hoy en la televisión”.

Para Alcaraz, la posibilidad de sumarse a SIC tuvo distintas implicancias. “Yo vengo del periodismo narrativo. Hacer crónicas periodísticas en formato audiovisual me pareció una linda aventura. Además, es un proyecto colectivo, en el que somos parte en las discusiones desde la línea editorial y de todo lo que finalmente se ve en la pantalla”.

–Este programa vuelve a la tele en una época marcada por la diversificación, la pluralidad, pero también la disipación de los discursos que trajo la era digital. ¿Qué se gana y qué se pierde en términos periodísticos en estos tiempos?

Florencia Alcaraz: –Creo que hay una ganancia en la inmediatez, en los formatos que plantean nuevas narrativas, en la posibilidad de tener la información muy rápido. Pero este proyecto periodístico tiene el valor agregado de darnos el tiempo para la escucha, para viajar y estar en el lugar de los hechos, para hablar con los protagonistas de las historias que queremos contar. Tiempo y escucha: ese es el diferencial del periodismo de calidad. En la televisión hay mucho programa de paneles, que son interesantes también para estimular el pensamiento crítico. Pero creo que estaba faltando la posibilidad de estar en el lugar donde suceden estos procesos políticos y sociales, y darles una profundidad y un espesor distinto. No creo que haya soportes o narrativas mejores o peores, pero esta propuesta busca hacer algo con mayor profundidad.

Luciano Galende: –Me parece que con las redes y demás se ganó en participación, no sé si en pluralidad. Pluralidad tiene un sentido ideológico. Y esa participación está mucho más en función de la idea de distinción, de aparecer como un sujeto social distinguido porque se tiene un Instagram con miles de seguidores y por eso se puede hacer cualquier cosa. En líneas generales, el lenguaje de las redes, del momento digital que incluye por supuesto al periodismo, tiene su ventaja en la participación, pero sus enormes desventajas en la construcción de la verdad. Ahí empieza a aparecer esto que podríamos llamar “la estupidez”. Tal vez es una palabra demasiado fuerte, pero es un rasgo. El otro rasgo es la necesidad del encuentro con la certeza y con la respuesta, y no con la pregunta. No querer atravesar la incertidumbre, la contradicción, sino blandir certezas. Eso me preocupa porque apunta mucho contra el fenómeno periodístico. La gran maniobra del neoliberalismo es impedir que la gente converse, anularle la palabra. El neoliberalismo quiere que la gente no piense.

–Pensando en las audiencias: ¿cuáles son los desafíos de un programa como este?

FA: –Justamente, el desafío es hablar no solamente a los que están convencidos de las agendas que manejamos, sino apuntar a públicos más amplios, que no conocían esos mensajes o historias previo a ver este contenido. La objetividad no existe, es viejo ese debate, siempre hay parcialidad, pero a mí me gustaría ir un poquito más allá de la audiencia de nicho, compartir y democratizar herramientas para entender procesos, que es el camino que hacemos nosotres mismes como conductores del programa.

LG: –Lo más importante es que la gente se entregue a ver una historia. Eso es lo que normalmente uno hace cuando ve una crónica, y si está bien contada, que te deje alguna inquietud. Hay que tener 50 minutos para ver eso y tratar de elaborarse esas preguntas. El desafío es más para la producción que para el público, yo creo que el público tiene muy claro el parámetro sobre el cual quiere construir una forma de observar, que no se vea todo como si se tratara de la mirada de Viviana Canosa. El público está siendo prácticamente una víctima de ese lenguaje que la televisión está manejando, que le propone todo el tiempo mirar como si fuera un partido de fútbol donde hay buenos y malos.   

–Las señales públicas de otros países apuestan mucho a este tipo de producción. En la TV abierta argentina, los antecedentes son bastante más viejos. ¿Hubo alguna inspiración para pensar el programa?

FA: –Yo te puedo contar de mi inspiración personal y como comunicadora social. Si bien profesionalmente vengo más de la gráfica, la puesta audiovisual siempre me interesó mucho. En esa búsqueda de referentes puedo hablar de Polo Polosecki o del material que hacía Raymundo Gleizer, no solo como documentalista sino como periodista y cronista, yendo a territorios. También me gusta mucho lo que hace Ana Cacopardo, a nivel entrevistadora es una de mis referencias. Me pone orgullosa que vuelva a la televisión pública y abierta este tipo de programas. Pensando en lo digital, también me parece una irreverencia poner en la tele abierta un programa de casi una hora sin cortes, que demanda tu atención. Es una experimentación súper interesante. 

–En el tiempo que pasó desde que dejaste 6,7,8, ¿cambió la tele, Luciano?

LG: –A mí, como trabajo, me cuesta mucho la tele en términos generales. Porque rápidamente uno puede ser víctima de estos dispositivos que hablamos, mucho más que en otros medios. Creo que se fue profundizando un lenguaje enfático, certero, como si uno tuviera que vender una lata de tomate y hacer todo un despliegue discursivo en el que finalmente se encuentra con una pomada hemorroidal (risas), no se encuentra con una verdadera pregunta, una reflexión que lleve a otra… Ese mundo efectista del lenguaje que está en las redes tiene su traslado al lenguaje televisivo.

–Desde esta mirada que están ejercitando sobre ciertos procesos nacionales y regionales, ¿qué postal están viendo?

FA: –Hay un momento muy efervescente, interesante y reactivo a lo que fueron los procesos neoliberales y de derecha. Y creo que también la apuesta hoy es sostener lo conquistado, el piso de derechos y pactos sociales que se lograron en los últimos años, porque desgraciadamente la derecha está avanzando a nivel global. Creo que Chile, como vimos en el primer programa de SIC, es una esperanza y horizonte de una nueva reorganización regional, que nos tenga más hermanados y hermanadas. Además, la crisis sanitaria nos hace rearticular agendas y es un poco volver a poner la vida en el centro, en el sentido de articular el feminismo, la agenda de Derechos Humanos y el ambientalismo. Hay que ver cómo se reacomoda todo después de dos años de estar encerrados.

LG: –No sé muy bien qué va a pasar con nuestro país, más allá de la tensión entre intereses económicos, políticos, la gobernabilidad. Pero a nivel regional sí es claro que está pasando algo, y se ve sin dudas con el caso de Boric. No hay que olvidar tampoco que García Linera fue una especie de invitado de lujo que tuvo el protocolo chileno. García Linera es uno de los grandes arquitectos de la política latinoamericana: le ha puesto contenido. De alguna manera se propone no una restitución de lo que fueron los procesos populares o populistas del siglo XXI sino algo todavía más interesante, que para mí sería la parresía, es decir, algo donde está todo junto: el diálogo, el problema medioambiental, la relación con el trabajo y el tiempo productivo, la relación con el consumo de alimentos, la relación con el deseo. Es decir, hay todo un universo que no pasa por la idea de confrontación sino una discusión mucho más abierta y polifónica. La idea de astucia y sagacidad está dando vueltas como una nueva forma de construcción política regional. Y yo ahí tengo un breve optimismo, digamos (risas).    «



SIC. Periodismo textual
Conducción: Luciano Galende y Florencia Alcaraz. Dirección periodística: Juan Alonso. Producción periodística: Gastón Rodríguez. Los viernes a las 21, por la TV Pública.


Persecución y palabra arrasada
En 2016, Luciano Galende junto con una decena de periodistas y trabajadores fue despedido de Radio Nacional de la manera más burda. Cuando se presentó a trabajar, directamente se le impidió el ingreso a la emisora. “Fue una persecución en función de la libertad y la objetividad, y eso es psicotizante, porque te acusan de algo que no es verdad, que no ocurre. Yo simplemente hacía mi trabajo y nada más. A mí, esto es lo que me gusta hacer y no me lo dejaron hacer durante muchos años. Yo terminé alquilando mi casa porque no tenía plata para comer, y supuestamente me había robado un PBI. Ahora eso se dio vuelta y ya todos sabemos dónde están los periodistas militantes (risas). Todo eso lo hizo el macrismo con toda su potencia en la producción de sentido, que está apoyada por estos intereses económicos que tienen medios de comunicación”.
Con respecto a los efectos que sufrió el periodismo a partir de las políticas del gobierno anterior, Galende opina: “Hay una especie de ‘siga, siga’, pero debería haber una reflexión un poco más profunda sobre el fenómeno de la libertad de expresión durante el macrismo, que no alcanzó solo a quienes trabajaban en medios estatales, sino también a los trabajadores de medios privados”. Además de SIC, hoy el periodista conduce A la una, a las dos y a las tres (lunes a viernes a las 13, FM La Patriada) y 20 a 22 (lunes a viernes en ese horario, Radio 10).


Todas las voces, todes

Como una de las directoras de Latfem, el medio de comunicación feminista y parte de la Red de Periodistas Feministas de Latinoamérica y el Caribe, Florencia Alcaraz se refiere especialmente a cómo resulta hoy ser una comunicadora social con esa postura ideológica. “La propuesta de SIC me gustó principalmente porque me convocaron para trabajar distintos temas, no solo para hacer entrevistas a mujeres, lesbianas, travestis, trans o cuestiones que tengan que ver con la agenda de violencia. Por supuesto que hay una especialización, pero me preocupaba que me llamaran solo para oficiar como una especie de opinóloga. Ahí tiene que haber una compañera, no cubrir el espacio de género llamando a una periodista feminista. Hoy, gracias a la organización de las periodistas feministas, tenemos una ley de equidad de medios, falta que el gobierno la reglamente. Valoro mucho que la TV Pública me haya elegido por mi trayectoria, porque yo no soy una cara conocida en la tele. Yo me considero una periodista feminista, del Conurbano, soy marrón. Necesitamos más cuerpos diversos, más indígenas, personas que vengan de las villas, más representación en todos los sentidos”. Además de su actividad en Latfem, Alcaraz espera retomar la escritura de un libro sobre mujeres encarceladas por microtráfico de drogas.