El modelo de la TV argentina 2021 redobla la apuesta por el ya trajinado recurso de los programas de juegos. Lo que hasta no hace tanto era un género marginal, “de relleno” o parte de la programación de emergencia de verano, hoy constituye una carta ganadora que encuentra una de sus mayores virtudes en la relación costo (inversión)-beneficio (rating). Estos ciclos convocan casi siempre a participantes anónimos –aunque algunos famosos suelen sumarse ocasionalmente– que compiten a partir de habilidades físicas, saberes o ingenio por premios en dinero o bienes –hay que decirlo– cada vez más módicos.

Un rápido repaso por las grillas de los canales de aire alcanza para tomar dimensión del fenómeno. El Trece ofrece 100 argentinos dicen (con la conducción de Darío Barassi); Bienvenidos a bordo en el prime time, de la mano del carisma de Guido Kazka, el único programa de la señal que logra mezclarse entre los más vistos del día, casi siempre monopolizados por Telefe; y hasta hace poco contó con Mamushka (Mariana Fabiani).

El canal de las pelotas, por su parte, sorprendió al «birlarle» a El Trece Pasapalabra, el exitoso programa de Iván de Pineda, en un traspaso muy poco habitual en nuestra televisión. También volvió a programar Minuto para ganar, con la conducción de Marley y la coconducción rotativa de Lizzy Tagliani, Vicky Xipolitakis y Florencia Peña. También promociona, sin fecha de aire por el momento, Trato hecho, un programa que en su momento condujo Julián Weich y que ahora estará a cargo de Lizzy Tagliani.

El Nueve levantó de su programación Mejor de noche, el ciclo conducido por Leo Montero durante seis años. Pero lo reemplazó con La hora exacta, otro programa de juegos, en este caso con la conducción de Teté Custarot y Boy Olmi, y cierta apuesta a la nostalgia. En la primera tarde estrenó Está en tus manos, un ciclo que alterna preguntas y respuestas con pruebas de habilidad que encabeza con Edith Hermida, panelista de Bendita.

Incluso la TV Pública programó un envío de preguntas y respuestas –¿Qué sabe Ud. de la Argentina?– y le dio el horario central de las noches con la conducción de Roberto Funes Ugarte, el excéntrico notero de C5N. NET TV, la gélida pantalla del grupo Perfil, absorbió a Mejor de noche, el programa de Leo Montero que se había quedado sin aire en El Nueve.

Como se puede ver en este panorama, hay un crecimiento en la cantidad de programas, en los lugares que ocupan (prime time nocturno en todos los canales, salvo América TV) y, también, en los números de audiencia: tanto Minuto para ganar como Bienvenidos a bordo suelen estar entre los programas más vistos del día.

Para explicar esta tendencia se puede recurrir a tres aspectos. En primer lugar, la industria televisiva local está operando con un presupuesto bajo. Eso hace que toda ficción, por ejemplo, sea postergada. Un programa de juegos resulta barato y fácil de resolver: requiere un conductor, un par de productores, una escenografía sencilla y poco más. En segundo lugar, los típicos programas alimentados por las trifulcas de panelistas lejos están de desaparecer, pero –al menos por el momento– parecen declinar en la preferencia de los telespectadores. En tercer lugar, y no menos importante, la crisis económica hace que resulte atractivo para las audiencias la idea de “salvarse” con un concurso televisivo. Aunque eso de salvarse ya no es lo que era. En ese marco, primereó Guido Kazca al regalar un taxi y su correspondiente licencia, lo que le permite el slogan de “regalar una fuente de trabajo”. Kazca merece una mención honorable: hace años batalla contra todos los tanques de Telefe (Moisés, Jesús, Masterchef y ahora Minuto para ganar) con dos alambres y un escarbadientes, y consigue resultados más que dignos.

En la Argentina el rey de los programas de juegos fue Gerardo Sofovich. El Ruso, como se lo conocía popularmente, supo alcanzar ratings estratosféricos cortando manzanas, con competencias de pulseadas (mucho antes que Sylvester Stallone), con baleros y hasta con el Jenga. Llevando su propia ludopatía a la pantalla, sedujo audiencias con la promesa, utópica pero verosímil, de acomodar su economía mediante un golpe de suerte.

Hoy la TV argentina, en medio de una crisis propia y los efectos de la pandemia, apela a los mismos instintos para darles temperatura y una supuesta sustentabilidad a pantallas cada vez más destempladas. El desafío a futuro sigue pendiente: cómo sobrevivir a la era del streaming con algo más que viejas cartas marcadas.   «