Con dirección de Paula de Luque sobre una obra de Marcelo Figueras, la TV Pública estrenó Las bellas almas de los verdugos, la serie que retrata una etapa decisiva en la vida de Rodolfo Walsh. En ocho capítulos, la producción parte del levantamiento de 1956 contra la dictadura del general Pedro Eugenio Aramburu, para mostrar cómo su violenta represión terminó transformando el derrotero del por entonces joven autor y traductor. En la trama, Walsh junto a Enriqueta Muñiz, su colaboradora de esos años, al conocer que existían sobrevivientes de los hechos conocidos como los fusilamientos de José León Suarez, se arriesgarán a una peligrosa investigación para develar oscuros secretos del poder, en un trabajo que los unirá mucho más allá de lo profesional.

De esta forma, De Luque aborda los dramáticos acontecimientos históricos de la Argentina de mediados de los ’50, luego de que la Revolución Libertadora derrocara a Juan Domingo Perón, que dieron pie, poco tiempo después a Operación Masacre, trabajo crucial de Walsh que salió a la venta en 1957. Y lo hace también apelando a la intriga, el romance y otros elementos que enriquecen la propuesta. «Tenemos gran expectativa respecto a cómo va a recibir el público la serie, sobre todo porque la subjetividad de los demás es algo a lo que no se le debe faltar el respeto», dice la directora entrevistada por Tiempo.

Auspiciada por el Ministerio de Cultura de la Nación y la Secretaría de Medios a través del programa Renacer Audiovisual, Las bellas almas de los verdugos es protagonizada por Diego Cremonesi, Vera Spinetta y Carla Pandolfi, además de contar con las actuaciones de Pepe Monje, Carlos Portaluppi, Luis Ziembrowski y Nicolás Pauls, como parte de un gran elenco. «En 2015 le propuse a Marcelo Figueras escribir un guión, con ganas de convertirlo en una película acerca de ese momento en que Rodolfo Walsh gestó Operación Masacre. La serie no narra toda su vida, sino que hace foco en ese instante: cuando Walsh no quería saber nada con la política, hasta que logró articular el universo de lo público y lo privado. Más allá de eso, en la serie queda de manifiesto cómo esa obra que posteriormente escribió, le cambia la vida».

La idea que nació hace años tuvo que esperar hasta ahora para concretarse: «Yo no pude filmar durante el período macrista, aunque ya estaba el proyecto aprobado en el Incaa como película. Hace poco apareció el concurso de miniseries de Renacer Audiovisual, nos presentamos, y lo ganamos. Adaptamos el guión cinematográfico y le dimos otro formato, con ocho capítulos de media hora. Estoy conforme y contenta con el trabajo».

La directora de las películas Juan y Eva, La forma de las horas y del documental Néstor Kirchner, entre tantas otras realizaciones, fue sumando material y puntos de vista a aquello que quería contar. «Yo conocía, a grandes rasgos, algunos hechos de la vida de Rodolfo Walsh. Me considero una persona medianamente informada, pero la verdad es que al encargarme de esta producción sobre el tema me fui enterando de más cosas. No todo cabe en una ficción, esa es la verdad, más que nada porque ahora está Google, entonces me interesa más dejar una especie de debate abierto y planteos, para que la gente vaya a buscar aquello que le interesa».

Las características tan particulares de un personaje emblemático como el autor y militante argentino fueron una enorme motivación. «Me gustó tomar la dimensión poética de Walsh, algo que creo haber logrado. Por otro lado, me interesan los vínculos, la intimidad de las personas que después se convierten en figuras públicas y cuya obra u acción influyen en la vida de los demás. Tanto en el cine, como en la literatura o el ámbito de la cultura, ese universo me convoca, como si fuera un ‘subrubro’. Pero es una preferencia, simplemente», reflexiona De Luque .

Forma y fondo

Para adaptar la idea original cinematográfica de Las bellas almas de los verdugos a este formato, la realizadora tuvo en cuenta distintas aristas. «Todo implicó un trabajo diferente, pero de todas formas, esa es mi tarea, así que lo hice muy contenta. Me reconforta pensar que pude contar esta historia más allá de haberla pensado para la pantalla grande. Detenerme en cómo hubiese podido ser, resulta contrafáctico, cada proceso creativo tiene un recorrido que no siempre es dinámico, ni siempre sabe una cómo resultará lo que tiene en mente. Se va buscando, se encuentra, te van cayendo las fichas. Se trata de un proceso que desemboca en una obra y que nunca es lo que se imaginó, pero a mí eso me gusta, porque ahí juega el azar».

Acerca del elenco de la serie, cuenta la realizadora: «Tuve la suerte de que a todos les interesó el proyecto en cuanto se los propuse. Cuando se los presenté a cada uno y a cada una, fue así de inmediato, no tuve que insistir. Yo soy de las que piensan así,  que a los actores no les tenés que insistir; lo que les planteás les gusta, o no. Por suerte las confirmaciones llegaron rápido».

De Luque reconoce una cierta forma de abordar los diferentes aspectos de una historia y su guión: «No soy de las que escriben y los demás repiten, sobre todo cuando se trata de un personaje anclado profundamente en la vida real. No me gusta trabajar con imitaciones, no lo hice nunca. Me gusta pensar, y así lo transmito, que no estamos hablando de Rodolfo Walsh, porque no me interesa hacer una caricatura, ni ver videos, ni archivos; no hay que hacer nada de todo eso. Lo que había que hacer era contar la vida de un escritor, un tipo al que un día le sucedieron determinadas cosas que fueron los puntos de giro de su vida».

Para esa construcción, Paula de Luque se apoya en el elenco: «Soy una obsesiva con esa parte de la tarea. Suelo estar en los pequeños detalles, en los gestos chicos, y trato de que los protagonistas digan las cosas con sus propias palabras. Pienso que el guión es algo destinado a desaparecer en cuanto se prende la cámara, por eso la magia siempre sucede en escena, y siempre trabajo colectivamente junto a los que producen: con el elenco, los actores, los técnicos, con el equipo entero».

En cuanto a los intérpretes que dan vida a la historia de un personaje tan complejo y fascinante como quien supo pergeñar, entre tantos otros textos inolvidables, la «Carta abierta de un escritor a la Junta Militar», la realizadora reconoce que «una siempre elige a sus actores por sus cualidades distintivas». Se trata, dice De Luque, de algo que va más allá de ciertas pautas previsibles. «No son las características físicas solamente, porque me gusta mucho la dirección de actores. No creo en los parecidos, pero creo en las composiciones como un factor que hace a un todo. En esa valoración también está el montaje, la trama, lo que te permite hacer entrar al espectador; ese individuo cree que lo que está viendo es algo verdadero. Leonardo Favio dejó una gran enseñanza  cuando dijo: «cuanta más ficcionalidad, más verdad». Eso me marcó. Parece una contradicción, pero cuando uno quiere imitar la realidad, se arma una especie de Billiken. Sin embargo, cuando trabajás fuerte sobre la ficción, aparece la verdad de la escena que se está contando».

Llevar a buen puerto Las bellas almas de los verdugos fue todo un desafío, y en un sentido muy concreto: «Esta fue la producción que más me costó filmar. Pero con Marcelo Figueras siempre hablamos de sacar este proyecto adelante y así sucedió, algo que me pone feliz, porque se vincula con alguien extraordinario como fue Rodolfo Walsh». «

Las bellas almas de los verdugos

Una serie dirigida por Paula de Luque. Guión: Bruno Luciani y Paula de Luque, sobre un guión original de Marcelo Figueras. Con Diego Cremonesi, Vera Spinetta, Carla Pandolfi y elenco. Viernes a las 23 por la TV Pública.

De la creatividad, la libertad y las plataformas

Con una postura crítica sobre el tipo de contenidos que masificaron las compañías de streaming, Paula de Luque se explaya sobre su idea acerca de los alcances que tiene este nuevo tipo de industria audiovisual: «Esta es una opinión muy personal, pero creo que las series instalaron un modo de contar que no es otro que el  de las plataformas. Se habla mucho de que estas empresas generan trabajo a nivel local, con historias nacionales, pero es falso. Si bien es cierto que trabaja mucha gente de nuestro país, por la cual tengo mucho respeto, lo que de verdad sucede es que los dueños de los contenidos, aunque los guiones se filmen acá, son de Estados Unidos. De manera que el relato sobre nuestro pueblo o nuestras costumbres lo está teniendo Estados Unidos en este momento».
La realizadora apunta las diferencias que pueden trazarse entre ese tipo de producciones y otras como Las bellas almas de los verdugos: «Celebro que el trabajo que hicimos con esta producción basada en un momento de la vida de Rodolfo Walsh no esté hecho para el streaming, y que haya sido realizado con absoluta libertad. Particularmente, siento que esta historia sobre algo tan importante que pasó en nuestro país no es un contenido como el que estamos acostumbrados a ver en las plataformas de cine y series. A mí nadie me dijo qué podía contar y qué no. Esa decisión hizo que me moviera con absoluta confianza y generó que tanto yo, personalmente, como todos los involucrados, hayamos vivido el  proyecto con felicidad».