El sol tomó la ciudad de Buenos Aires y casi no quedan resquicios de oxígeno. Cada paso se hace una aventura incierta, un cruce sanmartiniano entre sucesivas cordilleras de vapor inclemente. El sueño de un oasis en forma de bar con aire acondicionado nunca se hará realidad. La danza de los cortes de luz con tarifas híperinflacionarias empezó hace rato y recalienta la sensación térmica general. Pero no todas son frustraciones. Es tiempo de carnavales y fiestas populares. De multitudes que no tienen mucho para festejar, pero que resisten y se celebran. Ese es el universo en el que Ariel Prat se siente a sus anchas.

Por estos días el cantante, compositor y letrista encabeza un ciclo en el Club Atlético Fernández Fierro para celebrar los carnavales porteños. Lo acompañará su banda, que incluye a Juan Subirá (teclados y voz ), Nano Campoliete, Alejandro Caraballo (guitarra y voz), Martin Hernández (armónica) y Miguel Suárez (bajo y voz), más invitados como Peyo Campoliete (trombón), Claudio Bierschuvall (percusión), Matías Vera (baile), Aldana Mezzano (baile), Martín Serrano (conducción y glosas) y la murga La Pasión que faltaba de Barracas. “Me siento un vehículo entre la calle y el escenario. Por eso Estamos tocando un repertorio orientado a nuestra murga y ascendencia afro –explica Prat–.Tendemos un hilo conductor entre la vieja comparsa negra y la murga de hoy, interpretado todo con una visión muy rítmica. También vamos a tocar algunos temas que todavía no grabamos, como ‘La murga del 17’ y ‘Murguerita’, y repasaremos algunos temas de la primera época, como ‘La cumbia negra”. Disfrutamos revitalizando composiciones de larga data. Además, el público se renueva, como dice ‘la vieja interminable’”.

–Los carnavales cada vez son más populares. ¿Qué falta para recobrar la popularidad previa a la irrupción de la última dictadura?

–La tradición está. Lo que pasa es que los medios de comunicación hegemónicos aplican una invisibilización que resulta determinante. La gente lee Clarín o escucha TN y no le hablan del carnaval: dicen que hay cortes de calle. ¡Ningunean a una expresión popular! Toda la vida los carnavales se hicieron en la calle y no podían pasar los autos. ¿De qué se asustan? Mantener a los carnavales en la calle es muy bueno porque permite que cada murga organice su propio corso y no dependa del Estado, corseros y/o choriceros. Es algo que a mí me apasiona. Hace días salí con los Elegantes de Palermo. Fui totalmente de a pie, no como Ariel Prat.

–¿Todavía hay gente que miran de costado a las murgas y a quienes disfrutan del carnaval?

–Desgraciadamente. Alcanza con leer los comentarios de los foristas de los grandes medios. Están en la misma línea que los de Ramos Mejía en 1870. Esa gente cree que por un lado está la Cultura y por el otro, por abajo, lo negro. Así piensa parte de nuestra clase media y otros tilingos que aplauden a los negros de afuera y rechazan a los nuestros. Lo negro en la Argentina está más vivo que nunca. Es patrimonio vivo intangible y en crecimiento. Hay cada vez más murgas y cada una busca su estilo a partir de una raíz común. Desde lo dark hasta lo más divertido. Porque también hay muchas canciones tristes en el carnaval. Somos argentinos y tenemos nuestro sentir. Y nuestros queridos negros están representados por gente a la que quizás le faltan dientes y que le gusta tomar vino en tetrabrik o fernet con cola. Los que toman Negroni suelen estar en Punta del Este y no dan bola.

–Juan Carlos Cáceres fue un gran investigador y reivindicaba el tango negro. Tuviste una relación estrecha con él.

–Juan Carlos, que en paz descanse, era un grande. Lo admiraba y no es casualidad que nos hayamos encontrado. Teníamos muchas coincidencias e información complementaria. Creo que construimos un laburo importante. Empezamos a juntarnos en el 2003 e hicimos giras, temas y compartimos un montón de cuestiones. Él me enseñó muchísimas cosas y creo que yo le pude abrir las puertas de unas cuantas cosas que pasaban por acá. Hay que recordar que Juan Carlos vivía en París. Él decía que yo hago murga de salón. Puede ser.

–En tu carrera alternás murga, tango y milonga con toda naturalidad. ¿En algún momento te costó largarte por ese camino?

–No. Me lo permito porque es en lo que creo. Puedo decir que sufro de “discriminación positiva”. Mucha gente me dice: “A mí no me gusta la murga, pero me gusta lo que hace Prat”. Y lo demás está a un pasito porque comparten la raíz. A mí todo me vino de la calle. Pero después me dediqué a estudiarlo y armar un marco teórico. Soy docente de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav), doy la materia “Cultura popular y Carnaval en Buenos Aires”. En horas vamos a hacer la presentación oficial –N. del E.: se realizó ayer–del libro «De este lado del Plata. Cantos y Ritmos de Murga Argentina», del cual soy compilador. Es importante y muchos no lo saben: la murga uruguaya es otra cosa. La nuestra fue muy postergada, pero luchamos por ella y cada vez tiene más llegada y reconocimiento.

–¿Están tocando ”No me digas que no vuelve”?

–No en este ciclo. Pero hacemos “La murga del Flaco”, que está dedicada a Néstor (Kirchner). La gente se engancha muchísimo. Yo no agito ni digo nada. Pero el “¡¡¡A volver, vamos a volver!!!” se hace avalancha. Lo canta hasta gente que no es peronista y se genera un clima muy emocionante. Hace poquito compuse “La murga del 17”. En el estribillo dice: “Por más que pasen los años, herederos del compás, la más maravillosa música, nosotros vamos a dar, pero ellos no van a estar”.

–¿Cómo vivís este momento del país?

–Asisto a un desfile incesante de gente que no reconoce que los voto y asegura hablar en nombre de “los que los votaron”. Me pasó más de una vez, me hago el boludo y escucho (risas). Cada cual tendrá que hacer su experiencia. Yo me siento un militante barrial. De hecho participo de la Unidad Básica Bernardo de Monteagudo. Me parece que se están acomodando las cosas. Que todo está más claro y que Cristina es la única figura capaz de cortar con el neoliberalismo. Con esta gente no hay futuro. Pero nos tendremos que unir y ahuyentar a los traidores.

–Jugaste en Los Cebollitas. ¿Qué recuerdos te quedaron? ¿Estabas con Diego (Maradona)?

–A fin del año pasado edité el libro “Batata Negra y otros relatos”, por Ediciones Al Arco. Ahí cuento algunas historias, pero sobre todo un día en que el héroe, el Pelusa, fui yo. Digamos que fue un día muy especial. No quiero adelantar más. Hay que leer el libro (risas). Con Diego no tengo relación. De grande no nos cruzamos y no me gusta ser cholulo. Pero amo el futbol y soy muy amigo del Muñeco Gallardo, nuestro Napoleón. Nos escribimos mucho. A veces hasta me paso y le mando alguna crítica (risas).

*** Ariel Prat celebra los carnavales en el CAFF con su banda y murga invitada. Hoy a las  21 en Bustamante 772.