Marina puso el pecho. Literal. El video –ella, su novia, su mamá y una veintena de agentes de dudosa capacidad en una playa de Necochea– se viralizó y provocó, entre tantas reacciones, un «tetazo» en el Obelisco (con réplicas en varios puntos del país) para protestar por la exagerada actuación policial y el siguiente –consentido pero irremediable– desalojo de las mujeres que tuvieron la osada idea de dorar sus torsos frente al mar.

«Estoy agotada –reconoce Marina–, pero si el tema no se discute nada va a cambiar. Esta vez me tocó sin elegirlo pero no es la primera vez que enfrento a la policía o que me reprimen. Ya aprendimos a defendernos, a denunciar la violencia. El contexto en el que estamos hoy es de absoluta militarización y represión, donde se persigue a los inmigrantes, a la comunidad mapuche, a los pobres. Estamos en manos de fuerzas represivas sin ningún control y con mucho poder, y legitimadas por una parte de la sociedad”.

Marina, que pide no publicar su apellido para evitar sumar nuevos insultos y amenazas a su cuenta de Facebook, tiene 28 años y es médica residente en Buenos Aires. También es militante feminista y por eso aclara que lo suyo es la medicina general y familiar, que «es la rama contrahegemónica dentro de una institución que ya es bastante facha.» Desde hace cinco años, además, organiza en su Necochea natal, a la que vuelve cada verano, la Marcha del Orgullo y Lucha LGTTTBIQP, un evento a contramano de los usos y costumbres del balneario. «Acá la gente nunca toma las calles», dice.

Pero hace una semana, varios se escandalizaron y alguien llamó al 911 para «denunciar» que dos mujeres tomaban sol «con las tetas al aire». La voz en el teléfono agregó, para testimoniar la gravedad del caso, que el lugar estaba lleno de chicos. «Ni siquiera estábamos en una playa céntrica –recuerda Marina–. Es la zona de los campings, y cuando llegamos no había mucha gente. Después se fue llenando y en un momento se acercaron tres policías y nos dijeron a Fernanda, mi compañera, y a mí, que no podíamos estar en tetas. Les dije que siempre bajaba a la playa así y nunca nadie me había dicho nada. Me respondieron que me tapara o me iban a llevar presa.»
Lo que siguió después fue un acto de apoyo de la madre de Marina. «Hizo lo que nunca. Se sacó el corpiño y les dijo a los policías que teníamos tanto derecho como los varones. Nosotras no estábamos cometiendo ningún delito. El problema no es el cuerpo, sino la mirada obscena, porque ahí sí hay acoso, pero nosotras estábamos pasando un momento en familia, claramente la intención no era acosar a nadie.»

Los policías se fueron pero volvieron otros más amenazantes. Marina les propuso un trato: se cubriría con el corpiño si ellos se identificaban y las dejaban en paz. Los uniformados, una vez más, salieron de la playa, consultaron con algún superior y volvieron. «Ya estábamos cubiertas, pero ellos esgrimían que la gente seguía llamando al 911. Fue en ese momento que una oficial me dice que me tenía que poner los ganchos (jerga para referirse a las esposas) y llevarme presa. A esa altura ya era un escándalo. Había seis patrulleros y más de 20 policías.»

Marina y la gente con la que había planeado pasar la tarde en la playa decidieron dejar de discutir (y entregar argumentos legítimos) y darles el gusto a los agentes. Mientras se iban hubo algunos aplausos. También gritos de apoyo. «Por un lado –cree Marina– defendieron nuestro derecho a estar con el torso desnudo, y por otro, sintieron que tenían que reaccionar ante ese nivel de represión y acoso policial.»

Todo quedó registrado por la cámara de un celular y la enorme difusión provocó que varias organizaciones salieran a impulsar a través de las redes sociales un «tetazo» en el Obelisco para este martes bajo el lema «Nuestros senos no deben ser censurados».

–¿Cómo vivís todo lo que se generó?

–Me sorprende que se hable tanto del tema y no de otras cosas más importantes que están ocurriendo. El tratamiento es superficial. La gente está acostumbrada a que las tetas son para reírse y por más que me agobie intento darle un contenido a la noticia del escándalo. Por eso me alegra que se discuta si la ley es retrógrada y que el juez haya confirmado que no estábamos cometiendo ningún delito, que tengo derecho a seguir yendo a la playa sin corpiño y que mi torso vale lo mismo que el torso de cualquier varón.

–Más allá de servir para la causa, ¿qué te pasó a vos como persona?

–Desde el sábado que recibo amenazas. Me dicen que me van a violar, a cortar las tetas. Algunas son muy pesadas y por eso me recomendaron hacer la denuncia en una fiscalía. Pero lo que me da ganas de llorar son los comentarios que tiene el video en YouTube. Lo más suave que dicen es que nos falta pija. Es lamentable que la mayoría de los comentarios, tanto de hombres como de mujeres, sean de ese estilo. «

La autoritaria «decencia» del artículo 70

El juez correccional en feria de Necochea, Mario Juliano, ordenó archivar las actuaciones abiertas contra las mujeres que hicieron topless el sábado 7 de febrero en esa ciudad balnearia, al considerar que el artículo 70, que se invocó y sanciona los actos obscenos que afecten a la decencia pública, es inconstitucional. «El Código de Faltas, vigente desde marzo de 1973, es una verdadera rémora autoritaria, y los bonaerenses nos merecemos contar con una herramienta legal adecuada a una sociedad moderna, que contribuya a la convivencia y el uso igualitario de los espacios públicos», justificó.

Juliano, que integra la Asociación Pensamiento Penal, también recomendó a la Jefatura Departamental de la Policía que en caso de episodios similares en las playas locales o manifestaciones a favor o en contra de esa práctica, «procuren una intervención que priorice la mediación a los fines de garantizar la libertad de expresión y el ejercicio de derechos, en un marco de paz y convivencia que evite las expresiones violentas».

«Las tetas que no venden»

Diversas organizaciones de mujeres, como la Asociación Agitaciones Contra el Acoso Callejero, se sumaran al “tetazo” en apoyo a las mujeres que hicieron topless en Necochea bajo la consigna “Igualdad. La única teta que molesta es la que no se puede comprar”.

Por su parte, desde Mumalá emitieron un comunicado en el que plantearon su preocupación. «¿De dónde viene el miedo a las tetas? Siempre que se suscitan estos hechos es porque la teta no está sexualizada. Ver programas de televisión con mujeres mostrando sus cuerpos, publicidades, tapas de revistas mostrando a alguna celebridad haciendo topless en la playa o fotos que emanan sensualidad no nos horrorizan ni un poco en comparación con ver a una mujer en la playa, distendida y que aprovechó la ocasión para sentirse un poco más libre. Entonces, la teta que espanta es la que no vende, la que no está para el consumo», se lee en el documento que titularon “Sin tetas no hay paraíso”.

Aquella «teteada» de las madres

En julio del año pasado, un «tetazo» masivo ya había llenado de mujeres las plazas de todo el país en repudio al caso de una madre que había sido amedrentada por la policía por dar la teta en público.

Coni Santos, una chica de 22 años, decidió amamantar a su bebé de nueve meses en una plazoleta de San Isidro, cuando dos agentes –mujeres también– consideraron que estaba cometiendo un delito, pese a que en 2013 se sancionó la ley 26.873 de promoción y concientización pública sobre la lactancia materna. La joven madre decidió contar lo que le había pasado y de inmediato se convocó a la “teteada”.

La actitud de las policías fue repudiada por la Sociedad Argentina de Pediatría (el intendente Gustavo Posse le pidió disculpas a Coni) y fueron enviadas a asistir a un curso sobre los beneficios de la leche materna.

Requisas y saturación policial en las playas

Además del vendedor de choclos, el guardavida o el chico perdido, los veraneantes de la costa bonaerense deberán incorporar al paisaje a un nuevo integrante: el policía. Según datos oficiales del gobierno bonaerense, este año el Operativo Sol afectó a 19.926 agentes (15.926 para las regiones atlántica y de las sierras y 4000 en el Gran Buenos Aires), lo que representó un incremento sustancial con respecto a la temporada anterior, que había movilizado a 11.600 efectivos en sólo 24 destinos turísticos.

Más allá de la satisfacción del ministro de Seguridad Cristian Ritondo, al afirmar que en lo que va de la temporada los homicidios dolosos descendieron un 150% respecto a 2015 y en un 75% en comparación con los del año pasado, la presencia policial en las playas provoca situaciones insólitas.

Antes del escándalo por el topless, otro video que mostraba a cuatro agentes de la policía de Santa Teresita tratando de detener a unos jóvenes por consumir cerveza junto al mar también se hizo viral. El mismo ímpetu se ve en Playa Grande, de Mar del Plata, donde hay requisas para evitar el consumo de alcohol en la arena.

Otro antecedente curioso ocurrió en Monte Hermoso, cuando los bañistas salieron a defender a un mantero africano a quien la policía le quería decomisar la mercadería.