Hay una competencia del Ministerio de Ciencia de la Nación en escuelas secundarias que les propone armar y lanzar un satélite del tamaño de una lata de gaseosa. De entre 490 equipos anotados, quedaron los 30 finalistas seleccionados. Entre ellos uno marplatense que se propone un tema de gran importancia social y económica para la región: el control de la pesca sobre el mar argentino.

El proyecto denominado Cansat (can: lata y sat: satélite, por sus siglas en inglés) es una convocatoria de la cartera científica y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), con el apoyo de las agencias internacionales espaciales europea y norteamericana (ESA y NASA, respectivamente). Tiene como objetivo principal acercar la ciencia y la tecnología a los jóvenes en edad escolar de nivel secundario.

«El objetivo de la competencia es contribuir al desarrollo de habilidades tecnológicas y a la promoción de una cultura científica e innovadora, ampliando la base de futuros profesionales y fortaleciendo los medios que aseguren la sostenibilidad del sector espacial en la Argentina, con un criterio federal«, remarcaron.

La misión del picosatélite se divide en dos etapas: una primaria, en la que debe ser capaz de medir presión y temperatura en el aire; y una segunda misión, que es elegida por los participantes y está vinculada en medir una problemática de ambiente de carácter local. La iniciativa enfatiza la idea de que la búsqueda sea federal y enmarcada en el contexto de cada comunidad.

En este caso, los alumnos del Instituto Industrial Pablo Tavelli de Mar del Plata propusieron evaluar la «pesca ilegal e indiscriminada» en las costas de su ciudad. Como marcan las bases de Cansat, deberán construir una carga útil, cuyo tamaño no supere el de una lata de gaseosa, y lanzarla en un cohete hasta una altitud de aproximadamente un kilómetro.

Picosatélite, pesca ilegal y dos problemáticas

El proyecto diseñado por estudiantes busca evaluar dos problemáticas: la contaminación lumínica producida por el uso de grandes emisores de luz para atraer a los peces como sucede en la milla 201, que desde lo lejos parece una ciudad, «lo cual produce un desbalance biológico en las especies marinas y afecta los ciclos reproductivos», según indicaron.

Y en segundo lugar, la pesca indiscriminada que agota los recursos pesqueros, obligando a los barcos pescar en lugares más alejados y encareciendo el producto final, a su vez afecta a la subsistencia de las ciudades pesqueras.

El informe realizado por los alumnos superó tres etapas previos. Ahora, Conae y el MinCyT van a realizar el envío del kit compuesto por distintos sensores para que los alumnos comiencen a trabajar y desarrollar su propuesta.

Durante tres meses el equipo deberá realizar el desarrollo de su satélite y distintas etapas de seguimiento por la organización. En caso de quedar seleccionados, solo 5 equipos viajaran al centro espacial Teófilo Tabanera para realizar el lanzamiento y comprobar el funcionamiento del Cansat.

El antecedente del picosatélite San Martín

Hay un antecedente de picosatélite que también se relaciona con Mar del Plata. El primer picosatélite de comunicaciones argentino, un proyecto que nació en la Escuela Técnica Nº5 de Mar del Plata, fue lanzado con éxito el año pasado desde el Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral, en Estados Unidos. El presidente Alberto Fernández participó del acto por vía remota y felicitó a los integrantes de Innova Space, la startup que llevó adelante su construcción.

El CEO y docente Alejandro Cordero destacó la importancia de “la sinergia entre lo privado y lo estatal”. El aparato puesto en órbita es del tipo PocketQube, tiene un peso de 1 kilogramo y medidas aproximadas de 50mm x 50mm x 150mm, y posee entre otros objetivos «potenciar la productividad del país, colaborar a la tecnificación de procesos, brindar información en línea y de forma remota sobre el estado de cultivos y ganado, y colaborar a reducir los costos en el lanzamiento de satélites».

El picosatélite

Para el desarrollo del picosatélite, que forma parte de un proyecto de la empresa marplatense InnovaSpace, «el Ministerio de Desarrollo Productivo destinó casi 50 millones de pesos, además de facilitar la generación de un nicho de negocio incipiente para el país», añadieron en ese momento desde la Casa Rosada.

La Milla 200

A una hora y media de Buenos Aires, sobrevolando el mar argentino, está la Milla 200. El límite con las aguas internacionales. En las imágenes tomadas en vuelos de avión se puede ver una ciudad flotante formada por luces. Son embarcaciones extranjeras pescando. La iluminación, ubicada en las cubiertas, provoca que el calamar se sitúe debajo de los buques, lo que facilita su captura.

Frente al Golfo de San José, los buques pesqueros, mayoritariamente provenientes de China, Corea del Sur y España, forman una gran línea de alrededor de 600 barcos que rondan la Zona Económica Exclusiva (ZEE) del mar argentino para ejecutar «la pesca indiscriminada e ilegal de todo tipo de especies marinas», según denuncian organizaciones ambientalistas, «especialmente calamares, merluzas y langostinos».

Milko Schvartzman, del programa de conservación y pesca del Círculo de Políticas Ambientales, aporta: «los países de los que provienen los barcos contribuyen con subsidios. Por ejemplo, con la carga de combustible”. 

Desde la Subsecretaría Nacional de Pesca, su titular Carlos Liberman sostuvo a Tiempo semanas atrás que para que se configure “pesca ilegal” los buques deberían haber estado pescando dentro de nuestras 200 millas. En la milla 200 culmina la jurisdicción argentina y el dominio de los recursos pesqueros. Asegura que la Prefectura Naval Argentina acreditó que los buques extranjeros estaban fuera de nuestra ZEE: “todos ellos estaban más allá de la milla 200, es decir estaban desde la milla 201 en adelante. Por lo tanto se encontraban en aguas libres, aguas internacionales. Es entonces del todo falso el calificativo de pesca ilegal”.