«En mis casi 30 años de profesión nunca vi algo así», dijo el forense Juan Carlos Toulouse, quien realizó la autopsia al cuerpo de Lucio Dupuy, el niño de 5 años asesinado el viernes último en Santa Rosa. El nene murió a raíz de politraumatismos y por el crimen fueron detenidas su madre, Magdalena Espósito Valenti, de 24 años, y su pareja, Abigail Páez, de 27. El caso causó conmoción en La Pampa, donde hubo marchas de reclamo de justicia el fin de semana, y hay una nueva manifestación convocada para este lunes.

Este martes el forense entregará el informe de la operación de autopsia al Poder Judicial de La Pampa, en el que se certifica que la muerte de Lucio fue por «politraumatismos y una hemorragia interna». Las mujeres detenidas fueron quienes lo llevaron al hospital, desvanecido y con convulsiones. Argumentaron que habían sufrido un robo y el nene se había caído, según trascendió en la prensa local.

Los restos de Lucio fueron inhumados este lunes en el cementerio de la ciudad de General Pico, adonde fueron despedidos por su familia paterna y allegados. El padre del nene usó su cuenta de Facebook para expresar su tristeza y reclamó no haber sido escuchado por el Poder Judicial, algo que también denunció el abuelo del niño.

“Como sociedad toleramos altos niveles de violencia contra nuestros niños”

Daniel Alejandro Navarro es Jefe de sección del hospital psiquiátrico Borda, médico consultor en psiquiatría y psicología médica, y especialista en medicina legal forense, además de especialista en psiquiatría Infanto Juvenil (UBA) y profesor adjunto de salud mental Facultad de medicina UCES. Como profesional ya le tocó analizar casos como el de Lucio. Por ejemplo ante los crímenes de Luciana, de tres años, y Priscila, de siete, víctimas de golpizas de sus progenitores en 2014.

“No podemos asegurar que haya trastornos psiquiátricos detrás de un acto criminal, el asesinato de un hijo viene a dar por tierra el mito que los padres, y fundamentalmente las madres, van a dar un mejor cuidado a los hijos”, dijo a Tiempo. Y agregó: “Sí podemos afirmar que el maltrato infantil es ejercido por sujetos que suelen poseer ciertas características de personalidad que elevan el riesgo de tener conductas violentas con los hijos: baja tolerancia a la frustración y expresiones inadecuadas de la rabia; falta de habilidades parentales; se sienten incompetentes e incapaces como padres; la persona casi nunca se reconoce a sí misma como violenta; tiene una percepción negativa de las personas que componen su familia”, entre otros puntos como que “promueven el aislamiento de los miembros de su familia respecto de quienes podrían intervenir para evitar la violencia”.

Navarro explicó que “el entorno sociocultural y familiar todavía acepta ideas que legitiman el uso de la violencia con los hijos. Pero estas características no señalan por sí una patología psiquiátrica”. Según el especialista, “los datos a nivel global señalan que en promedio, 6 de cada 10 niños entre 2 y 14 años de edad sufren de manera periódica castigos físicos por parte de sus cuidadores”.

“Esta alta prevalencia de maltrato infantil obliga al cuidado de los niños de lo que pueda pasarles en el interior de su propio hogar. La escuela es un lugar privilegiado para detectarlo, efectivamente el educador debe estar atento a tales circunstancias –apuntó- También los médicos que pudieron haberlo asistido, en su historia de maltratos y lesiones físicas, deberían haber denunciado, como la ley les exige, las lesiones del menor. También falló la Justicia”. Al respecto, puntualizó que “los jueces tienden a privilegiar a las madres al momento de otorgar la tenencia del menor en un contexto de separación de la pareja de progenitores, sin realizar el procedimiento adecuado para tomar la decisión, evaluación del equipo de salud mental a los padres así como análisis por parte de profesionales de trabajo social y lo más importante escuchar al menor acerca de con quien desea convivir”.

“Si los jueces no realizan el análisis pertinente mal pueden dictar sentencia. Asimismo es conveniente señalar que la perspectiva de género, bajo la cual deben analizarse estas cuestiones, señala expresamente que ambos padres cuentan, potencialmente, con habilidades para el cuidado y la educación de los niños”, dijo Navarro. E insistió sobre la necesidad de una perspectiva de género en tanto “implica reconocer que una cosa es la diferencia sexual y otra cosa son las atribuciones, ideas, representaciones y prescripciones sociales que se construyen tomando como referencia a esa diferencia sexual. No hay características exclusivas de un sexo, ambos comparten rasgos y conductas humanas”.

“Puede que existan o no trastornos en estas mujeres, una de ella la madre biológica, que asesinaron a un niño de 5 años, en una noticia que estremece y angustia. ¿Qué paso por la cabeza de esas mujeres? Es algo que psiquiatras y psicólogos intentarán develar, pero la cuestión no pasa por ahí, a mi criterio, sino qué nos pasa como sociedad que toleramos altos niveles de violencia contra nuestros niños”, resaltó e instó a “describir las fallas para evitar la violencia, en los vecinos que no actuaron, en los docentes que no vieron y en la justicia que desoyó a un padre que simplemente querría cuidar de su hijo. Justicia atada a un precepto perimido, que las madres son, obligatoriamente, mejores cuidadores que los padres”.