“Acá no paramos de llorar –dice el biólogo e investigador del CONICET Martin Kowalewski– porque siempre te conectas con tu sujeto de estudio. Nosotros y los estudiantes conocíamos a cada uno de los animales, sabíamos sus nombres, de quien era hijo cada uno, y de repente encontrarlos calcinados en el piso es muy triste. Uno pensaba que los monos, aunque sea, se iban a salvar, pero el incendio avanzó tan rápido que fueron cayendo de los árboles. Quedaron todos muertos en fila, huyendo”.

Entre el miércoles y el jueves, las altas temperaturas y el viento norte conspiraron para reavivar los incendios en la zona del Parque Provincial San Cayetano, a unos 20 kilómetros al sur de la Ciudad de Corrientes, y de esa forma terminar de arrasar lo poco que quedaba en pie.

“Al lado del parque, que tiene casi 100 hectáreas, conviven emprendimientos de explotación ganadera a mediana y gran escala. En agosto, hubo un gran incendio intencional que destruyó el 60 por ciento del parque. En estos días, el fuego se reinició y el parque prácticamente se quemó todo, un 10 por ciento de monte, como mucho, se habrá salvado”, explica Kowalewski, quien además es director de la Estación Biológica Corrientes, una institución que se ocupa de desarrollar investigaciones y apoyar proyectos educativos sobre conservación de las especies animales y vegetales de la región.

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Entre la mucha fauna que ardió entre las llamas hay una gran variedad de anfibios y mamíferos como víboras, yacarés, guazunchos, monos carayá, tortugas, lobitos de río y zorros. “Son animales que no pudieron escapar y los pocos que lo lograron, como algunos carpinchos, aparecieron luego cazados por perros o cazadores”, detalla Kowalewski.

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(Foto: Facebook)

De acuerdo a datos aportados por el Sistema Federal de Manejo del Fuego, desde enero hasta hoy se quemaron más de 500 mil hectáreas de bosques, pastizales, humedales y pasturas a lo largo de todo el país en un contexto de pandemia, sequía y de bajante histórica de los ríos.

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“Lo que sucede en Corrientes, a diferencia de Córdoba donde los incendios llegan a las casas, es que destruyen ambientes que no son tan fáciles de defender como los pastizales. Uno los ve amarillos y es más difícil generar la misma empatía que produce un bosque. En la provincia hay un lobby ganadero muy fuerte y también existe otro vinculado a la plantación de pinos que avanzan sobre los pastizales con consecuencias graves, por ejemplo, secan las lagunas, meten contaminantes en los suelos. Esos grupos de presión son los mismos que se oponen a la Ley de Humedales”, destaca Kowalewski.

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(Foto: Facebook)

En Corrientes lo que hay, también, es complicidad política con el daño ambiental. Un ejemplo es el del diputado radical Jorge Vara, quien opinó que de prosperar algunos de los proyectos de ley de protección de los humedales “el 70% de la superficie de Corrientes quedaría improductivo”, lo que lo llevó a una reflexión, cuanto menos, inverosímil. “Hagan lugar en el conurbano para los 800 mil correntinos que se van a quedar sin trabajo”.

Para Kowalewski es momento de “convertir este desastre en acción” y de hacer entender que “estamos viviendo una tragedia ambiental”.

“La sociedad tiene que reaccionar de forma colectiva –concluye– para dejarles algo a las generaciones que vienen. Los incendios en todo el país no son espontáneos, detrás hay un hilo común que es el agronegocio, la especulación inmobiliaria, la soja. Ese tipo de lobby es el que nos va a dejar sin planeta. Nos quieren vender que el cambio es individual, toda esa mentira de la meritocracia, y no se dan cuenta que eso no alcanza. Los monos nos enseñaron que los árboles se defienden en grupo porque saben que uno solo no va a lograr nada”.