En días en los que Estados Unidos exhibe sospechas de OVNIs y globos chinos, por acá nomás hay material espacial que pasa entre nosotros. O casi. La historia arranca así:

Hace diez días, apostados en el Paso Internacional Agua Negra, a 4.780 metros sobre el nivel del mar, en plena Cordillera de los Andes, agentes de la Aduana estaban inspeccionando un vehículo que ingresaba a la Argentina desde Chile. Pero entonces se toparon con algo de otro planeta. O, en rigor de verdad, con algo que no es de la Tierra.

Distinguieron una gran cantidad de piedras en la zona del asiento trasero del automóvil de matrícula argentina. Ahí le indican al conductor que iba a ser necesario que las descartara para ingresar al país, por razones fitosanitarias. El hombre, un jubilado oriundo de Córdoba, accedió. Pero quiso (o dejó entrever, sin demasiado disimulo) una salvedad: una piedra en particular, de aspecto brillante.

Los agentes especializados de la Dirección General de Aduanas-AFIP la examinaron «y enseguida sintieron que su peso no se condecía con su tamaño», relatan desde el organismo estatal. Sospecharon que podía tratarse de un bien cultural o patrimonial. La retuvieron y elevaron un informe.

Rápidamente, la roca de 12,5 kilos y 27 centímetros de largo fue trasladada a Buenos Aires para ser analizada por el Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR), la misma institución que por ejemplo estudia los sismos. El SEGEMAR concluyó que se trataba de un meteorito.

Regmagliptos

En efecto, en su informe que duró siete días de análisis y finalizó el 15 de febrero, los científicos del SEGEMAR constataron la presencia de depresiones que “corresponden a los regmagliptos formados por la ablación cuando el meteorito penetra en la atmósfera terrestre”. Además le aseguraron a la Aduana que su composición tenía una proporción de hierro/níquel que no se encuentra en la Tierra.

«Se observó que por su morfología Macroscópica y características físicas corresponde a un meteorito –marca el informe–. La muestra se destaca no solo por su elevado peso y tenacidad, sino por su forma irregular caracterizada por la presencia de cavidades que le imprimen un aspecto onduloso. Estas depresiones corresponden a los regmagliptos formados por la ablación cuando el meteorito penetra en la atmosfera terrestre».

«La pieza identificada presenta su superficie original limpia para extraer la cubierta de oxidación, y posteriormente tratada mediante un barniz probablemente del tipo siliconado, para evitar eventuales alteraciones superficiales futuras. Peso y medidas aproximadas (12,5 kg – 27 cm de largo máximo – 17 cm ancho máximo – 8,7 cm de alto máximo). Sobre la muestra se practico un corte con sierra diamantada. a los fines de una adecuada caracterización morfológica, mineralógica y de composición química de la muestra», continúa el estudio de SEGEMAR firmado por los licenciados Andrés López, Sabrina Crosta (IGRM-DGRM), Patricia Claramunt y Mariana Constante.

Y concluye: «Luego de la observación macroscópica y microscópica de las características superficiales, morfológicas, estructuras internas y también, por el análisis de los datos de elementos químicos, la muestra se clasifica como Siderito octaedrito ‘Meteorito'».

La Ley 26.306 establece que los meteoritos que ingresan al territorio argentino son bienes culturales. «El objeto celeste en cuestión era, definitivamente, de importación prohibida, según indica el Artículo 610 del Código Aduanero», explicaron en AFIP.

La situación se enmarcó en la Resolución sobre el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales de la Organización Mundial de Aduanas. El meteorito pasará a la órbita científica, para seguir siendo analizado. Aunque resta saber el aspecto más misterioso del asunto: cómo llegó a manos del jubilado cordobés y qué buscaba hacer con él.