La mitad de la población mundial ya es «vulnerable» a los impactos del cambio climático, y la inacción de los líderes reduce la posibilidad de un «futuro vivible» en el planeta, advirtió este lunes la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El nuevo informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) mostró que las consecuencias del calentamiento global provocado por las actividades humanas no se limitan al futuro.

En este sentido, las sequías, inundaciones, canículas (períodos de calor fuerte), incendios, inseguridad alimentaria, escasez de agua, enfermedades, subida de las aguas, afectan entre 3.300 y 3.600 millones de personas, advirtieron desde el organismo. «He visto muchos informes científicos durante mi carrera, pero ninguno como éste», reaccionó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, que lo describió como «un atlas del sufrimiento humano y una acusación que apunta al fallido liderazgo en materia climática».

En tanto, los expertos del IPCC mencionaron que, si el mundo no reduce de manera drástica, las emisiones de gases de efecto invernadero, tendrá impactos inevitables y «a veces irreversibles» en las próximas décadas. En la primera parte de su informe publicado en agosto pasado, estimaron que, para 2030, la temperatura alcanzaría el umbral de +1,5 grados, informó la agencia de noticias AFP.

En relación con esto, la temperatura del planeta aumentó una media de +1,1 grados desde la era preindustrial, y el mundo se comprometió en 2015 con el Acuerdo de París a limitar el calentamiento por debajo de +2 grados, si es posible +1,5 grados. «A la luz de los compromisos actuales, las emisiones mundiales aumentarán casi un 14 por ciento en la década actual. Eso supondrá una catástrofe. Destruirá cualquier posibilidad de mantener vivo el objetivo de los 1,5 grados», denunció Guterres, quien señaló como «culpables» a los grandes países emisores.

El informe anticipa además la desaparición de 3 a 14 por ciento de las especies terrestres y advierte que para 2050 cerca de mil millones de personas vivirán en zonas costeras de riesgo. «La adaptación es crucial para nuestra supervivencia», reaccionó en un comunicado el primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, que preside la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS).

Brown instó a los países desarrollados a respetar su compromiso de aumentar la ayuda climática a los países pobres, en particular para permitirles prepararse para las catástrofes que anuncian. A su vez, el informe señaló que el sufrimiento es aún más importante para las poblaciones más frágiles, como los pueblos autóctonos o pobres, pero también afecta a países ricos, como lo recuerdan las terribles inundaciones en Alemania o los incendios devastadores en Estados Unidos el año pasado.

En relación a América Central y Sur el documento señaló que «se encuentran altamente expuestas, vulnerables y fuertemente impactadas por el cambio climático, situación amplificada por la desigualdad, la pobreza, el crecimiento poblacional y alta densidad poblacional, el cambio de uso de suelo particularmente deforestación con la consecuente pérdida de biodiversidad, la degradación del suelo y la alta dependencia de las economías nacionales y locales de los recursos naturales para la producción de productos básicos».

Al hacer un análisis de ese impacto, el informe advirtió que «muchos eventos extremos ya están afectando la región y se prevé que se intensifiquen, incluido el calentamiento de temperaturas y sequedad, aumento del nivel del mar, erosión costera, acidificación de océanos y lagos que da como resultado la decoloración de los corales y el aumento de frecuencia y severidad de las sequías en algunas regiones, con la disminución asociada en el suministro de agua, que impactan la producción agrícola, pesca tradicional, seguridad alimentaria y salud humana».

Además, indicó que «el cambio climático afecta la epidemiología de las enfermedades infecciosas sensibles al clima en la región», y marcó como ejemplo que «el aumento de las temperaturas» puede provocar un incremento en la prevalencia de enfermedades transmitidas por vectores, incluidas las endémicas y emergentes enfermedades arbovirales como el dengue, chikungunya y Zika.