Daniel y Miriam reconocen que la noticia no los alegró. «A nosotros ya no nos sirve de nada –dice él–, pero nos obligó a pensar en los demás chicos que no van a ser envenenados y entonces nos tenemos que poner contentos.»

El lunes a la noche, durante la quinta sesión ordinaria del año, el Concejo Deliberante de Gualeguaychú aprobó –con nueve votos a favor y tres en contra aportados por el bloque de Cambiemos– la ordenanza que prohíbe en todo el ejido de la ciudad el uso del glifosato. La medida llegó después de años de lucha y reclamos de vecinos y organizaciones ambientalistas que venían alertando sobre el aumento de nuevos casos, sobre todo en chicos, de cáncer y leucemia, debido a la fumigación indiscriminada con ese herbicida en los campos lindantes a viviendas y escuelas. Venecia, la única hija de Daniel y Miriam, era una más de esa larga lista de casos. Murió el 20 de marzo, casi un mes antes de aprobarse la ordenanza. El Estado, una vez más, llegó tarde.

En julio de 2016, Antonella González había quedado internada en el Hospital Garrahan con diagnostico de leucemia. Los médicos de Gualeguaychú sólo le habían recetado medicamentos para el asma. La lucha de Antonella conmovió al país y la noticia de su trasplante renovó las ilusiones. Sin embargo sólo reaccionó bien el primer mes. Murió en noviembre del año pasado. Tenía, apenas, nueve años. Natalia, su mamá, declaró todavía dolida: «Una de las enfermeras me preguntó qué pasaba en Entre Ríos, porque la mayoría de los chicos con cáncer que eran atendidos en el hospital venían de ahí.»

Ya en marzo de 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), que forma parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), concluyó que «existe evidencia suficiente» para relacionar al glifosato con la proliferación de la enfermedad.

La muerte de Antonella movilizó a esta comunidad entrerriana, que comenzó a organizar marchas bajo el lema «Stop Cáncer» e impulsó la creación de Donar en Vida, una organización dedicada a concientizar sobre la importancia de la donación de sangre y que apadrina a chicos con cáncer. Venecia era uno de ellos.

«En total estuvo dos años en tratamiento –recuerda el padre–. Habíamos logrado que la médula estuviera ‘limpia’ y sólo iba al hospital cada 15 días para control. Pero este año los niveles de glóbulos blancos y las plaquetas empezaron a bajar, tenía fiebre, y los médicos decidieron hacerle una punción lumbar. Ahí salió en los análisis que de nuevo había células leucémicas, pero esta vez eran muy agresivas. Lo que nos quedaba era hacerle un trasplante, pero no pudo superar el primer bloque de quimioterapia”.

La ordenanza sancionada esta semana en Gualeguaychú tuvo en cuenta diferentes tipos de considerandos para establecer la prohibición del uso del glifosato, entre ellos, las conclusiones de la IARC, que confirmó la vinculación entre este tipo de herbicida y la aparición de casos oncológicos. En ese sentido, remarca que «luego de un año de exhaustivo trabajo, el máximo espacio para el estudio del cáncer de la OMS categorizó al glifosato, el agroquímico más utilizado del mundo y pilar del modelo transgénico, en la segunda categoría más alta vinculada a la enfermedad». «