Joanna Birriel murió a los 24 años, lejos de Oberá, en circunstancias ajenas a su profesión de técnica en gestión ambiental: una ráfaga de balas la alcanzó durante un enfrentamiento entre presos de una cárcel de máxima seguridad en Guatemala. La belleza de la joven misionera la había llevado hasta Centroamérica, persiguiendo la promesa de una carrera de modelo que pudiera darle notoriedad y dinero muy temprano. Pero el sueño lo cimentó un financista inconveniente: un ex militar condenado por la muerte de un obispo que disputaba el control del penal.

La de Joanna es una historia trágica pero, en cierto punto, previsible. Las mujeres hermosas y los delincuentes de gran cartel suelen encontrarse hasta que el final se precipita, siempre, con funestas consecuencias.

El lunes, alrededor de las diez de la mañana, un estruendo alteró la rutina de la Granja Penal de Pavón, 18 kilómetros al noroeste de la capital guatemalteca. Después de la granada, comenzaron los disparos. Según la reconstrucción de los investigadores, el ataque fue dirigido por Marvin Montiel Marín, apodado “El Taquero” y condenado a 820 años de prisión por el asesinato de 16 personas en 2008, y apuntaba al ex capitán del ejército Byron Lima, más conocido como «El rey de las Cárceles” por su evidente influencia dentro del sistema penitenciario, recluido por el asesinato del obispo católico y militante por los Derechos Humanos Juan Gerardi Conedera, también en 2008.

De acuerdo a una versión extraoficial, Marín buscó escarmentar a Lima porque le prohibió vender drogas dentro del penal. Ese rencor arrasó con la vida del ex militar y de otros 12 reos que estaban con él. La víctima 14 fue la única que no estaba obligada a estar en ese lugar.

Joanna había ido a visitar a Lima, algo que hacía por lo menos una vez al mes desde que el preso más famoso de Guatemala la vio en un desfile dentro del penal y se ofreció para ayudarla a desarrollar sus conocimientos ambientales en el país.

“Ella decía que Byron era una de las únicas personas que le tendió una mano y que la ayudó cuando lo necesitaba, y que nunca tuvo otras intenciones con ella, que era muy respetuoso”, aseguró un amigo de la modelo luego de conocer la triste noticia.

Por su parte, Luis Lima, hermano del ex militar asesinado, declaró a la prensa que Joanna trabajaba en un proyecto de Byron sobre parques “biosaludables”. Otros, sin embargo, insinuaron que la relación excedía lo laboral, pese a que la misionera tenía novio, un ingeniero agrónomo de nombre Jason que se hizo cargo de los trámites para repatriar el cuerpo a la Argentina.

Suerte estropeada.

El 11 de julio de 2015, el capo narco Joaquín “El Chapo” Guzmán se fugó del penal de máxima seguridad de El Altiplano, en México, a través de un túnel con un preciso sistema de iluminación y ventilación, de casi 1,5 km de largo. El Chapo se convirtió así en el prófugo con la recompensa más alta en la historia de México pero sólo pudo ostentar ese título durante seis meses, cuando fue capturado en un operativo en Sinaloa. Se resistió y hasta baleó a dos oficiales, pero su suerte ya estaba estropeada. La caída de uno de los hombres más poderosos del planeta sólo se explica a partir de su obsesión con la actriz Kate del Castillo, a quien llamaba por teléfono desde la clandestinidad para arreglar el encuentro que derivaría en una entrevista con el actor estadounidense Sean Penn. El propio gobierno mexicano reconoció que el rastreo de esas comunicaciones facilitó la recaptura del “patrón” narco.

Otro antecedente del peligroso coqueteo de jóvenes bellezas con el hampa organizado lo protagonizó en nuestro país la colombiana Angie Sanclemente Valencia, conocida como la “narcomodelo” para el gran público.

En noviembre de 2011, Angie, una bellísima morena de cuerpo escultural, fue condenada a seis años y ocho meses de prisión por el delito de contrabando de estupefacientes en grado de tentativa, como integrante de una banda que en 2009 pretendió ingresar 55 kilos de cocaína a Europa, vía México, a través del aeropuerto de Ezeiza. Recién en 2013, la narcomodelo fue devuelta a su país de origen con una orden de “extrañamiento”, y quedó en libertad tras haber cumplido la mitad de la pena.