Vaciamiento, fuentes de trabajo en peligro extremo, una producción parada y falta de medicamentos. Estos son algunos ingredientes del alarmante cóctel que compone la situación del tradicional laboratorio Roux – Ocefa y que, además de dejar a 350 familias sin sustento –con 150 más que ya quedaron en el camino- generó que al menos tres medicamentos queden, por el momento, fuera del mercado y con pocos visos de reemplazo para los pacientes: Total Flora (reconstituyente de la flora intestinal), Ácido Filofago (antidiarreico) y Nuriban Gotas (diurético), además de una larga lista de remedios producidos por una compañía farmaceútica que desde el siglo pasado se destacó en la elaboración de sueros, producto en el cual llegó a ser uno de los proveedores líderes.

En medio del silencio de los medios dominantes, el conflicto lleva “casi dos años” aunque la situación “se avecinaba desde varios años antes”, según narró a Tiempo Lionel Corzo, trabajador del laboratorio desde hace casi cinco años y subdelegado general. “Este vaciamiento intencional de la empresa comenzó aproximadamente desde 2013. A nosotros ya nos llamaba la atención la falta de inversión tanto para la producción como para la publicidad de los mismos productos, fuimos perdiendo mercado casi intencionalmente” narró.

Historia de un vaciamiento

En términos de producción, el laboratorio, fundado en 1935, disminuyó el volumen y variedad de sus medicamentos hasta detener totalmente su actividad en noviembre del año pasado. Desde 2015, los trabajadores comenzaron a padecer retrasos y dilaciones cada vez mayores en el pago de los salarios, que incluía desdoblamientos y abono en cuotas, al punto que, a la actualidad, la patronal les continúa adeudando “siete sueldos y dos aguinaldos”, según narró a Tiempo Bruno Di Mauro, otro de los trabajadores del laboratorio. Sueldos adeudados que se acumulan mes a mes. “Sin embargo, tardamos en descubrir el meollo de la cuestión, que es el vaciamiento intencional y la quiebra fraudulenta, que denunciamos”, lamentó Di Mauro. En medio del lock out patronal, el 2 de enero los trabajadores votaron la toma por tiempo indeterminado de la planta ubicada en Medina 138, en el barrio de Villa Luro, medida de fuerza que se mantiene hasta la actualidad, para resguardar los elementos de trabajo, el edificio y la continuidad laboral. La otra planta del laboratorio, situada en Mataderos, permanece cerrada, al igual que las oficinas centrales de la compañía en Montevideo 79. “Veíamos que cada vez había menos trabajo, se contrataba menos gente. Cuando comenzó el conflicto éramos más de 500 personas. Tuvimos desdoblamiento del sueldo, falta de aportes en las cargas sociales, en las obras sociales y prepagas. Teníamos compañeros con enfermedades graves, con tratamientos intensivos, y perdieron todo el beneficio para ellos y sus familias, con todo lo que pagaron durante años”, denunció Corzo. Los trabajadores mantienen la toma con turnos rotativos, prácticamente sin recursos, y organizan actividades solidarias para sostener la medida.

Desde agosto de 2016, la compañía farmaceútica entró en concurso preventivo de acreedores, expediente tramitado en el Juzgado Comercial Nº 16, a cargo del juez Sebastián Sanchez Cannavo. Sin embargo, recién en la audiencia concretada el 23 de febrero pasado, todas las partes, incluida la empresa, pudieron ser reunidas. “La empresa dijo que no tenía nada con qué responder” consignó Di Mauro a Tiempo. “Nosotros pedimos que un interventor judicial se haga cargo de la empresa” marcó Di Mauro. En el marco del proceso de concurso preventivo de acreedores, el caso ya cuenta con su síndico correspondiente.

Vidas rotas y traición

Según comentan los trabajadores, el grueso de la planta está compuesto por trabajadores y trabajadoras de entre 50 y 60 años, lo cual les complica enormemente las chances de reinsertarse en un nuevo trabajo. Esos trabajadores, enfatizan los más jóvenes, padecen también el golpe emocional adicional de haber conocido de niño al actual presidente de la empresa, Julián Mariano Roux, nieto del fundador del laboratorio, Julián Augusto Roux. “Tenemos trabajadores que dieron toda su vida para que esta persona, el presidente Julián Mariano Roux, tenga el estilo, la calidad de vida que tiene para él y sus hijos, pero nunca le interesaron las demás personas” señala Román Fernández, otro trabajador. “Tenemos compañeros que nos cuentan que literalmente lo han tenido en brazos, porque él venía y jugaba con esos trabajadores, porque su padre lo sacaba a pasear por la planta. Y sin embargo, hoy se llevan esa decepción y se encuentran que con que esa persona les arruinó la vida, los endeudó. Hoy los compañeros no tienen para pagar una boleta de luz, algunos sobreviven con changas, muchos de ellos tienen enfermedades crónicas” remarca.

A mediados de 2015, la Asociación de Trabajadores de la Sanidad (ATSA), gestionó ante el Ministerio de Trabajo el Programa de Recuperación Productiva (RePro), que les permitió disponer de una suma fija mensual de 2000 pesos, renovada en 3000 pesos el último semestre de 2016. Finalmente, en enero de este año, venció. Según los trabajadores, el sindicato estaría intentando gestiones para que surja un comprador, pero hasta el momento no se produjeron novedades concretas. Más allá de conseguir el RePro, Di Mauro señala que “ni el ministerio de Trabajo de la anterior gestión, ni el actual, jamás nos dieron una solución. Nunca intervinieron. Y siguen sin hacer nada”, acusó Di Mauro.

Una salida posible

El otro camino que exploran los trabajadores, además de la vía de la intervención judicial o la aparición de un comprador, es tal vez el más difícil pero a la vez es el que mayores posibilidades les otorga, en el contexto actual, de mantener la mayor cantidad de puestos de trabajo posibles: constituirse en una cooperativa. “Un grupo de compañeros, en su mayoría de la planta de Medina, y también compañeros de otras plantas, ante la falta de alternativas y de propuestas concretas, decidimos ver qué se podía hacer y encontramos que existe la posibilidad de crear una cooperativa de trabajo, y de recuperar la empresa en manos de los trabajadores para garantizar los puestos de trabajo. Si bien es un camino que sabemos que es difícil. Nos encontramos elaborando ese proyecto por una necesidad” reconoce Di Mauro. En caso de tomar ese camino, sería el primer laboratorio cooperativo de Argentina.