Juan Ignacio Buzali se contradijo repetidamente al declarar como imputado ante la fiscal María Eugenia Di Lorenzo sobre el episodio en el que atropelló y lesionó a dos motociclistas en las primeras horas de 2021. Detenido por “doble tentativa de homicidio”, negó haber tenido intención de matar, pero la secuencia de los hechos que describió no coincide con lo que captaron las cámaras de seguridad públicas y privadas y, tampoco, con su propio relato.

Buzali explicó que se sintió atrapado por una suerte de emboscada de una cantidad no precisada, pero “muchas”, motos. Y en esas circunstancias optó por salir del lugar como le fuera posible, causando el impacto con la moto, al que definió como “un infortunio, un accidente”. Sin embargo, su descripción de lo ocurrido se contradice: “Cuando siento que el auto choca, se frena solo… Se quedó sin tracción”. Fue en ese momento en el que -de acuerdo con su versión – se le aproximaron “cuatro motos atrás gritándome hijo de puta, la concha de tu madre, vení para acá, te vamos a matar. No me venían a pedir el seguro”. Entonces, el automóvil que se frenó sólo y estaba sin tracción, de pronto le permitió una maniobra para salir de esa escena: “ahí doblo en una calle, yo estaba perdido y le digo a Carolina que llame al 911”.

Buzali insistió en que cuando iba hacia la comisaría a denunciar el robo del que habían sido víctimas él y su mujer, la diputada provincial de Juntos por el Cambio Carolina Píparo, se cruzaron con un grupo de motociclistas a quienes supusieron que eran los mismos que los habían asaltado poco antes. “Íbamos siguiéndolos tranquilamente y ellos iban a gran velocidad, haciendo willy, pasando luces en rojo, sin casco”.  Pero cuando la fiscalía profundizó sobre esa secuencia, las velocidades no parecieron tan diferentes: “cuando las veo iría (él, Buzali) a unos 30 kilómetros por hora y en el seguimiento a unos 40. Cuando veo las motos irían (las motos) a unos 40 y luego suben la velocidad a 40 0 50”.

La secuencia se invirtió y Buzali, después del impacto, pasó de perseguidor a perseguido. Sin embargo, las motos nunca llegaron a sobrepasarlo y lo más cerca que estuvieron fue a la altura del ventilete trasero, de acuerdo con su propia versión. En un momento determinado, las motos se situaron delante de él, a muy baja velocidad (10 o 20 kilómetros por hora, calculó) en una suerte de embudo. La filmación que captó el momento del impacto no muestra eso. “Las motos estaban a muy baja velocidad o casi detenidas y con un formato raro, era como tipo un embudo. Ahí yo lo que veo es la posibilidad de ir para un lugar donde tenía un único paso, pero una de las motos de adelante se da vuelta, me mira y me tira el típico volantazo de moto para encerrarme y yo ahí digo ‘nos matan’ y Carolina me dice: ‘yo no quiero morir’, y yo lo que hago es tratar de salir por el mismo lugar, tratando de buscar la menor cantidad de luces posibles que se vean adelante u obstáculos, pero cuando esa moto me tira el volantazo a mí no me queda opción y ahí siento que golpeamos la moto».

Buzali deslizó que intentó evitar la colisión, pero lo hizo de una manera poco ortodoxa (e infrecuente) para un conductor de automóviles. «Previo al impacto creo que tiré el freno de mano, pero no con tanta potencia como para frenar el auto y eso puede ser periciado porque quizás tenga registro del desgaste”.

Esa situación ratificó el convencimiento de Buzali de estar frente a sus asaltantes. Cuando la fiscalía le preguntó por qué creyó que se trataba de las mismas personas que lo habían asaltado más de una hora antes, el marido de Píparo respondió: «pensé eso porque cuando tengo el accidente ninguno de ellos se quedó y todos se vinieron a seguirme y a quererme linchar. Entonces yo ahí dije estas personas son las que nos robaron». El imputado no explicó, ni tampoco le fue preguntado, de qué manera, cuál fue la lógica con la que asoció una cosa con la otra.

En dos oportunidades definió su estado de ánimo tras el asalto como “nervioso, abrumado y temeroso”. Pero cuando su abogado, Fernando Burlando, le preguntó si estaba enojado por haber sido víctima de un hecho de inseguridad, respondió: “no, enojado no».  También aseguró que no bebió alcohol en el festejo de año nuevo y que estuvo dispuesto a someterse al test de alcoholemia después del episodio pero que nadie le indicó que lo hiciera. «El tema no se tocó en ningún momento y nosotros estuvimos ahí a disposición».

De todas formas, Buzali dijo que no había tomado nada con alcohol en la cena de nochevieja, ni siquiera al momento del brindis.

La sensación de nervios y temor fue referenciada constantemente por Burzali en el episodio del que su familia fue víctima en 2010, cuando en una salidera bancaria Carolina Píparo fue baleada, murió el hijo que llevaba en el vientre y ella misma estuvo a poco de perder la vida. Sobre el asalto del 1º de enero, el imputado relató: “Cuando a ella le apuntan yo automáticamente grité: «no, otra vez no», y los motochorros se apuran, Carolina le puede abrirla puerta y darle la cartera. Cuando se van, Carolina empieza a gritar «no, otra vez no, no puede ser lo que me pasó, otra vez». Pese a la conmocionante situación, el matrimonio emprendió la persecución de quienes supusieron que eran sus asaltantes, hasta que creyeron estar en una encerrona. Burzali declaró: “Sentí terror por Carolina, por mis hijos, por mí, que nos maten, que nos pudieran disparar, que nos pudieran golpear». La fiscalía pareció advertir una suerte de paradoja y le preguntó si no sintió ese terror cuando decidió perseguir a los supuestos asaltantes. Burzali respondió: «no, porque las seguimos de lejos, siempre a más de 100 metros y estábamos llamando al 911».

Buzali negó haber vomitado en el baño de la comisaría, aunque reconoció que pidió ir en una oportunidad y corroboró el pedido de un balde con agua para limpiar el lugar. «Me descompuse, me agarró diarrea y fui al baño. Había un balde ahí y fui a buscar agua para tirar porque el baño estaba todo tapado».