“Si nuestro cuerpo no vale, produzcan sin nosotras”, se leía gigante en un cartel en plena 9 de Julio durante el primer Paro Internacional de Mujeres. Fue una jornada lluviosa de octubre en la que miles de mujeres se manifestaban por la brutal violación y femicidio en Mar del Plata de Lucía Pérez, una joven de 16 años cuyo asesinato todavía permanece impune.

Después de un proceso judicial traumático en 2018, la justicia absolvió a los tres imputados, luego de descartar la figura del femicidio en la carátula. La sentencia fue apelada por la familia y el próximo jueves se realizará la audiencia en la Cámara de Casación de La Plata para exigir un nuevo juicio.

El femicidio de Lucía transformó la vida de su mamá, Marta Montero, que además de encabezar la búsqueda de justicia por su hija, lo hace también por todas las mujeres asesinadas por la violencia machista. Así fue que motorizó y organizó el primer encuentro de familias sobrevivientes de femicidios, en Plaza de Mayo.

“Ante la ausencia del Estado, ante una justicia patriarcal, hoy nos juntamos para reclamar. Necesitamos justicia y la buscamos de esta manera: salimos a la calle, nos hacemos visibles, nos sentamos frente a la Casa Rosada en ronda, para ver si de esa forma nos pueden ver”, dice Marta a Tiempo. Ella conoce cada historia, cada caso y el destrato de la justicia. Conoce en carne propia todo por lo que tiene que pasar una familia cuando una hija es asesinada.

–¿Cómo te preparás para esta primera audiencia? ¿Qué esperás?

–Queremos escuchar qué es lo que van a decir. Me preparo de la mejor manera, en paz. De Mar del Plata salen tres micros de mujeres hacia La Plata. Desde Buenos Aires sale otro micro, y toda la gente que quiera acompañar, que se organice y vaya. Estos jueces de Mar del Plata nos tienen que escuchar.

–El femicidio de Lucía impulsó el primer Paro de Mujeres ¿Cómo ves el rol del movimiento feminista en la búsqueda de justicia?

–Como madre de Lucía, te puedo asegurar que me han acompañado tantas mujeres de todas las edades, más chicas, más grandes… He tenido toda esa ayuda, desde el abrazo, desde el estar. Yo a veces voy por lugares y hay gente que da abrazos sin mediar palabra. Ayuda saber que alguien te escucha, te ve, que también ve ese femicidio y esa sentencia, que la mató dos veces a Lucía. Gracias a Dios las mujeres nos pusimos en comunión: no puede haber una Lucía más. Es muy difícil ver cómo la justicia la maltrata y la discrimina de esta manera por ser mujer.

–¿Qué le dirías a los jueces?

–Que están muy lejos de la realidad en la que vivimos. Ellos son cómplices de un sistema misógino, y tal vez sean responsables de gran parte de esta matanza de mujeres. No es casual que en lo que llevamos del año ya haya 40 mujeres muertas. Les diría que replanteen los fallos que están dando y la manera en la que están juzgando. Las únicas víctimas somos las mujeres. Todo este sistema debe cambiar.

–¿Cómo se está dando el proceso de organización de las madres que buscan justicia?

–Surgió genuinamente, ante la ausencia del Estado, ante una justicia patriarcal. Surgió del primer encuentro que tuvimos en noviembre del año pasado. Acá no pedimos nada, acá reclamamos, porque las mujeres no somos ciudadanas de segunda. Mientras el Estado esté ausente, mientras sea parte de este genocidio, seguiremos reclamando. El día que no haya una muerta más, dejaremos de reclamar.

–¿Pensás que el Ministerio de Mujeres y Género puede implementar una política más activa en relación a las familias sobrevivientes de femicidios?

–Del ministerio no tengo idea, no he tenido trato con la ministra. Han hecho un Congreso en Chapadmalal, a 10 kilómetros de donde mataron a Lucía, y no invitaron a la familia. Yo ni me enteré. Parece más importante sacarse la foto que lo que padece una familia. Hace falta dinero, refugio para las mujeres. Cuando te matan a tu hija, tenés que hacerte cargo de un montón de cosas.

–Se acerca el 8 de marzo y un nuevo paro de mujeres y disidencias. ¿Qué creés que cambió desde la primera huelga?

–Han cambiado cosas. Ahora vas a hacer una denuncia y te la toman. Pero falta muchísimo. Si no, no estaría en el lugar en el que estoy hoy. Pero estoy segura de que lo vamos a lograr. Seguiremos haciendo lo que hacemos, exigiendo.  «

Justicia patriarcal y revictimización

El 26 de noviembre de 2018, dos años después del asesinato de Lucía, el fallo de la Justicia la mató de nuevo: los jueces Facundo Gómez Urso, Aldo Carnevale y Pablo Viñas absolvieron a Matías Farías y Juan Pablo Offidani por los delitos de abuso sexual y muerte y sólo los condenaron por el delito de venta de drogas, a ocho años de prisión. Alejandro Maciel, el tercer imputado por encubrimiento del femicidio y abuso, fue absuelto. La sentencia, plagada de misoginia en sus fundamentos, expuso la vida entera de Lucía: que le gustaban los Redondos, que fumaba marihuana, que no era sumisa y que tenía relaciones sexuales con hombres mayores por propia elección. La Justicia dispuso que «no hubo delito»: en conclusión, ella fue responsable de su propia muerte.

EL JUEVES 5

La familia de Lucía Pérez convoca junto a organizaciones feministas a un «ruidazo» el próximo jueves 5 de marzo en las puertas del Tribunal, para acompañar el reclamo por un nuevo juicio justo. La Cámara de Casación podría resolver de tres maneras: confirmar la sentencia absolutoria, revocarla y fijar una nueva, u ordenar que se realice un nuevo juicio.

«Pedimos que nos apoyen, porque ese día los ‘reos’ van a pedir su libertad, y nosotros vamos a pedir un nuevo juicio: que sean las cosas como deben ser, que no esté plagado de dinero, de corrupción, de maldad», pide Marta Montero. «Esperemos que estos jueces tengan otro pensamiento, que le den a Lucía la justicia que merece y no beneficien a los tres asesinos que la mataron de la peor manera».