Mantener el statu quo, que nada cambie, es uno de los objetivos principales de los sectores más reaccionarios y conservadores del país. Que el relato oficial no se discuta, y que las estructuras se mantengan en favor de los mismos de siempre. En la última sesión de 2021 el Concejo Deliberante de Trelew aprobó casi por unanimidad cambiarle el nombre a la calle Julio A. Roca. Pero duró poco. Esta semana, el intendente Darío Maderna vetó la ordenanza, justificándose en los reclamos de frentistas en los medios de comunicación por los problemas burocráticos que el cambio demandaría, aunque ya se hayan cambiado infinidades de calles en toda la historia sin haber traído inconvenientes a los vecinos.

El primero en proponer la realización de un profundo revisionismo histórico en ese sentido fue el legendario Osvaldo Bayer, y quien lo acompañó desde un primer momento fue Marcelo Valko. Tomando como punto de partida lo sucedido en Chubut, Tiempo dialogó con el historiador y psicólogo, que dedicó su vida a la investigación antropológica en relación con el genocidio indígena y afrodescendiente, y quien propone un debate acerca de las calles y monumentos nacionales: “Ahora contamos con textos con número de página, número de folio, con fecha, donde hay hechos muy distintos a los que nos enseñaron en la escuela”.

–¿Argentina se debe un debate acerca de los nombres de sus calles y monumentos?

– Sí, desde hace mucho tiempo. Hay gente que está en altos pedestales y que probablemente merezca prontuario, y sin dudas el caso del General Roca es emblemático. Hay más de 30 ciudades argentinas que cambiaron el nombre de sus calles, incluso la escuela de la Base Marambio en la Antártida, se llamaba General Julio Roca y ahora se llama Dr. Alfonsín. Y en lugares donde no cambiaron el nombre de la calle, el proyecto está cajoneado o pendiente de ser tratado. Estos debates suceden siempre de forma democrática, nunca se propuso derribar o atacar y vandalizar una estatua, acá lo que se propuso es que el pueblo, democráticamente, presente el prontuario de estos sujetos al Concejo Deliberante y que decida. Son los ciudadanos de los distintos sitios que, con las herramientas que tenemos hoy a través de libros y documentos, pueden determinar que esa gente impoluta, héroes de la élite, querían un país chiquito, mezquino, ruin, egoísta, enquistado en el puerto de Buenos Aires; esos héroes de bronce están heridos de muerte. Las estatuas no tienen derecho, los derechos los tienen las personas.

–¿Los que escribieron la historia también se inmortalizaron en monumentos y calles?

–Eso es tan claro. Por qué será que Roca tiene mayor cantidad de calles, monumentos y nombres en los canteros y en los colegios que San Martín y Belgrano juntos ¿Cómo es posible? Es muy sencillo, Belgrano era un revolucionario, un romántico, en cambio Roca era el mejor empleado que tuvo la élite en un siglo.

–¿Su genocidio aseguró la continuidad de la oligarquía?

–Roca tuvo dos presidencias: en la primera entregó 41 millones de hectáreas a la oligarquía con apellidos que hoy todavía siguen por ahí flotando, como por ejemplo los Bullrich, los Martínez de Hoz, la familia Anchorena, los Leloir, los Luro; y en la segunda presidencia, cosa que casi todos se olvidan porque creen que Roca solo asesinó a los indígenas, hizo foco en el movimiento obrero y se promulgan las leyes más represoras de toda la historia, por ejemplo la 4144 que, paradójicamente, se llama Ley de Residencia pero hacía  hincapié en expulsar al español, al italiano, al alemán, que sólo pedían una jornada laboral de 8 horas de trabajo y descanso dominical pago. Joaquín V. González decía ‘una cosa es pagarle a un trabajador y otra pagarle para que descanse’. Hoy la gente está descubriendo que Roca reintrodujo la esclavitud que había sido abolida por la Asamblea del año 13. Lo hizo al traer miles y miles de indígenas para ser repartidos. Ahora contamos con textos con número de página, número de folio, con fecha, donde hay hechos muy distintos a los que nos enseñaron en la escuela, porque acá lo único que importa son las pruebas.

–Hay una frase que dice que no se puede juzgar a personajes del pasado con la visión del presente ¿Se puede refutar esa premisa?

–Se puede refutar de una manera muy sencilla. Solo basta con ver las críticas de la época a los actos que cometió Roca, y que salieron publicadas en los diferentes diarios. Por ejemplo, cuando invadió la Patagonia lo hizo en la temporada otoño-invierno, provocando amputaciones de falanges, de pies de los soldados, muertes innecesarias en medio de las bajas temperaturas. ¿Por qué no lo hizo en verano? Por premura electoral, porque al año siguiente ya estaban las elecciones en las que fue elegido Presidente. Hay mucho documento de la época que se oponía a todo lo que hacía Roca. Se opusieron al reparto de niños, le hacían caricaturas donde sus medallas eran calaveras, y dibujos con la Constitución Nacional apuñalada.

En España borran las huellas del franquismo

Las referencias a Francisco Franco se encuentran en pocas calles y plazas, situadas en su mayoría en pequeños pueblos. Son los últimos reductos en honor al dictador: desde 2016 vienen eliminando los nombres de protagonistas de la Guerra Civil y de la dictadura de 800 vías y arterias. Más de 450 calles con el apellido de Franco han sido modificadas. Las denominaciones preferidas para sustituir las referencias al general han sido Plaza o Calle Mayor (35 casos), España (17) y Constitución (8). En total, 373 localidades quitaron todo vestigio franquista. En noviembre pasado, el ayuntamiento de Cádiz aprobó el cambio de nombre de 29 calles, con el objetivo de eliminar el rastro de apellidos vinculados al franquismo, y otorgar más presencia de mujeres en toda la ciudad. Entre las propuestas, por ejemplo, la plazoleta Ingeniero La Cierva pasará a llamarse Ana Orantes, la mujer asesinada por su ex marido en Granada en 1997, tras toda una vida de malos tratos. También figuran Beatriz Cienfuegos, considerada la primera periodista española, y la cantante flamenca Mariana Cornejo.