Marlene Wayar es  activista travesti por los Derechos Humanos y tiene 50 años. “Una excepción”, aclara, «el promedio de vida de las travas y travestis es de 35 años”, dice a Tiempo Argentino

Su primer encuentro, fue en 2015 en Mar del Plata. En ese momento, cuenta, en su taller no fue muy bien recibida por algunas mujeres. Por eso, cuestiona que aún no se incluyan los diferentes colectivos y se ignore la perspectiva de la plurinacionalidad. Lista para partir a La Plata, cuenta cuáles son las urgencias y demandas del colectivo trans y travesti y la necesidad de construir un feminismo popular, latinoamericano, inclusivo y democrático, donde entren todas y todes.

-¿Cómo ves el debate sobre el “renombramiento” que incluya las identidades travas, tortas, no binaries, y desde una perspectiva plurinacional? 

-Por muchos años, no me sentí parte y todavía estoy esperando que el Encuentro me invite. Tenemos un país que desde el 2012 ha reconocido a una enorme comunidad como parte igualitaria y me parece contradictorio que el Encuentro no lo haya hecho hasta este momento, así como también que todavía no se lo haya nombrado plurinacional. Hoy tenemos a 20 mujeres de diferentes pueblos originarios que no están siendo recibidas por el Estado argentino, que como país no recibamos a las naciones originarias me parece triste, doloroso, un escándalo político, y yo no quiero ser parte. Somos muchas las que no queremos ser cómplices de ese rechazo a reconocer que somos un Estado compuesto por distintas nacionalidades, colectivos, comunidades e originarias.

Por otro lado, hay toda una energía joven que dignifica y le da frescura al Encuentro. Si se institucionaliza y queda rígido pierde su carácter crítico, su fuerza instituyente en un país que precisamente está demandando eso: las pibas, las que movilizan en los centros de estudiantes, en las calles, en los hogares exigiendo otras actitudes de sus papás y de sus mamás, esa energía joven también debe ser valorada. No modificar por las fuerzas de las jóvenes es subestimar a la juventud, y eso es fascismo, que se camufla con el amor y la cordura del adultocentrismo, el “porque mamá lo dice”, no dan razones sustentables, y eso es subestimar a la juventud y violentarla. Espero que tomen la responsabilidad política de manifestarse a favor del encuentro plurinacional trans, estoy esperando este coraje político no se puede estar descansando que otros y otras tomen decisiones porque ahí fortalecemos al sistema con el poder circulante. La construcción de la democracia no sólo es de los estados o de las instituciones, está en nosotras y exige que estemos reclamando. Si dejamos de participar las democracias se van a ir empobreciendo cada vez más y van a ir creciendo los fundamentalismos religiosos, los movimientos de derecha, que apuntan a eliminar a nuestros colectivos. Llamamos a todos los espacios con quienes compartimos luchas por distintos motivos a construir juntas la democracia hay que tomar la responsabilidad de tomar decisiones democráticamente e ir posibilitando que el poder no esté en manos de pocas personas y que esté en manos de todas, todos y todes

-Por segunda vez en los 34 años de existencia de Encuentros, se hace la marcha contra los travesticidios y transfemicidios. ¿Qué implica?
-Siempre implica dolor pero cada vez está más esperanzado porque vemos que en las pibas, las nuevas generaciones se están organizando y lo están tomando en sus manos sin esperar que se resuelva. Me parece que todo ese abrazo de las nuevas generaciones están realmente construyendo otro rol en las relaciones. No pueden entender que esto suceda y haya estado sucediendo. Hay otras generaciones que siguen creando distancia, fundamentalismo absurdo. Falta trabajar, las universidades son enormes campos de batalla.

Esto como la marcha de los travesticios van a ir construyendo esa sociedad, ese otro mundo posible en el que venimos insistiendo y que está en nuestras manos construirlo.

-¿Cuáles son las demandas del colectivo?

-Queremos que paren los travesticidios. Tenemos que ponernos a trabajar en la inclusión laboral de la comunidad entera, hacer un ejercicio en relación a la justicia. Esta sociedad está cometiendo un genocidio en contra de la comunidad travesti, tenemos un promedio de vida de 35 años y eso demuestra claramente que estas sociedades son genocidas. Muchas nos escapamos de las estadísticas pero somos la excepción, y la sociedad tiene que reparar, por eso exigimos una Ley Paraguas para que se repare en justa medida y crear un Instituto de Memoria para las que ya no están. Hay que meter mano en los programas educativos para hacer una educación que sea respetuosa para todas, respetando los derechos y decisiones. Queremos acceso a la salud, al trabajo, a los programas de políticas públicas, que las vuelvan ciudadanas en condiciones equitativas con el resto de la sociedad. Hay que pensar en una integralidad, que tiene que ver con pensar las en los niños y niñas cuando van a la escuela, en los geriátricos que aun si nos recibieran no queremos sufrir la violencia que sufren los viejos y viejas heterosexuales, la subestimación, la violencia, como si fuesen depósito, pensar en el abuso y acoso sexual en el ámbito laboral.

-¿Cuál fue tu primer Encuentro?

-En Mar del Plata, en 2015, y fue un encuentro muy lindo porque fui al taller de sexualidad y a alguien se le ocurrió decir que teníamos que discutir si podían participar los hombres o no, y una piba se paró y dijo “si lo estás diciendo por la compañera desde ya te decimos que si no te gusta te podes ir” y se empezaron a parar todas las pibas. Fue tremendo.
¿Cómo te preparás para este año?

-Mañana viajo. Me encantan las plazas y los pasillos, me encantan después del encuentro las comilonas que se arman, tanto como los talleres, querés ir a todos. Y todos esos desquicios en tiempo y espacio son fabulosos, eso es lo maravilloso de estar en un encuentro.