Todos los estudios serios sobre el supuesto Síndrome Post Aborto son claros: no puede hablarse de su existencia si las organizaciones que editan los manuales diagnósticos de referencia de salud mental no hacen mención al SPA en ellos, los mismos son: CIE-10 (editado por la OMS) y el DSM-V (editado por la Asociación Psiquiátrica Americana), razón más que suficiente para delimitar el campo de discusión dentro de la sociedad y en los círculos profesionales, pero eso no sucede.

Mucho se habla de él como parte de los extensos argumentos de quienes se encuentran involucrados en la campaña del miedo.

La Asociación Psicológica Americana (APA) se abocó al análisis propio sobre los supuestos efectos psicológicos del aborto. Sus principales conclusiones son:

Los estudios sobre consecuencias psicológicas del aborto en las mujeres sufren graves deficiencias metodológicas.

La variabilidad en las reacciones psicológicas después del aborto es muy alta.

La intencionalidad y el deseo de tener un embarazo es un factor principal cuando analizamos las reacciones psicológicas al aborto.

Entre las mujeres que tienen un embarazo no deseado, el riesgo de sufrir problemas de salud mental tras un aborto en los tres primeros meses de embarazo no es mayor que el de completarlo.

La asociación entre múltiples abortos y problemas de salud mental es pequeña y se debe probablemente a riesgos que predisponen a una mujer tanto a múltiples embarazos no deseados como a problemas de salud mental.

Según la APA, los factores que mejor nos permiten predecir las respuestas psicológicas negativas de una mujer tras el aborto son:

Percepción de estigma (actualmente ligado a que sea un delito y la clandestinidad en la que se ve llevado a efectuarlo), la necesidad de mantener el secreto y bajo apoyo social en su decisión.

Una historia previa de problemas de salud mental.

Factores de personalidad como baja autoestima y uso de estrategias de afrontamiento basadas en la negación y la evitación.

Características particulares del embarazo, incluyendo el grado en el que la mujer quería y se sentía comprometida con él.

Estas conclusiones nos llevan a afirmar que el aborto no implica per se un peligro para la salud mental de la mujer, afirmar que el síndrome pos aborto existe es entonces faltar a la verdad.

Podríamos pensar en los factores previos de salud mental de cada mujer, pero también la posición ideológica imperante en rechazo o estigmatización que lega al punto e equiparar aborto a asesinato del aborto en la sociedad como factor productor de riesgo psicológico en las mujeres que abortan, ya que actualmente lo que es evidente es el rechazo social hacia quien decide abortar como así también la presión social, moral y religiosa para que no lo haga; de esto se deduce que la legalización y una posición social de aceptación puede reducir el riesgo psicológico ante la decisión de abortar.

No existen estadísticas serias con respecto a este falso síndrome en Argentina, pero sí existen datos aportados por la OMS sobre los efectos en la salud mental de una mujer al llevar adelante un embarazo no deseado como así también lo traumático que puede resultar la estadía en una unidad de cuidados intensivos luego de poner en riesgo la vida en espacios clandestinos, riesgo psicológico evitable, secuelas físicas de por vida que impactarán no solo en la mujer si no en su entorno familiar y social.

El cuerpo de una mujer históricamente y hasta la actualidad es considerado como “instrumento del pecado”… Somos censuradas, violadas, maltratadas, golpeadas, nos juzgan, nos matan…

Quien se realiza un aborto puede tener consecuencias en su salud metal relacionados a factores psicológicos, personales, sociales, morales y religiosos, como así también el deseo de si ser madre, si alguien en desigualdad de poder está obligándola a realizarse un aborto, esas son sólo algunas de las causas que la pueden predisponer a padecer efectos en su salud mental, pero lo cierto es que mientras no sea legal quedarán silenciados en la clandestinidad. 

Mientras que para otras mujeres el aborto también puede resultar un instrumento de empoderamiento, un acto liberador sobre todo en aquellos casos en los que la maternidad no es deseada.