La segunda ola, que buena parte de los epidemiólogos juzgan inevitable, empezó a anunciarse este martes como una cifra preocupante de nuevos casos de Covid-19, un total de 9405 en las últimas 24 horas en todo el país, el número más alto en 45 días.

Hay que remontarse al miércoles 3 de febrero para hallar una cifra de nuevos casos diarios similar: fueron 9196 esa jornada, pero registrados en una curva descendente, tras el pico de más de 13.800 contagios que se habían informado el 7 de enero, tras las reuniones de fin de año y el inicio de las vacaciones. Ahora, la curva va a en franco ascenso.

El 17 de febrero, precisamente el día que se iniciaron las clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires, se había llegado a la marca más baja de este año, con un promedio semanal de 5441 casos diarios. Desde entonces, los números solo crecen.

Por el momento, los datos de mortalidad, que son los que el Ministerio de Salud de la Nación mira con más atención, no han experimentado una suba sustancial. Desde el piso de 97 muertes diarias (en promedio semanal) alcanzado el 2 de marzo, se ha elevado ahora por encima de las 120, pero aunque muy lejos de los 350 decesos diarios de mediados de octubre de 2020, este martes volvió a registrarse una cifra alta: 153 muertes en las últimas 24 horas.

La situación fuera de control en países limítrofes como Brasil y Paraguay y el peligro de que las nuevas cepas del virus entren en fase de circulación comunitaria en el país alientan la idea de que no será posible evitar una segunda ola. Brasil registró este martes 82.493 nuevos contagios (el máximo había sido el viernes, con más de 90.500) y marcó un nuevo récord de muertes para una sola jornada: 3251 personas.

Sin embargo, la fuerte recomendación del gobierno de no desalentar los viajes a esos países es tan solo eso, una recomendación.

Por el momento, el colapso de los sistemas de salud vecinos sigue siendo una imagen que la Argentina mira de lejos, pero esas cifras también avanzan lentamente, ubicándose cerca de los índices del peor momento de la pandemia en 2020: 55,2% de las camas de terapia intensiva para adultos están ocupadas en todo el país, y en el Área Metropolitana de Buenos Aires, 58,5 por ciento.

Precisamente, la segunda ola se inicia con un mapa similar al que mostraba el comienzo de la primera: casi seis de cada diez nuevos contagios informados (un 59,08%) se dieron en la Ciudad y en la Provincia de Buenos Aires, que vuelven a ser el epicentro de la pandemia. Entre ambos distritos sumaron 5557 nuevos casos: 4377 bonaerenses y 1180 porteños.

La disponibilidad de unidades de terapia intensiva y la tasa de mortalidad son los índices centrales a observar, pero también la posibilidad de que las variantes de SARS-CoV-2 surgidas en Brasil y el Reino Unido, ingresen al país con fuerza y que su mayor contagiosidad dispare gravemente la curva de casos. Para esa coyuntura, la vuelta a rígidas medidas de aislamiento es algo que el gobierno evalúa, y que en todo caso, teniendo en cuenta la fuerte resistencia de algunos sectores de la sociedad a ese tipo de medidas y el daño evidente que ocasionarían a una economía que procura comenzar a crecer, tendría una duración acotada.

Como explicó a Tiempo el infectólogo Pedro Cahn, asesor de Presidencia, “la enseñanza de 2020 es que ya no son necesarias cuarentenas largas”.

Alemania, por ejemplo, se apresta a implementar un rígido confinamiento por un lapso de apenas seis días, del 1 al 5 de abril, algo que funcionó tras las fiestas navideñas para desacelerar el aumento exponencial de casos. Y el Reino Unido decidió tomar una medida sobre la que el gobierno argentino, rodeado de países donde los contagios ya se disparan, todavía está pensando: prohibir el turismo internacional de ocio y aplicar fuertes multas (de 6800 euros) a quienes infrinjan esa disposición.