En el año 2005 y luego de un histórico trabajo centralmente judicial, en Colombia se aprobó el aborto legal. Luego de haberse presentado sin éxito alrededor de 30 proyectos, un grupo de abogados junto a las mujeres organizadas, en mayo de 2006 lograron incluir en la constitución la sentencia C 355 que despenaliza el aborto. La experiencia lleva allá doce años.

“Hay un conflictos de derechos entre una ciudadana y un potencial ciudadano, es ahí donde la justicia tiene que proteger al ciudadano que en este caso es la mujer”, afirma Pío Iván Gómez Sánchez, magister en Salud Sexual y Reproductiva, médico asesor de IPPF RHO (International Planned Parenthood Federation) e integrante de FIGO-FLASOG (Federación Latinoamericana de Sociedades de Obstetricia y Ginecología).

El profesional colombiano llegó a la Argentina para brindar su punto de vista acerca del aborto ante los legisladores y también participó de las jornadas de FUSA. De acuerdo a los datos que aportó Gómez Sánchez, entre el 70 y el 80% de los embarazos no son planeados en América Latina y que el 95% de los abortos son inseguros en Sudamérica, lo cual convierte a la región en uno de los lugares donde más se afectan los derechos sexuales de las mujeres.

“Restringir el acceso al aborto, no minimiza el aborto. La educación sexual falla y los anticonceptivos también, entonces, siempre habrá abortos”, aseveró el profesional. Y también consideró que Argentina “se merece dar el paso al mundo desarrollado garantizando el derecho al aborto. Los países con leyes liberares y no restrictivas, son los más desarrollados”.

Respecto a la Argentina, el Gómez Sánchez destaca el nivel de participación social en este debate. “Eso ya es una ganancia”, opina. “Hay una apropiación de la problemática tanto en mujeres como en hombres, no se está discutiendo esto a puertas cerradas”.

En Colombia, donde Gómez Sánchez estuvo durante el momento de la legalización del aborto el proceso se dio de un modo muy diferente. “Fue un debate mucho más fuerte y es que allá se mandaba a la cárcel a las mujeres que para salvar sus vidas tenían que abortar. Entonces se evidenciaba todo un tema de injusticia y de inequidad. Por ese lado y como una estrategia de los grupos de mujeres que entró esa demanda con el fin de tumbar un artículo del código penal”, explicó a Tiempo Argentino.

“Afortunadamente, la corte constitucional con un grupo de juristas muy inteligentes, crearon la sentencia C 355 que tiene 400 páginas y es un tratado de derecho donde recuerda que la salud es biosocial. Y con respecto al aborto, no pone límites de edad estacional, no queda supeditada a una reglamentación por lo tanto el mismo día de la sentencia quedó efectiva. Fue un aprendizaje muy interesante”, relata.

Posteriormente, en ese país se dio un debate que tenían como fin retroceder en este artículo pero como se trató de una sentencia constitucional, por ahora no hay vuelta atrás. Esos días de debates, según Gómez Sánchez, fueron muy intensos debido a los enfrentamientos entre los diferentes sectores, “mal denominados pro vida, mal llamados así, porque pro vida somos los que estamos a favor de las mujeres”, enfatiza el médico.

-¿Cuál fue el rol de la iglesia en ese momento?

-Las iglesias pueden estar opuestas y es lógico, pero una sociedad laica se tiene que entender como lo hizo el presidente de Francia Valéry Giscard d’Estaingen cuando en su momento le dijo al Papa Juan Pablo II, “yo soy católico, pero soy presidente de la república de un Estado laico. No puedo imponer mis convicciones personales a mis ciudadanos”, y esto pasa en la Argentina también. Hubo en el mundo experiencias muy lindas de consensos interconfesionales. Como por ejemplo, antes de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de 1994, se convocaron personas de distintas teologías y religiones del mundo (fueron 34 en ese momento), y especialmente cuando hablaron del tema aborto ese grupo reconoció que era una problemática muy seria y que consideraban que lo mínimo que podían hacer era despenalizarlo. En el año 2004 en pasó algo similar. Quiere decir que cuando las religiones se unen y miran la problemática concluyen en que hay que legalizar el aborto.

-¿Qué argumentos similares encontraste acá en la Argentina?

-Acá son muchos los que hablan del derecho del embrión pero ya hace años que se asume por el caso de Artavia Murillo en Costa Rica que los derechos del embrión feto pasan por los derechos de la mujer. Y si el derecho del embrión entra en conflicto con el de la mujer, legalmente hay algo que se llama ponderación de derechos en el que prevalece, el derecho de la mujer que es una ciudadana que tiene proyecto de vida ante un posible ciudadano que es el embrión. Ahí no hay excepciones desde lo jurídico.

-Pero eso pareciera ser una discusión de base religiosa

-Bueno, pero inclusive desde lo religioso uno tiene una responsabilidad muy importante respecto a la verdad porque no puede ser que un embrión tenga el mismo derecho de la mujer. Cuando muere el padre la mortalidad infantil no cambia mucho pero cuando muere la madre aumenta hasta siete u ocho veces la muerte de los otros hijos. Entonces, no es solo el embrión, es la mujer y el resto de su familia porque la mujer es el centro de la familia y de la sociedad.

-¿Qué entra en juego cuando se habla de aborto?

-Es un debate que uno entiende que tenga tintes políticos y religiosos. Tienen derecho a expresarse pero no hay derecho a que se quiera echar atrás una ley que va contra los derechos sexuales de las mujeres que son derechos primarios humanos. Cuando uno nace adquiere esos derechos, el derecho a la vida no me lo da el Estado, lo tengo cuando nazco, lo mismo el de la libertad. Y parte de la libertad es que como mujer se pueda decidir qué hacer con su ida. Si quieres dejarte el cabello largo o no, si quieres ser madre… A las mujeres no se les puede prohibir ser madres, pero tampoco se las puede obligar. Los métodos anticonceptivos fallan y a pesar de que la educación sexual es una herramienta que hay que seguir trabajando hay que saber que los anticonceptivos fallan. “No te cuidaste”… “¡Pero cómo voy a cuidarme si me violaron!”. Una mujer puede tener un niño con malformaciones serias y ella puede decidir seguir su embarazo y verlo morir al final o puede decir “no me condenen a ser una tumba ambulante”. Una mujer puede tener enfermedades severas durante su embarazo y puede decidir interrumpirlo, así también puede seguir hasta el final. Si el embarazo fuera de los hombres sería un sacramento de la iglesia, en el fondo este es un tema de poder, de hegemonía masculina.

-¿Por qué se insiste tanto en hablar de asesinato?

-Con la madurez que históricamente tiene Argentina, es un deber dar este paso. La gente tiene que apoyar la libertad de la mujer y no hay que dejarse confundir: acá nadie mata a nadie. Estamos hablando de futuros seres humanos, nadie lo mata. Hay confusión de si es o no persona, pero esos son conceptos o consensos culturales. ¿Cuándo empieza la vida? Yo me pregunto, ¿cuándo empieza la muerte? Y bueno cuando nacemos…el tema vida es calidad y dignidad, si uno tiene un accidente y pierde parte de la corteza cerebral y queda vivo y respirando, y va a ser el resto de su vida creo que el consenso es desconectar porque qué sentido tiene estar respirando con una máquina.

-¿Cuál es el argumento que más te llama la atención?

-El que creen que el embrión es una persona. Un embrión no tiene conciencia. Eso se lo da la corteza cerebral, el desarrollo del embrión es un desarrollo en el que por allá, después de la semana 11 hay vestigio de conexión entre las neuronas, por allá en la semana 28 empieza tener una función cerebral y por allá por la semana 32 empieza a haber función. A pesar de eso no hay conciencia. No se puede hablar de infanticidio, en otras épocas se controlaba a las mujeres con el infanticidio, después aparecieron los anticonceptivos pero siempre va a haber necesidad de abortos porque los métodos anticonceptivos fallan. Una mujer puede desear mucho quedar embarazada, lograrlo pero durante se le encuentra una enfermedad que puede matarte entonces decide interrumpir. No hay que estigmatizar diciendo que todas las mujeres que abortan son criminales, todas las mujeres abortan por responsabilidad, por una razón, no por falta de ella.