“Buenos Aires, hormigón en lugar de encanto” es el título que eligió la cadena SRF News suiza para contar el proceso que atraviesa desde hace años la ciudad, cuyo gobierno apuesta por la especulación inmobiliaria, en desmedro del patrimonio histórico urbano, a contra mano de decenas de organizaciones vecinales que aunaron esfuerzos para que el macrismo y sus aliados cambien el rumbo de esta política.

«Buenos Aires pierde memoria y carácter. Concreto en lugar de encanto: las casas antiguas están siendo demolidas y reemplazadas por edificios de gran altura, y las protestas de los ciudadanos son ignoradas”, resume en la bajada una nota que se encuentra accesible en la web desde mediados de enero.

El trabajo periodístico tuvo como principal eje la cobertura internacional de la “1º Marcha Ciudadana en Defensa del patrimonio: SE VA BUENOS AIRES”, realizada el pasado 30 de octubre. Finalmente, la nota se publicó en enero y recientemente trascendió aquí, de este lado del Atlántico.

Entre otras cuestiones, se analizó la situación urbanística de la Ciudad de Buenos Aires, como consecuencia de los profundos cambios que impuso el nuevo código y los convenios urbanísticos. “Con cada casona que se va, Buenos Aires pierde un poco de su memoria y carácter. Se pueden encontrar nuevos edificios acristalados en todo el mundo”, explica en diálogo con SRF News, el arquitecto Mauro Sbarbati, uno de los referentes de la organización vecinal Basta de Demoler.

“Nunca antes en Buenos Aires –continúa Sbarbati- hubo tantos departamentos vacíos y al mismo tiempo gente que vive en la calle. Es una destrucción sin sentido del patrimonio arquitectónico, sin planificación. El espacio será estrecho, habrá falta de luz».

El informe también compara los metros cuadrados verdes que destinan otras ciudades del mundo. Mientras que Buenos Aires apenas cuenta con 5 metros cuadrados verdes por habitante, Nueva York en Estados Unidos, tiene 13; y ni hablar de otros capitales del mundo como Riga, Letonia, que ostenta 113; o Praga, República Checa, que tiene 221; o Sydney, Australia, que alcanza los 236.

Aquel 30 de octubre, los vecinos de todos los puntos de la Ciudad se manifestaron en las puertas de la Legislatura para exigir el “control vecinal sobre los organismos que deciden sobre el patrimonio porteño y la planificación de la ciudad como está previsto en el Art. 1 de la Constitución de CABA y la Ley de Comunas”.

Medio centenar de organizaciones y unas 16.000 personas adhirieron con su firma a la movida denominada Se Va Buenos Aires que planteó que “Buenos Aires está gobernada por la especulación inmobiliaria. Pese a que la población de la ciudad no aumenta desde mitad del siglo XX, cada vez se permite construir más y a mayor altura sin respetar el entorno barrial, los edificios patrimoniales ni mejorar la infraestructura de los servicios. La calidad de vida en la ciudad disminuye mientras la vivienda ociosa aumenta. ¿Quién piensa en los vecinos?”.

De igual modo, puntualizaron que “se realice una auditoría al Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales y a la Dirección General de Interpretación Urbanística” ya que “a pesar de las irregularidades documentadas por los vecinos, ONG y los fallos de la Justicia, vemos con alarma la discrecionalidad y falta de transparencia con que estos organismos deciden qué edificios se conservan y cuáles no”.

Es que “de un universo de 141.000 edificios que deberían haberse declarado patrimonio arquitectónico de la ciudad, tan sólo el 13 %, (18.500 edificios históricos) fueron supuestamente “protegidos”. Incluso este porcentaje insignificante está en un limbo legal sin protección efectiva. Los otros 122,500 esperan su demolición”, concluyeron.

Por su parte, los periodistas de SRF intentaron, sin suerte, escuchar a “los responsables del gobierno de la Ciudad sobre esto y el auge de la construcción. Pero no hubo respuesta a las solicitudes de entrevista”, advirtieron.