Sobre la tierra, ceniza. El día después del fuego todo es aun más desesperante. Mabel Trejo, que perdió a dos hijos y un hermano, vuelve a lo que era su casa. Los vecinos del barrio San José Obrero, en Villa Caraza, se agolpan para abrazarla, para decirle que lo sienten mucho, para ponerse a disposición. Los ritos del duelo se repiten con una frecuencia espantosa. Hace dos semanas, a pocas cuadras, otro incendio se cobró la vida de cuatro nenas, en circunstancias idénticas. La falta de suministro eléctrico obliga a recurrir a las velas y eso en viviendas –piezas– precarias puede resultar fatal. Mabel apenas si responde: todavía tose el humo que la dejó internada 30 horas. Recién dice algo cuando descubre a Analía, que está apartada del resto, llorando, con la culpa de los sobrevivientes. «No quiero escuchar que me pidas perdón. Nosotros no somos los culpables de nada. Solo necesito que me acompañes más que nunca. Ahora mis hijos son angelitos», dice Mabel y Analía, desconsolada, hunde la cara en el pecho de su hermana. Un rato antes había contado que la noche del desastre encendió una vela para que su hija pudiera ir al baño.

Sobre el 3400 de Gobernador Oliden, los hermanos Trejo se repartieron el fondo de la casa de los padres. Improvisaron piezas con algo de material y mucho de madera, cartón y chapas. En una vivía Analía con sus cuatro hijos. «Esa noche –recuerda– yo prendí una vela y la dejé en la cocina. En un momento, la mayor, de 12 años, tuvo ganas de ir al baño y entonces le prendí otra vela en la pieza. Esa fue la que se consumió y cayó en el mantel de la mesa de luz. Fue mi hija la que me despertó para avisarme que se estaba prendiendo fuego la casa».

Analía despertó al resto de sus hijos y logró sacarlos por adelante. Pero detrás de su casa, estaba la de Mabel, quien quedó aislada por las llamas junto con sus siete hijos.

«Con ayuda de los vecinos, hicimos un agujero por la cocina de mi casa y mi hermano Daniel se metió a rescatar a los chicos pero no pudo sacar a todos porque el fuego lo atrapó», cuenta Jorge, otro de los Trejo que también vio arder todo lo que tenía.
Mabel, los gemelos de dos años, Jonathan, de cinco, y Leyla, de siete, fueron los primeros en salir por el agujero y luego de las observaciones de rutina en un hospital fueron dados de alta. Brando, de 11 años, todavía sigue luchando por su vida en una clínica de Lomas de Zamora. Alexis, de 17 años, ingresó en grave estado en el Instituto Argentino de Riñón y Trasplante, en Almagro, y murió a la mañana siguiente. Daniel, de 14 años y su tío, también Daniel, de 42, fueron las primeras víctimas al no poder escapar de las llamas.

«Esto no fue un descuido o una desgracia. Edesur nos cortó la luz hace más de 20 días y nosotros tenemos criaturas, no podemos estar a oscuras tanto tiempo. Lo único que hizo el municipio fue publicar dos días después del incendio la dirección de Acción Social para que la gente lleve donaciones. Es una vergüenza; ellos tendrían que darle a la gente, no al revés. Yo le quiero preguntar al intendente (en referencia a Néstor Grindetti, del PRO) dónde está la plata de los impuestos. Esto no es una villa, es un barrio de trabajadores, acá se paga la luz, alumbrado, barrido y limpieza. Ellos piden que los vecinos colaboren con los damnificados como si hubiese habido una inundación. De lo que se trata acá es de una familia que perdió tres seres querido y tiene a un cuarto luchando por su vida, por culpa de un Estado ausente que no se ocupa de los pobres. Acá se destruyó una familia, alguien se tiene que hacer cargo», se queja Jorge, mientras patea los escombros de lo que fue su casa.

Recién en la mañana del viernes, un camión del municipio se acercó hasta el terreno de los Trejo con colchones y alimentos. Fue la propia Mabel quien los echó. «Donde mierda los vamos a meter si tenemos la casa destruida», los increpó. «Hubiese estado bueno que el intendente hubiese venido antes para preguntarnos qué necesitamos. Los políticos solo se acuerdan de nosotros cuando necesitan votos».

Tragedias obvias

«La situación de los vecinos de Villa Caraza es desesperante. Tanto el Estado como Edesur deben resolver esta situación de precariedad de las instalaciones eléctricas en el barrio. Los transformadores no tienen la capacidad que necesitan los vecinos, le cortan la luz a una zona para dársela a otra, y como el municipio no baja la luz a las casas, los vecinos se la tienen que autogestionar y ya varios compañeros murieron por colgarse», explica Nicolás Caropresi, del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), una de las organizaciones sociales que acompañó el reclamo.

El jueves, los vecinos cortaron la avenida Hipólito Yrigoyen frente al edificio de Edesur, en Lanús, después de conocer la noticia de la muerte de Alexis, la última de las víctimas en incendios derivados por el uso de velas ante la falta de energía eléctrica en la zona.

Durante la madrugada del 10 de junio, en el barrio Acuba, también de Caraza, cuatro nenas de entre dos y siete años murieron al incendiarse la casilla en la que estaban durmiendo, luego de que una vela provocara las llamas. El barrio se encontraba sin luz desde hacía más de una semana.
Las nenas que murieron concurrían al comedor Los Inquietos, que se ocupa de unos 150 chicos todos los días. «Les pido al intendente y al gobierno que vean la realidad, que alguien nos dé una mano, no queremos estar enganchados de la luz y que mueran nenas por prender una vela. Queremos poder encender una estufa en invierno y que los chicos estén calentitos», fue el reclamo de Olga Maidana, referente del comedor. También recordó que durante nueve meses el Municipio de Lanús le cortó la provisión de alimentos y que el comedor siguió funcionando gracias al apoyo de los vecinos. Hace unas semanas volvieron a recibir la ayuda oficial.
«No puede ser –reflexiona Caropresi– que acceder a los servicios básicos sea una odisea. Estas eran tragedias obvias, pero parece que las vidas de siete personas no alcanzan porque el Estado y la empresa se siguen pasando la pelota. En la época del tarifazo, que supuestamente era para inversiones en infraestructura, la gente se está muriendo porque no tiene luz. Esta es una inseguridad que no le importa a nadie porque no sale en los diarios».

Gabriela Bordón, madre de Mía y Zoe, dos de las nenas muertas en el incendio del barrio Acuba, sólo abandonó el silencio al enterarse de la nueva tragedia. «Cuántos muertos más van a ser, cuantas más velas de mierda. Ahora le pasó a mi amiga Mabel; sus hijos y los míos se criaron juntos en el comedor del barrio. Solo nosotros sabemos lo que pasamos para sobrevivir. Edesur, la concha de tu madre. Grindetti, ¿este fue el cambio en Lanús?», escribió en su cuenta de Facebook. «

El compromiso de la empresa y el municipio

La noticia de la muerte de Alexis Paredes, en la madrugada del jueves, enardeció a sus vecinos. El chico de 17 años agonizaba desde el miércoles en el Instituto Argentino de Riñón y Trasplante de Almagro, tras haber sufrido el incendio de su casa en el que también murieron su hermano de 14 y su tío de 42. A medida que la bronca aumentaba, los vecinos y organizaciones sociales comenzaron a agolparse en la sede de Edesur, en Hipólito Yrigoyen 4636, donde exigieron respuestas urgentes. El reclamo se hizo escuchar y, el viernes al mediodía, los representantes de los manifestantes se reunieron con autoridades del Municipio de Lanús y de la empresa prestataria del servicio.

Tiempo pudo saber que los funcionarios de la comuna y Edesur se echaron las culpas entre sí: por un lado, la empresa sostiene que su servicio llega hasta la entrada de los barrios precarios y que la comuna debería encargarse del tendido interno; en tanto, desde el municipio argumentaron que presentaron un amparo colectivo por los cortes y que los transformadores no dan abasto.

Así y todo, se acordó que se instalarán unos 500 paneles solares a partir del lunes y que se realizara un censo para conocer mejor las necesidades de cada vecino. Por otra parte, las organizaciones sociales pidieron entre cuatro y cinco generadores para que los comedores de las zonas más afectadas, como los barrios de San José Obrero y Acuba, puedan contar con electricidad. Además, quedó en revisarse la situación de los negocios que funcionan en algunas casas y que se vieron perjudicados.

El próximo miércoles las partes volverán a verse las caras. La idea es hacer un relevamiento serio de los trabajos necesarios. Por eso, también, se comprometieron a reunirse una vez por mes para ver los avances de las obras. «Tenemos que solucionar los problemas urgentes y estructurales, la posibilidad de un tendido eléctrico real, cambiar los transformadores y agregar otros nuevos. A veces, pareciera que habláramos con androides y no con seres humanos», contó a Tiempo, Nicolás Caropresi del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE).

Feriado sin luz

En 2016, la Justicia intimó a Edesur a brindar un servicio eficiente en Lanús y determinó que en caso de cortes, la empresa deberá pagar una multa diaria de 200 mil pesos, cuyo valor se irá incrementando de persistir las fallas. Sin embargo, en la actualidad unas mil casas se encuentran sin luz en distintos barrios de Lanús. Uno de los casos que más irritó a los vecinos sucedió esta semana en una zona de Lanús Este, en el cual se quemó un transformador. Cuando los vecinos reclamaron, Edesur les contestó que no podían reparar el inconveniente porque era feriado.