A partir de las elecciones Autonómicas y Municipales del pasado domingo 28 se abrió una nueva etapa política en España. Por un lado, Pedro Sánchez y el Partido Socialista Obrero Español, recibieron un duro golpe, y un claro aviso de los electores. El Partido Popular, liderado por Alberto López Feijoó fue un claro ganador, ya que si se suman los votos en las distintas Autonomías sacó una distancia cercana a los 800 mil sufragios, equivalentes a casi 3 puntos porcentuales del electorado.

Para poder desentrañar las razones de este cambio en la topografía electoral, en favor de la derecha y la perspectiva que se presenta ante las futuras generales adelantadas por el gobierno para el próximo 23 de julio, Tiempo entrevistó al politólogo Jaime Pastor, profesor de la UNED y miembro del comité editor de la Revista Viento Sur.

-Lo que hay que constatar en primer lugar es que a pesar de haber sido ser elecciones locales y municipales se han constituido en una primera vuelta de las elecciones generales. Las derechas el PP y Vox consiguieron imponer el debate de la agenda política, cuestiones del ámbito estatal, como la supuesta denuncia de “la alianza social comunista separatista del PSOE”. Cuestiones totalmente ajenas a los problemas que preocupan a la ciudadanía como la carestía de vida, la sanidad, o la educación. Pero han sabido conectar con ese malestar político cultural, frente a lo que llaman el sanchismo (por Pedro Sánchez) y han conseguido ganar a una parte del electorado. Aunque si vemos las cifras detenidamente, no es que haya aumentado mucho el voto del Partido Popular: sí que ha podido recoger el voto que hasta ahora recogía Ciudadanos, un partido que está prácticamente enterrado luego de estas elecciones; y ha tomado parte del electorado de Vox, sobre todo en la Comunidad de Madrid.

-Ante eso no ha habido una movilización desde la izquierda.

-No, y se amplió una abstención de sectores de las capas populares, que no han votado al PP ni a Vox, pero tampoco al PSOE ni a la fuerza nacida de las movilizaciones del 15-M, Unidas-Podemos. A la izquierda del PSOE sólo se salva Euskadi y Navarra. Fue una victoria clara del PP, aunque en los porcentajes no ha sido tanta. Aunque sí en nuevas Comunidades y Ayuntamientos de grandes capitales. Es lo que ha llevado a Pedro Sánchez, con su conocida habilidad táctica, al día siguiente al responder a esa derrota, a convocar a las elecciones generales anticipadas para el 23 de julio. Será una suerte de plebiscito en torno a él.

-¿Cómo se entiende esta acción?

-Sánchez ha asumido riesgos, pero sabe que si dejaba las elecciones para diciembre era más probable que fuera derrotado. Ha optado haciendo las cuentas: con estos resultados, en el sistema electoral dominante actualmente, el PP ni siquiera con Vox podría obtener mayoría absoluta. Ha pensado que es mejor arriesgar ahora teniendo la posibilidad de salir ganador y de paso, evita la apertura de una crisis interna y un cuestionamiento de su propio liderazgo en su propio espacio. Y pone en peores condiciones a Sumar, al que necesita. Además, una aliada, como Ana Colau, ha salido derrotada de las elecciones del Ayuntamiento de Barcelona, pero ahí puede recuperar una parte de los votantes que se le fueron.

-En España no es obligatorio el voto, pero el porcentaje de asistencia no ha sido tan bajo como en otras oportunidades.

-El porcentaje ha estado en torno del 64%. O sea que se puede observar que hubo un 35% de abstención. Para los votantes de derecha era una primera vuelta. Por lo tanto ha habido más movilización que en la izquierda. Pesó el disgusto contra la devaluación salarial que está sufriendo la clase trabajadora.

La derecha avanza en España.

-¿Cuánto tienen que ver, estos resultados, con un espíritu de época?

-Es evidente el nuevo sentido común dominante que se da a escala internacional, a pesar que ahora aparecía un cierto papel compasivo del neoliberalismo teniendo en cuenta la enorme crisis sufrida en la pandemia y, ahora, con la inflación y la crisis energética. Se ha reflejado en las confrontaciones electorales que se viven en Europa y otras partes. Hay todo un amplio sector de la población, incluida capas medias y populares, que se adaptan a ese espíritu de época, haciendo viable en términos políticos la concreción de la ola neoconservadora y reactiva ante cuestiones como el avance de derechos de las mujeres y otros colectivos; o la lucha contra los efectos del cambio climático. Lo ven contrarios a sus intereses y se apuntan a este ideario reaccionario y conservador. Frente a eso, el nuevo progresismo español pone parches sin enfrentar el núcleo duro de las políticas neoliberales

-España ingresó invariablemente en una etapa neoconservadora?

-La derecha considera que hoy está “amenazada la esencia de España”. El otrora movimientismo catalán, por ejemplo, está en profunda crisis. Ni la fuerza Abertzale vasca está planteando ahora mismo un desafío independentista. No recurren a las emociones ni a las pasiones más elementales de una identidad que se siente amenazada con fuerzas que son presentadas como “satánicas”.

-Hace tan solo una década la crisis del llamado Pacto de Moncloa, era cuestionado y los sucesos del 15M, marcaban la irrupción de nuevos actores sociales.

-Esos ciclos ascendentes como los del 15M y el del Soberanismo Catalán, llegaron a su límite. En el caso del 15M, en 2019 se consolidó Podemos y llegó a tener la fuerza suficiente, como para poder formar gobierno de coalición con el PSOE. Pero terminó siendo la subordinación al PSOE, que fuera históricamente uno de los partidos validadores del régimen consolidado con la Constitución de diciembre de 1978. Régimen contra el que se dio el 15M y contra el que surgió Podemos.

-¿Significa una derrota del campo popular? -Suele ocurrir en la historia: una vez agotados y derrotados esos ciclos ascendentes, luego llega un ciclo reaccionario, que es al que estamos asistiendo, como contra-ofensiva a los procesos progresistas avanzados y auto-deterministas. 

La izquierda se une para sumar

«El acuerdo anunciado ayer por distintas fuerzas políticas a nuestra izquierda es una noticia más que positiva porque evita dispersar inútilmente energías», se alegró este sábado Pedro Sánchez, el presidente del gobierno español. Y no es para menos: con una izquierda unificada –y obediente a los mandatos de la dirigencia, por cierto- el líder del PSOE podría permanecer en el poder en las elecciones anticipadas del 23 de julio.


La noticia de la unidad se conoció este viernes al cabo de febriles negociaciones entre todos los sectores para adherir a la plataforma del movimiento Sumar, de la ministra de Trabajo Yolanda Díaz, quien ha mostrado una fuerte decisión para encabezar una imprescindible sociedad entre las “izquierdas a la izquierda del PSOE” que impida el regreso a La Moncloa de las derechas, ahora en comunión con la ultraderecha de Vox.


Tal como quedaron las cosas en las autonómicas del 28 de mayo, lo que parecía un triunfo seguro del Partido Popular -aunque con el también seguro apoyo legislativo del neofranquismo- ahora podría diluirse. Esa vez los distintos sectores de la izquierda quedaron tan desperdigados como para no sumar el piso mínimo de un 5% del electorado para aspirar a una banca. Cosa que no hubiese ocurrido de ir todos detrás de un mismo sello. La otra novedad es que Podemos queda reducido a acompañante de Sumar y no a mover la batuta.