Donald Trump presionó con rechazar el presupuesto del Congreso si no se incluían 5000 millones de dólares para construir el muro en la frontera con México. Dijo que no tendría problemas en ir a un cierre del Estado, esto es, a cortar fondos destinados a tareas no esenciales. Luego felicitó a la patrulla que impidió el ingreso de cientos de migrantes que salieron de San Pedro Sula, en Honduras, en octubre pasado. «¿Recuerdas las caravanas? Bueno, no lo lograron y ninguna se está formando o en camino», destacó en su cuenta de Twitter. El jueves obtuvo el sí legislativo al financiamiento que buscaba en la Cámara Baja, pero porque todavía tiene mayoría de republicanos, en lo que sería el último suspiro de una composición cameral que va a cambiar cuando asuman los nuevos representantes. Ahora falta el paso por Senadores, un trámite que no será sencillo de resolver porque los demócratas pueden trabar la aprobación. Recuerdan lo que tuvo que transpirar Barack Obama en sus últimos ejercicios antes de terminar su mandato.

Todas las miradas están centradas, por estas horas, en el sur. El nuevo presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se encontró con un problema que apareció durante el período de transición entre el triunfo electoral y su llegada al gobierno. Este jueves se hizo cargo de la situación y aceptó que migrantes de terceros países puedan permanecer o hacer el camino de regreso por territorio mexicano, una medida que en otros gobiernos no era usual.

Se trata por ahora de decisiones  que se van armando sobre la marcha. Son miles de personas que fueron rechazadas en la frontera y ya comenzaban a impactar como un problema humanitario a través de los medios.

«Queremos mantener una relación de entendimiento y amistad con el gobierno de Estados Unidos, pero al mismo tiempo defender los principios de la política exterior de México», dijo AMLO en lo que ya es una habitual rueda de prensa matutina. Esa política, dijo, pasa por «ser defensores de los derechos humanos y en todo momento dar protección a los migrantes».

El canciller Marcelo Ebrard, sin embargo, recalcó que México no había firmado ningún acuerdo con EE UU para la creación de un «Tercer Estado Seguro», esto es, para que un solicitante de asilo permanezca en un país intermedio hasta que se acepte su pedido en el país al que quiere ir. Hay al menos 4000 personas en Tijuana a la espera de que los dejen cruzar al norte.

Este martes EE UU y México anunciaron una millonaria inversión para el desarrollo del sur mexicano, Guatemala, El Salvador y Honduras para frenar la emigración dando oportunidades en los lugares de origen. Un Plan Marshall en pequeña escala que habrá que ver si llega a destino o se pierde en recovecos burocráticos.