El Consejo de Derechos Humanos de la ONU anunció este martes que celebrará una sesión especial sobre Afganistán el 24 de agosto para abordar «las graves preocupaciones sobre derechos humanos» en el país, tras la llegada al poder de los talibanes.

Frente a la situación de extrema tensión que se vive , el fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan, consideró además que hay acciones «que podrían constituir violaciones del derecho internacional humanitario según el Estatuto de Roma», texto fundacional de la CPI.

Por su parte, la reunión en Ginebra se convocó para dentro de una semana por pedido de los representantes de Pakistán y de Afganistán, y cuenta por el momento con el apoyo de 89 países.

La convocatoria de una sesión especial del Consejo, fuera de su periodo habitual de sesiones, que se celebra tres veces al año, requiere el apoyo de un tercio de los 47 miembros del Consejo, es decir, 16 Estados.

Según declaró el Departamento de Estado de EEUU, se espera que los talibanes «cumplan» promesas en materia de derechos.

La llegada de los rebeldes a Kabul, junto a la huida del presidente Ashraf Ghani, provocó escenas de caos en el aeropuerto de la capital, donde miles de afganos intentaban salir del país. Con este regreso al poder, algunos líderes manifestaron temor por la suerte de las niñas y las mujeres afganas.

En tanto, el el ex vicepresidente Amrullah Saleh, promete seguir resistiendo y se declaró presidente legítimo del país, desde el valle del Panshir, al noreste de Kabul, donde se encuentra refugiado.

«De acuerdo con la Constitución afgana, en caso de ausencia, de fuga, de dimisión o de muerte del presidente, el primer vicepresidente se convierte en presidente provisional. Estoy actualmente en mi país y soy el legítimo presidente provisional. Pido a todos los líderes su apoyo y consenso», explicó een su cuenta Twitter.

Junto con Ahmad Masud, hijo del comandante Ahmed Shah Masud, asesinado en 2001 por Al Qaeda, juntos en el valle de Panshir, Saleh parece estar construyendo un movimiento de rebelión contra el nuevo régimen, ya que hombres armados comenzaron a reagruparse en el valle de Panshir, una zona de difícil acceso y que nunca cayó en manos de los talibanes.