Shirokino, Ucrania 

Desde hace varios días, el pueblo de Chirokiné, en la línea de frente en el este de Ucrania, es blanco de bombardeos intensos que Kiev atribuye a la crispación con los rusos sobre Crimea.

El sábado por la mañana hubo una «gran serie de disparos» entre los rebeldes prorrusos y las tropas de Kiev, afirma el comandante de las fuerzas armadas ucranianas, Viktor Sikoza.

Es «como al comienzo de la guerra, en 2014. El enemigo no respeta los acuerdos de Minsk» firmados en febrero de 2015 para normalizar la situación en el este, donde el conflicto ha causado más de 9.500 muertos en más de dos años, explica mientras camina por una playa llena de escombros en el mar de Azov.

Un soldado ucraniano que responde al nombre de guerra «Boroda» («Barba») asegura que «los ataques (de los rebeldes) han comenzado claramente en respuesta a las declaraciones (del presidente ruso Vladimir) Putin sobre Crimea».

A lo lejos se oyen explosiones.

«Dudo que los rusos estén dispuestos a una ofensiva de gran envergadura», asegura a la AFP este hombre de 45 años, que forma parte de las tropas apostadas en la aldea, donde ya hubo combates en 2015, antes de que los rebeldes abandonasen sus posiciones.

La semana pasada, Moscú afirmó haber frustrado «atentados» fomentados por Kiev en Crimea, una península anexionada en 2014, y que provocaron la muerte de un agente de los servicios de seguridad rusos y un militar.

Más de dos años después de la anexión de este territorio ucraniano (precedida por un referéndum considerado ilegal por los países occidentales) las acusaciones rusas llevaron a los dos países a reforzar los dispositivos militares en la zona. La situación pone en peligro los esfuerzos en busca de una solución al conflicto.

Kiev desmiente las acusaciones rusas y acusa a Moscú de preparar ataques en la línea de frente en el este de Ucrania y de intentar acusar a las autoridades prooccidentales de incumplimiento de los acuerdos de paz de Minsk.

La aplicación de estos acuerdos está en punto muerto y por ahora sólo han conseguido reducir la intensidad de los combates.

Esto no es paz

En Chirokiné, «casi todo está minado. Es uno de los peores lugares del frente. La vuelta de los civiles no es para ahora», afirma Viktor Sikoza.

«Por mar, hay menos de 20 km hasta las posiciones del enemigo», explica el soldado, que apunta con el dedo a Novoazovsk, una ciudad controlada por los separatistas prorrusos.

Según él, a los rebeldes no les interesa Chirokiné, si no fuera por su cercanía a Mariúpol, el puerto industrial bajo control ucraniano a unos 20 km al oeste del pueblo.

«La situación se agrava. Cuando la misión de la Organización para la Seguridad y la Cooperación (OSCE) estaba allí, había 200 disparos por día. Desde que se fueron el número subió a 700», declaró por teléfono a la AFP un responsable militar de la «República popular» autoproclamada de Donetsk, Eduard Bassurin.

La OSCE confirmó un aumento de la tensión en la zona, después de su visita a la zona.

Alexander Hug, jefe adjunto de la misión de la OSCE en Ucrania, lo resume así: «Lo que oímos ayer por la noche y esta mañana, (…) no es la paz».