El Congreso de España reeligió por mayoría absoluta a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Antes se había producido la fracasada investidura de Alberto Núñez Feijóo, el líder del Partido Popular, quien sólo consiguió los votos de los diputados de su partido y los aliados de Vox, formación de extrema derecha franquista.

Alberto Núñez Feijóo no entendió que la unidad de España tiene su esencia y no su obstáculo en la diversidad nacional, lingüística, cultural y social. Por ello orgulloso exclamó que él no fue presidente de España «porque se negó a traicionar a los españoles». Su ignorancia o desprecio por la diversidad que incluye catalanes, vascos, gallegos, lo llevó a confundirse con el extremista de ultraderecha Santiago Abascal, líder del franquista Vox, y a someterse a su agenda, violenta, disruptiva, vale decir franquista y neofascista.

Un diputado del PNV lo sintetizó en una chascarrillo «Alberto, tu tractor tiene gripina, el motor tiene aceite Vox».

Sánchez es un hábil tejedor de acuerdos, un audaz e inteligente lector de la coyuntura histórica de España. Entiende que la nueva circunstancia de España no puede avanzar al progreso social sin derrumbar mitos como el de promover amnistías para independentistas y nacionalistas que tienen representación parlamentaria conseguida en las urnas, lo que significa que tienen apoyo histórico-social, y que una democracia moderna no puede excluirlos sino respetarlos y encontrar fórmulas graduales para su plena incorporación institucional, como ha ocurrido en otros países europeos y americanos.

La Unión Europea es aceptada por todos los organismos de la democracia española, que respeta una juridicidad transnacional en materia de Derechos Humanos y ordenamiento jurídico-institucional. Por ello la ley de amnistía ha sido enviada por el gobierno de Sánchez a la consideración de los organismos supranacionales europeos.

En realidad, si el proyecto de la UE no hubiese sido bancarizado y sometido a la voluntad político-militar de la OTAN, habría constituido el primer Estado suprancional de la historia en todos los aspectos, incluidos los geopolíticos, económico, financieros y militares. Lamentablemente está trunco en sus prácticas, pero no en sus consagrados principios.

En un Estado supranacional europeo no significaría un trauma incluso la independencia de Cataluña porque sería miembro de un Estado supranacional de Cataluña y Madrid.

Las Comunidades Autónomas podrían vivir según su identidad, usos y costumbres, bajo la égida de una arquitectura estatal supranacional. Como ese proyecto inicial sigue a mitad de camino, Sánchez entiende que en España 2023 hay que coexistir pacíficamente y con diferencias, mientras la subjetividad de la sociedad española evoluciona. No sólo los 12 millones de electores que sufragaron por la diversidad en 2023 sino también la mayoría de los casi 11 millones de optaron por el PP. Sería clave que se abandonen, por obsoletas y peligrosas, las chatas ideas franquistas de Abascal hasta que éste y su formación Vox queden como pintorescos nostálgicos del autoritarismo franquista.

Sánchez profundiza la línea de Rodríguez Zapatero y la sensibilidad social del fallecido Tierno Galván que ha superado a los antiguos barones del histórico PSOE como Felipe Gonzales, proclamando como parte de la construcción de la unidad de España el mejoramiento creciente de los derechos sociales sin importar el origen nacional porque los menos favorecidos sean madrileños, catalanes, gallegos o vascos, tienen iguales necesidades y derechos. Y también poseen iguales derechos de identidad cultural y lingüística.

En su intervención en el debate parlamentario citó las palabras del ultraderechista que amenaza la paz y salud social de la Argentina, Javier Milei: «la justicia social es un absurdo», frase pronunciada por un candidato apoyado por Mariano Rajoy, expresidente de España y dirigente del PP.

Sánchez, en su discurso oficial como candidato a la investidura citó al gran poeta Antonio Machado «hoy que es siempre todavía» y agregó, aterrizando en el aquí y el ahora de la España del 2023, respecto de sus desafíos y dificultades, «hay que hacer de la necesidad virtud».

Si viviera Pablo Neruda, quien tanto amó a España, escribiría después de la investidura de Sánchez sus inolvidables palabras «para nacer he nacido». «